Líbano: ‘El cambio comienza cuando se les pasa el micrófono a las organizaciones feministas de base’

En vísperas del 25º aniversario de la Plataforma de Acción de Beijing, que se cumple en septiembre de 2020, CIVICUS está entrevistando a activistas, líderes y expertas de la sociedad civil para evaluar los progresos conseguidos y los desafíos que aún debemos sortear. Adoptada en 1995 en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer de las Naciones Unidas (ONU), la Plataforma de Acción de Beijing persigue los objetivos de eliminar la violencia contra las mujeres, garantizar el acceso a la planificación familiar y la salud reproductiva, eliminar las barreras para la participación de las mujeres en la toma de decisiones, y proporcionar empleo decente e igual remuneración por igual trabajo. Veinticinco años más tarde, se han producido progresos significativos pero desparejos, en gran medida como resultado de los esfuerzos incesantes de la sociedad civil, pero ningún país ha logrado todavía la igualdad de género.

CIVICUS y laRed Árabe de ONG para el Desarrollo (Arab NGO Network for Development, ANND) conversan con Hayat Mirshad, periodista y activista feminista y jefa de comunicaciones y campañas del Encuentro Democrático de Mujeres Libanesas (RDFL), una organización de la sociedad civil (OSC) feminista y secular que defiende los derechos de las mujeres. Fundada en 1976 y basada en el voluntariado, RDFL es una de las organizaciones feministas más antiguas del Líbano. Lucha por la eliminación de la violencia de género y de todas las formas de discriminación y busca lograr el reconocimiento de la ciudadanía plena de las mujeres. Ha lanzado varias campañas exitosas, entre ellas la campaña #NoAntesdelos18 (#NotBefore18) de 2017, que resultó en la presentación de un proyecto de ley, actualmente bajo consideración parlamentaria, para establecer en 18 años la edad mínima para contraer matrimonio.

 HayatMirshad

¿Cuál es la situación de los derechos de las mujeres del Líbano? ¿Cuánto se ha logrado hasta ahora y cuáles son los desafíos pendientes?

Como resultado del contexto fuertemente religioso, el Líbano no tiene un código civil que regule temas tales como el divorcio, los derechos de propiedad y la tenencia de los hijos. En cambio, cuenta con 15 leyes separadas sobre el estatus personal para las diferentes comunidades religiosas del país, administradas por tribunales religiosos separados. Las leyes sobre el estatus personal discriminan contra las mujeres y no garantizan sus derechos básicos.

El cambio legal es lento porque las mujeres siguen estando extremadamente subrepresentadas en la política: menos del 5% de los actuales miembros de parlamento son mujeres. En algunos casos, los medios locales también desempeñan un rol en la marginalización de las mujeres en el ámbito político. Esto ha sido documentado por estudios recientes llevados a cabo después de las elecciones parlamentarias de 2018. Las mujeres también tienen una presencia mínima en los sindicatos de trabajadores.

En el marco de nuestro plan estratégico para lograr la igualdad de género, RDFL ha trabajado para educar a las mujeres sobre sus derechos y proporcionarles asistencia legal para resolver los problemas a los cuales están expuestas, ya sea en el trabajo, en su familia, o en cualquier otro espacio. RDFL también ha presentado y contribuido a la elaboración de varios proyectos de ley enviados al parlamento y ha reclamado la derogación de las leyes sobre el estatus personal.

Hemos logrado algunas victorias. El Líbano ha adoptado acuerdos internacionales que prohíben la discriminación de género en cuestiones muy importantes, y en el Líbano los acuerdos internacionales tienen prioridad sobre las leyes nacionales. En los últimos años, algunas leyes sobre los derechos de las mujeres han sido parcialmente enmendadas, mientras que otras han sido derogadas. También ha habido fallos de los tribunales que contribuyeron al avance de los derechos de las mujeres.

Por ejemplo, en 2002 el Poder Judicial libanés estipuló que hombres y mujeres deben tener la misma cobertura de la seguridad social, al margen de derechos específicos que caben a las mujeres, tales como la licencia por maternidad, y ha hecho algunos cambios en el derecho laboral libanés. El Convenio 111 de la Organización Internacional del Trabajo, que prohíbe la discriminación de empleo y ocupación, tuvo un rol decisivo en la adopción de este fallo.

En 2011 se abolió el Artículo 562 del Código Penal libanés, sobre los llamados “crímenes de honor”. Bajo este artículo, si alguien encontrara a su esposa u otra pariente femenina, por ejemplo una hermana, cometiendo adulterio y la matara o hiriera sin premeditación, sería exonerado de castigo, porque habría cometido un “crimen de honor”. Aunque este artículo haya sido eliminado, los “crímenes de honor” siguen siendo una práctica establecida y son ampliamente aceptados por la sociedad patriarcal libanesa y en la cultura y el discurso de algunos representantes gubernamentales, aun cuando dicen representar el progreso y la modernidad.

Otro cambio se logró en 2014, cuando el parlamento aprobó la Ley de Violencia Doméstica. Esta ley promueve los derechos de las mujeres y busca proteger su seguridad. Sin embargo, tiene muchas deficiencias. Mientras que introduce algunas medidas para proteger a las mujeres, sigue manteniendo artículos discriminatorios; por ejemplo, deja a las mujeres en riesgo de abuso sexual dentro del matrimonio. Las OSC que abogan por los derechos de las mujeres han trabajado para seguir los casos de violencia intrafamiliar, y en este contexto, el RDFL proporciona servicios de asistencia social, psicológica y legal para toda clase de abusos, a través de nuestra línea directa.

En 2017 se eliminó el Artículo 522 del Código Penal. Este artículo sostenía la práctica de indultar a los abusadores y exonerarlos de la pena de prisión si se casaban con sus víctimas. La ley cambió gracias a la presión de las OSC, pero aún continuamos trabajando para lograr abolir estas prácticas, especialmente en algunos lugares donde todavía impera el concepto de honor.

A pesar de la eliminación del Artículo 522, la ley libanesa continúa legalizando la violación sexual en distintas formas. Los artículos 50 y 518 han permanecido intactos, por lo que el Código Penal todavía puede ser usado para exonerar de juicio o de castigo a los violadores de menores de entre 15 y 18 años de edad cuando los padres de las víctimas les hayan prometido que se casarán con el violador. Además, la violación dentro del matrimonio todavía no está criminalizada. No hay leyes que protejan a las mujeres y que les hagan más fácil llevar a juicio a sus agresores.

Aunque muchas leyes fueron enmendadas o eliminadas, todavía queda mucho por hacer, porque las mujeres en el Líbano siguen enfrentando violencia y la aplicación de leyes arbitrarias. Siguen siendo víctimas de leyes, tradiciones y normas patriarcales.

¿Cuáles son los principales obstáculos para la concreción de la Plataforma de Acción de Beijing y la Agenda 2030 en relación con los derechos de las mujeres en el Líbano? ¿Ha cambiado la situación durante la pandemia del COVID-19?

Seguimos enfrentando el desafío de la escasez de oportunidades de financiamiento para temas de mujeres y para las organizaciones feministas de base. También está el problema del subregistro de los delitos contra las mujeres. Por muchas razones, la mayoría de las mujeres no pueden o dudan en denunciar la violencia que enfrentan. La discriminación contra las mujeres sigue estado extendida.

La pandemia del COVID-19 solo ha empeorado las cosas. Ha llegado al Líbano en un momento de crisis económica devastadora, con sistemas de protección social deteriorados y creciente desempleo. La situación, tanto en términos de seguridad como de crisis socioeconómica, ha afectado nuestro trabajo.

Entre las medidas impuestas para paliar la pandemia se contó la cuarentena, durante la cual cientos de mujeres, niñas y niños se encontraron encerrados. Sus relatos durante la cuarentena obligatoria revelaron experiencias de dolor, violencia y temor, que en algunos casos resultaron en suicidios y asesinatos. La pandemia ha provocado un incremento en las denuncias de violencia doméstica. En marzo de 2020 las llamadas por violencia doméstica a las Fuerzas de Seguridad Interna aumentaron en un 100%, y las llamadas a la línea directa de RDFL se incrementaron en un 180% en comparación con los dos meses anteriores. Todos estos fueron casos nuevos. El 12% de los casos eran muy serios, y el 13% de las personas involucradas dejaron sus hogares y necesitaban refugio.

Mientras que los casos de violencia aumentaron durante el confinamiento en la pandemia, los Centros de Desarrollo Social, que integran una extensa red dependiente del Ministerio de Asuntos Sociales y proporcionan servicios sociales a comunidades vulnerables, cerraron sus puertas para evitar la propagación del virus, por lo que ahora carecemos de refugios suficientes para recibir a sobrevivientes de episodios de violencia de género y no tenemos la capacidad de asegurarles la cobertura de sus necesidades básicas. Esto se suma al hecho de que muchas mujeres están desempleadas debido a la crisis sanitaria global y a la crisis económica nacional, y necesitan ayuda y apoyos adicionales.

Asimismo, durante la pandemia se ha incrementado la carga del trabajo doméstico y las labores de cuidado que recaen sobre mujeres y niñas. Además, las mujeres son mayoría en las primeras líneas del cuidado de la salud y el trabajo social, y por lo tanto son desproporcionadamente vulnerables al contagio.

También estamos preocupadas por las comunidades más marginalizadas, entre ellas la comunidad LGBTQI+, las personas trabajadoras domésticas migrantes y las personas refugiadas. Durante esta crisis, el sistema ha mostrado su incapacidad de proteger a los más vulnerables y marginalizados desde una perspectiva social, económica y sanitaria, tales como las mujeres, los niños y niñas, las personas adultas mayores, los y las trabajadoras domésticas y las personas refugiadas.

¿Cómo han respondido a la situación RDFL y la sociedad civil en general?

Las organizaciones civiles y de derechos de las mujeres están desempeñando roles vitales, proporcionando apoyo psicológico y legal a mujeres y niñas sobrevivientes de violencia de género; creando conciencia del impacto de género de la crisis actual, sobre todo a través de internet y las redes sociales; abogando por mejores medidas e intentando comprometer al gobierno y a sus funcionarios con la protección de los derechos de las mujeres; y apoyando la distribución y provisión de alimentos y otros bienes, así como de apoyo financiero a las familias y a las mujeres con carencias.

RDFL ha continuado trabajando para apoyar a mujeres y niñas. Sigue proporcionando apoyo psicológico, social y legal a las sobrevivientes y monitorea la violencia en varias regiones del país durante la pandemia. También hemos integrado una campaña de concientización contra la violencia contra las mujeres, lanzada por la Autoridad Nacional para Asuntos de las Mujeres para rechazar la violencia y apoyar a quienes buscan protección y asistencia. Hemos iniciado una campaña de distribución para las mujeres beneficiarias de los servicios de apoyo psicológico que han solicitado asistencia a través la línea directa de RDFL. Para seguir concientizando sobre la violencia de género, también hemos organizado una sesión interactiva de capacitación sobre los derechos de mujeres y niñas.

Continuamos documentando las llamadas telefónicas recibidas en nuestra línea directa y hacemos incidencia directamente a través de nuestras plataformas virtuales mediante declaraciones, publicaciones en línea, y coordinación directa con organismos oficiales como el Consejo Nacional Libanés para la Mujer y otros actores, para emprender acciones urgentes que aseguren la protección de los derechos de mujeres y niñas durante la pandemia.

Sin embargo, como resultado de la pandemia también hemos enfrentado restricciones adicionales a nuestro trabajo. Por ejemplo, hemos tenido problemas para acceder a nuestros centros para ayudar a mujeres y niñas. Todas nuestras actividades presenciales fueron suspendidas, lo cual fue un gran desafío en términos del manejo de los casos, porque todo el apoyo debe ser proporcionado por vía remota mediante herramientas de comunicación en línea. Estamos preocupadas por las mujeres en situación de alto riesgo que necesitan refugio, porque muchos albergues no están recibiendo mujeres por el COVID-19 y otros están con máxima ocupación. También enfrentamos restricciones financieras: se nos ha hecho difícil acceder a nuestros fondos y cuentas bancarias, un problema que el conjunto de la ciudadanía libanesa ha experimentado recientemente.

¿Qué apoyo necesita de la comunidad internacional la sociedad civil libanesa?

Para que Beijing+25 pueda impulsar un progreso real en materia de igualdad de género en contextos de crisis como el del Líbano, los donantes deben adoptar enfoques más feministas para financiar organizaciones de base.

En el Líbano, los mecanismos tradicionales de financiamiento de las organizaciones feministas de base suelen ser de arriba hacia abajo, rígidos y patriarcales en su modalidad de respuesta a situaciones de crisis. Por ejemplo, los plazos poco flexibles y los límites estrictos para el retiro de dinero han restringido nuestra capacidad de acceder a recursos. En la situación actual de crisis política y económica necesitamos adaptar nuestros programas para abarcar nuevas necesidades. Una perspectiva feminista del financiamiento de los movimientos de base requiere que los donantes escuchen para aprender de las OSC cuando nosotras expresamos lo que necesitamos para empoderar a nuestras comunidades y lograr cambios. También implica proporcionar fondos no ligados a proyectos, necesarios para sostener y apoyar plenamente a nuestro personal para que puedan sobrellevar los problemas que enfrentan en contextos desafiantes. En escenarios de crisis como el del Líbano, las condiciones políticas y económicas cambian constantemente, por lo que se necesitan mecanismos de financiamiento más flexibles y adaptables para que podamos adaptarnos más fácilmente a los cambios.

Los medios internacionales han dado mucha cobertura a los movimientos de mujeres en todo del mundo, desde #MeToo hasta #NiUnaMenos, y han puesto el foco en el rol de liderazgo desempeñado por las mujeres durante la revolución libanesa. Sin embargo, esta atención todavía no se ha traducido en la acción real que nosotras necesitamos para mejorar la salud, los derechos y el liderazgo de mujeres y niñas en nuestras comunidades. El cambio comienza cuando se les pasa el micrófono a las organizaciones feministas de base en toda nuestra diversidad e interseccionalidad, incluyendo a las personas LGBTQI+, a las personas trabajadoras migrantes y a otros grupos marginalizados y asegurando que puedan sentarse a la mesa.

Urgimos a los actores internacionales a practicar lo que predican y a expresar una solidaridad auténtica con los movimientos feministas de base de todo el mundo. Pueden lograrlo poniendo presión sobre los gobiernos para que den prioridad a la igualdad de género y los derechos básicos de las mujeres y las niñas. Es necesario condicionar los acuerdos bilaterales y el financiamiento humanitario, por ejemplo el que se administra a través del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, al respeto de los principios feministas básicos. Es necesario ceder más poder, recursos e influencia a las organizaciones feministas de base para que nos ayuden a alcanzar nuestros objetivos colectivos de igualdad de género.

El espacio cívico en el Líbano es clasificado como “obstruido” por el CIVICUS Monitor. Actualmente, el país también figura en nuestra Civic Space Watchlist.

Contáctese con el Encuentro Democrático de Mujeres Libanesas a través de su sitio web y su página de Facebook, o siga a @RDFLwomen y @HayatMirshad en Twitter, y a @RDFLwomen en Instagram.

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