Recursos sociedad civil

  • Colaboración, el recurso clave para detener la MGF en 5 comunidades en Nigeria

    Este artículo es parte de la serie #HistoriasDeResiliencia, coordinada por CIVICUS para destacar los esfuerzos de grupos y activistas que promueven mejores prácticas de financiación y movilización de recursos valiosos para la sociedad civil.

    Director

    En este blog, Dolapo Olaniyan, directora de The UnCUT Initiative, comparte por qué la colaboración podría ser el “el nuevo recurso económico” para las organizaciones de la sociedad civil que se enfrentan a barreras de financiación.    

  • Con tutorías e incentivos, OSC se aventuran a recaudar recursos y apoyo locales

    Por Yessenia Soto, Community Engagement Officer on Civil Society Resourcing, CIVICUS

    Este artículo es parte de la serie #HistoriasDeResiliencia, coordinada por CIVICUS para destacar los esfuerzos de grupos y activistas que promueven mejores prácticas de financiación y movilización de recursos valiosos para la sociedad civil.

    Local fundraising 1 La academia “Change the Game” ofrece clases presenciales sobre recaudación de fondos locales para organizaciones de la sociedad civil (OSC).

    La mayoría del sector de desarrollo y de la sociedad civil han sabido esto por años, pero ahora la realidad está golpeando más fuerte que nunca.

    La Asistencia Oficial al Desarrollo (AOD) –una ayuda financiera que varios gobiernos de países desarrollados dirigen a países pobres y en desarrollo para apoyar su progreso– está bajando de forma consistente. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) anunció recientemente que la AOD cayó casi un 3% en comparación con el 2017, con mayores reducciones para países en desarrollo. Como la ayuda extranjera ha sido históricamente una fuente de financiación clave para las OSC en el sur, estas noticias son fuerte un recordatorio de que la sociedad civil que no puede depender de estos fondos en el largo plazo, así que, quienes no hay empezado a diversificar sus ingresos, deberían de hacerlo ya.

    “La ayuda extranjera, al menos como la conocemos ahora, tendrá un fin”, dijo Robert Wiggers, gerente de desarrollo de programas y políticas para Wilde Ganzen Foundation (WGF), durante uno de varios paneles sobre sostenibilidad financiera de las OSC que se realizaron durante la Semana Internacional de la Sociedad Civil, realizada en Serbia entre el 8-12 de abril. En este evento, varias organizaciones compartieron por qué y cómo la sociedad civil debe movilizar más recursos en sus propios países y comunidades para enfrentar estas presiones financieras y bajar la dependencia de la AOD y otra cooperación externa.

    “Esto es más que una alternativa de financiación”, destacó Wiggers. “Las OSC que recaudan sus propios recursos localmente mejoran sus lazos con las comunidades y gente a la que sirven, son más independientes de los donantes, tienen mayor control de su propio desarrollo y se sienten más empoderadas para pedir cuentas a sus gobiernos”.

    Existe un amplio consenso sobre el poder de los recursos locales para impulsar la sostenibilidad financiera, la legitimidad y la independencia de las OSC. Aun si existieran interminables flujos de AOD, la meta debe ser que la sociedad civil no dependa de ellos. ¿Pero cómo puede una pequeña organización comunitaria o aquellas que han subsistido siempre con ayuda extranjera empezar a recaudar apoyo “en casa” y por sí mismas?

    Varias agencias, asociaciones y fundaciones como WGF están brindando capacitaciones especiales, tutorías, plataformas de aprendizaje en línea, apoyo para realizar campañas e incluso fondos especiales que ayudan a las organizaciones a prepararse para esta tarea. Y los resultados son prometedores.

    Por ejemplo, la WGF se unió con Smile Foundation de India, Kenya Development Foundation y la organización CESE de Brasil, para crear la academia Change the Game, un programa innovador de aprendizaje combinado, diseñado especialmente para OSC, que provee tutorías presenciales y en línea sobre recaudación de fondos locales, así como de promoción y defensa para exigir cuentas a los gobiernos y otros actores de poder mediante la participación cívica.

    Las clases presenciales duran seis meses y están a cargo de capacitadores locales certificados. Estas incluyen tutorías adicionales para implementar un plan de recaudación de fondos y utilizan materiales adaptados a cada país. La plataforma en línea contiene 11 módulos interactivos de aprendizaje virtual, 40 herramientas y 88 historias de éxito, todos sin costo y de acceso libre.

    Más de 800 organizaciones sin fines de lucro y comunitarias han sido entrenadas mediante la academia Change the Gameen 14 países de ingresos bajos y medios. Este año, se llevará la iniciativa en cuatro países más.

    En los Balcanes, hay una opción similar llamada Sustainability Academy, creada por SIGN Network, un grupo de donantes regionales que apoya el desarrollo sostenible de las comunidades locales y de la sociedad civil. Esta academia se enfoca en las organizaciones pequeñas y de base cuyo presupuesto anual es menor a 10.000 euros, en promedio.

    Su programa de capacitación cubre áreas como planificación estratégica, sostenibilidad financiera, creación de relaciones, técnicas para recaudar fondos locales y desarrollo de campañas. Este se imparte en tres módulos durante seis meses y al final del tercer módulo las organizaciones reciben una pequeña subvención técnica para implementar su campaña de recaudación en un periodo de cuatro a seis meses. Cuando la campaña acaba y las organizaciones cumplen su meta, SIGN Network les brinda otra subvención equivalente al 100% de lo recaudado.

    “Hemos tenido casos muy exitosos en que, con nuestra capacitación y acompañamiento, pequeñas organizaciones han recaudado lo equivalente a la mitad de su presupuesto anual y desarrollaron relaciones con donantes locales”, contó Biljana Dakic, directora de Trag Foundation, miembro de SIGN Network. “Y la mayoría consolidó sus causas y labor en sus comunidades, lo que aporta un valor incalculable”.

    Desde el 2014, Sustainability Academy ha beneficiado a más de 100 OSC en Serbia, Bosnia y Herzegovina, Macedonia y Montenegro.

    La asociación danesa CISU - Civil Society in Development, cuyos miembros están involucrados en iniciativas de desarrollo en Asia, África and América Latina, también está promoviendo la movilización de recursos locales en estas regiones al compartir conocimiento, herramientas de capacitación y asistencia técnica. Además, ofrecen una modalidad de cofinanciación que le permite a las OSC locales acceder a subvenciones por cuatro años cuando estas se comprometen a recaudar un pequeño porcentaje de la subvención total, según explicó Souad Bourrid, asesora en CISU.

    En conjunto, estas oportunidades han sido clave para reducir la resistencia inicial y el miedo que detiene a muchas OSC para explorar y probar nuevas formas de financiarse.

    “Muchas organizaciones siguen pensando que la única forma de conseguir recursos es aplicando por una subvención o fondo de donantes. Por eso, cuando le hablamos de buscar recursos locales, suelen ser escépticos y creen que no es posible. Pero quienes llevan las capacitaciones e intentan, ven que se les abren muchas puertas y terminan agradecidos por el empuje”, resaltó Bourrid.

    Además de fortalecer capacidades, muchas redes y coaliciones de la sociedad civil alrededor del mundo (incluyendo a CIVICUS) también están abogando por crear o mejorar condiciones primordiales para facilitar la movilización de recursos locales para la sociedad civil, incluyendo marcos e incentivos legales para la filantropía local, creando alianza entre los sectores públicos y privado, y promoviendo políticas que apoyen la sostenibilidad financiera de las OSC.

  • COVID-19: “Esta crisis no es solamente sanitaria; también es una crisis de justicia”

    CIVICUS conversa con Abigail Moy, directora de la Red de Empoderamiento Legal (Legal Empowerment Network), la comunidad más grande del mundo de personas defensoras que promueven la justicia a nivel de base. Liderada por la organización de la sociedad civil (OSC) internacional Namati, la Red reúne a 2.343 organizaciones y 8.761 individuos de más de 160 países, todos los cuales trabajan para promover la justicia para todas las personas. Hace unos tres años la Red lanzó Justicia para Todos, una campaña para aumentar el financiamiento y la protección de las personas defensoras que promueven la justicia en comunidades de todo el mundo.

    Abigail Moy

    ¿Qué tipo de trabajo hace la Red de Empoderamiento Legal?

    La Red de Empoderamiento Legal es una red global y multidisciplinaria que reúne a personas defensoras de la justicia a nivel de base. Somos más de 2.000 organizaciones de base de aproximadamente 160 países de todo el mundo. Lo que une a todos los integrantes de la Red es su dedicación a la tarea de ayudar a las comunidades a comprender, usar y dar forma a la ley. Entonces, ya sea que estén trabajando en temas de justicia ambiental, derechos de las mujeres, salud, educación o cualquier otro, estas personas defensoras ayudan a las comunidades a comprender cómo las políticas, la ley y la acción gubernamental les afectan y cómo pueden empoderarse para participar en estos procesos, utilizarlos y, en caso necesario, modificarlos para crear una sociedad más justa.

    Nuestro trabajo se basa en tres pilares fundamentales. El primero es el aprendizaje: somos un centro de aprendizaje donde las organizaciones de base intercambian experiencias y aprenden unas de otras sobre sus métodos y el impacto de su trabajo de empoderamiento legal. Antes de la pandemia de COVID-19, todos los años diseñábamos y realizábamos instancias de aprendizaje que ayudaban a los miembros a explorar soluciones prácticas para los problemas de justicia. Nuestra oferta solía incluir un curso anual de liderazgo, intercambios de aprendizaje en persona y seminarios en línea, y durante la pandemia hemos estado desarrollando nuevas oportunidades de aprendizaje virtual.

    Nuestro segundo pilar es la incidencia y la acción colectiva. Trabajamos con nuestros miembros para transformar el entorno de la política pública de modo de abordar las injusticias y promover el empoderamiento legal a nivel nacional, regional y global. A menudo nos movilizamos en torno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en tanto que medio para abordar las necesidades de justicia en el territorio. Dos de nuestros principales llamamientos a la incidencia y la acción colectiva se centran en el aumento del financiamiento y la protección para las personas defensoras de la justicia en todos los niveles. Estas dos prioridades afectan a nuestros miembros más allá del país donde se encuentren; de ahí que el financiamiento y la protección sean los ejes de nuestra campaña Justicia para Todos.

    El tercer pilar es la construcción de comunidad. Buscamos construir una comunidad más fuerte de personas defensoras de la justicia en el territorio para que puedan apoyarse y aprender unas de otras. Nuestro objetivo es desarrollar un núcleo de liderazgo más sólido para el movimiento y encontrar formas en que las personas defensoras puedan mejorar su trabajo conectándose, desarrollando su pensamiento y trabajando en colaboración.

    Los tres pilares - aprendizaje, promoción y comunidad - alimentan nuestra visión, que consiste en cultivar un movimiento global para el empoderamiento legal que movilice a millones de personas para el abordaje colectivo de las mayores injusticias de nuestro tiempo.

    ¿Qué rol desempeña Namati en la Red de Empoderamiento Legal?

    Namati es la organización que convoca la Red, y en muchos sentidos funciona como su secretariado. Nosotros nos consideramos como un miembro activo de la Red que se ocupa de aspectos tales como las finanzas, la coordinación y el mantenimiento de la infraestructura. Trabajamos con el Comité de Orientación de la Red, un consejo de miembros, para decidir las prioridades y estrategias de la Red y organizar oportunidades de aprendizaje e incidencia. Cada año encuestamos a los miembros de la Red para saber lo que quieren hacer, y esta información nos sirve como herramienta de planificación. En tanto que miembro de la Red, Namati participa en este proceso, pero es una voz entre muchas otras.

    Namati también tiene programas nacionales. Los miembros de la Red trabajan en una amplia gama de desafíos relativos a la justicia en todo el mundo, y Namati trabaja en estrecha colaboración con algunos de ellos para abordar tres cuestiones urgentes - justicia ambiental y territorial, justicia sanitaria y justicia ciudadana - en seis países: Estados Unidos, India, Kenia, Mozambique, Myanmar y Sierra Leone.

    ¿Podría contarnos un poco más sobre la campaña Justicia para Todos?

    Lanzamos la campaña Justicia para Todos hace casi tres años. Nuestra campaña anterior, llamada Justicia 2015, fue un llamado a integrar la justicia en los ODS. Lo logramos, pero después de la adopción de los ODS nadie centró su atención en el cumplimiento del compromiso del Objetivo 16 de garantizar la igualdad de acceso a la justicia para todas las personas. En respuesta a ello lanzamos la campaña Justicia para Todos, centrada en el hecho de que el financiamiento y la protección de las personas defensoras de la justicia son las bases necesarias para el cumplimiento del Objetivo 16, y en realidad de cualquiera de los ODS, y que por lo tanto es necesario impulsar el empoderamiento legal.

    Los miembros de la Red promueven la campaña Justicia para Todos de diferentes maneras en sus países y regiones y a nivel global. Algunos miembros han organizado reuniones con sus gobiernos, otros actores de la sociedad civil y otras partes interesadas para discutir estos problemas y tratar de encontrar soluciones de política pública para aumentar el financiamiento y la protección de las personas defensoras de la justicia en el terreno. Otros miembros se han centrado en la arena global, acercándose a donantes internacionales y asistiendo a eventos globales tales como el Foro Político de Alto Nivel sobre los ODS (HLPF, por sus siglas en inglés). Y otros miembros se han concentrado en sus respectivas regiones, tratando de ejercer influencia sobre organismos o acuerdos regionales.

    Como miembro de la Red con fuertes conexiones globales, Namati vincula las experiencias de los miembros a nivel nacional con la esfera global. Hemos trabajado mucho para resaltar las experiencias de base al hacer incidencia en el HLPF, la Asamblea General de la ONU y otras conferencias y eventos de alto nivel, y hemos trabajado con los principales donantes de todo el mundo para que reconozcan el valor del empoderamiento legal y la necesidad de financiamiento.

    ¿Han debido hacer algún cambio en respuesta a la pandemia de COVID-19?

    Durante la pandemia, la Red de Empoderamiento Legal hizo un giro para responder directa e integralmente a las necesidades de sus miembros generadas por la crisis. Para comprender cuáles eran sus necesidades más urgentes administramos una encuesta. Les preguntamos a los miembros de la Red cómo les estaba afectando la pandemia, cómo se estaban adaptando, qué tipo de recursos necesitaban para seguir haciendo su trabajo, qué tipos de intervenciones de política pública consideraban necesarias para garantizar una respuesta justa, y cómo podíamos ayudarles.

    Con respecto a los desafíos que enfrentan los miembros de la Red, clasificamos las respuestas a la encuesta en cuatro categorías: desafíos del trabajo a distancia, desafíos financieros, desafíos de logística y movilidad, y desafíos de seguridad, protección y salud. El trabajo a distancia resultó ser un gran problema para los miembros de la Red, al igual que las finanzas, a causa tanto del aumento de los gastos como de la reducción de los ingresos.

    En reacción a la encuesta reunimos recursos que se ajustaban a las necesidades. Primero, creamos un centro virtual que ofrece recursos multilingües para ayudar a los grupos de empoderamiento legal a comprender la pandemia, obtener información veraz y confiable e identificar formas de mitigar los daños. Elaboramos un documento con respuestas a preguntas frecuentes sobre la COVID-19, con consejos útiles sobre las formas en que las organizaciones de base de acceso a la justicia pueden prepararse y protegerse. Adaptamos esta información para abordar los desafíos que enfrentan subconjuntos específicos de miembros de la Red, por ejemplo, quienes viven o trabajan en áreas densamente pobladas. La información se obtuvo de las principales autoridades en materia de salud pública, tales como la Organización Mundial de la Salud, y fue compilada por expertos en salud pública.

    En segundo lugar, publicamos un informe, “Justicia de base en la pandemia: garantizar una respuesta y una recuperación justas”, que hace recomendaciones a las autoridades políticas, los donantes y las instituciones multilaterales sobre cómo financiar y proteger a las personas promotoras del acceso a la justicia en el territorio durante y después de la pandemia. Lo compartimos ampliamente con diversas partes interesadas, tales como donantes gubernamentales y filantrópicos.

    En tercer lugar, facilitamos una serie de conversaciones entre personas defensoras de base, examinando el trabajo de empoderamiento legal durante la pandemia, a través de una serie de conferencias telefónicas y webinarios. Estos últimos se han desarrollado durante los últimos meses. Cientos de miembros han participado en estas conversaciones. Las conversaciones temáticas y regionales subsiguientes sirvieron como espacios para el debate sobre buenas prácticas y aprendizaje a partir de las formas en que los miembros están adaptando sus esfuerzos, monitoreando y respondiendo a las violaciones de derechos humanos cometidas durante la crisis y accediendo a apoyo financiero y demás recursos necesarios. En estas conversaciones también exploramos lo que podemos hacer juntos para ayudarnos mutuamente a salir adelante. Compilamos las mejores prácticas de trabajo a distancia y estamos preparando más materiales acerca de recursos, servicios y técnicas que pueden usarse para trabajar durante la pandemia.

    Nos hemos dado cuenta de que en una crisis como esta no se puede seguir actuando como de costumbre, de modo que nos deshicimos de nuestro plan anual y comenzamos desde cero para hacer lo que teníamos que hacer.

    ¿Qué ha logrado hasta ahora la campaña Justicia para Todos?

    La campaña ha ayudado a enhebrar una narrativa común que resalta las perspectivas de base en eventos globales de alto nivel, fomenta el diálogo y la comprensión pública e insta a la acción sobre los dos temas clave: el financiamiento y la protección de quienes promueven la justicia en el territorio.

    A nivel nacional, ha ayudado a la gente a articular sus necesidades y traducirlas en esfuerzos de incidencia a más largo plazo. Los miembros de la red dijeron que el informe producido por la campaña les resultó muy útil en sus discusiones con sus gobiernos nacionales acerca de las razones por las cuales debería haber financiamiento local para los grupos comunitarios de apoyo legal.

    A nivel mundial, hemos cambiado la discusión y las normas vigentes. Antes no se hablaba de lo que se debía hacer para promover el acceso a la justicia y alcanzar el Objetivo 16; no se reconocía que los servicios de justicia requerían financiamiento y que quienes realizaban el trabajo necesitaban seguridad. En este momento, estos temas se están abordando a alto nivel y se han integrado en informes y agendas relevantes. De modo que sentimos que hemos influido en el diálogo internacional en torno de las personas defensoras del acceso a la justicia, y si bien hay más trabajo por hacer, eso de por sí ya es una victoria.

    En el ámbito financiero, la campaña Justicia para Todos ha influido sobre los donantes para que destinaran nuevos recursos al acceso a la justicia y al empoderamiento legal. Durante la pandemia, la campaña ajustó su enfoque: estableció un Fondo de Justicia de Base COVID-19 y logró convencer a varios donantes para que hicieran contribuciones. Esto fue una respuesta a la desesperada necesidad de financiamiento de nuestros miembros bajo la pandemia. Nos dimos cuenta de que no necesitaban montos desmesurados; era mucho lo que podía lograrse con pequeñas inyecciones de fondos, por ejemplo, bajo la forma de subvenciones únicas de unos pocos miles de dólares. Estos fondos relativamente modestos podían hacer una gran diferencia en términos del abordaje de problemas urgentes de acceso a la justicia relacionados con la pandemia. Lanzamos este fondo en julio con el objetivo de recaudar un millón de dólares, y creemos que lo vamos a lograr. Hemos recibido mucho apoyo; ya hemos aceptado las primeras solicitudes y el dinero debería distribuirse en el próximo mes. Se trata de montos pequeños, de entre 3.000 y 20.000 dólares, para que los grupos de base que promueven el acceso a la justicia solventen costos de insumos, capacitación, salarios y cualquier otra cosa que necesiten para mantenerse a flote. La idea subyacente es que la pandemia no es solamente una crisis sanitaria, sino que también es una crisis de justicia, y que debemos sostener a las personas defensoras que están ayudando a las comunidades a hacerle frente

    ¿Qué tipo de apoyo de la sociedad civil internacional necesitarían para poder continuar haciendo este trabajo?

    Nuestra encuesta hizo a nuestros miembros exactamente esa pregunta, y el 58% respondió que necesitaban apoyo tecnológico. La naturaleza del trabajo de empoderamiento legal es en gran medida un ejercicio de construcción de confianza que generalmente requiere de interacciones cara a cara. La mayoría de los grupos de base con los cuales trabajamos están acostumbrados a salir a hablar con miembros de la comunidad, convocar reuniones comunitarias presenciales y educar a la gente. No están acostumbrados a trabajar a distancia; no están familiarizados con el trabajo con aplicaciones y no tienen suficientes dispositivos para hacerlo. Además, el 67% respondió que necesita apoyo para el fortalecimiento de capacidades. Necesitan este apoyo tanto para adaptarse a la tecnología como para imaginar nuevas formas de hacer su trabajo en forma remota o con distanciamiento social. Por último, pero no menos importante, el 88% respondió que lo que necesitan de la sociedad civil internacional es apoyo financiero. Y dejaron en claro que no se trata solamente de conseguir más fondos aquí y ahora, sino más bien de asegurar un financiamiento más sostenible y confiable en el largo plazo.

    Contáctese con la Red de Empoderamiento legal a través del sitio websitio web o el perfil deFacebook de Namati, y siga a@GlobalNamati en Twitter.

     

  • Falta de recursos retrasa el impacto de líderes juveniles en África

    Este artículo es parte de la serie #HistoriasDeResiliencia, coordinada por CIVICUS para destacar los esfuerzos de grupos y activistas que promueven mejores prácticas de financiación y movilización de recursos valiosos para la sociedad civil.

    YALFNunca ha habido tantos jóvenes en el mundo. Según las Naciones Unidas, hay 1.800 millones de personas entre las edades de 10-24 en el planeta, quienes están cada vez más involucradas en impulsar el cambio, el desarrollo y la innovación para ellos y sus comunidades. Los jóvenes también están expresando fuertemente su descontento con los gobiernos, corporaciones y otros actores en el poder que no han atendido con eficacia sus necesidades y desafíos. Pero, aunque son numerosos y audaces, los jóvenes aún carecen de recursos, reconocimiento y espacios para alcanzar su máximo potencial como agentes de cambio.

    El Young African Leaders Forum (YALF; Foro de Jóvenes Líderes Africanos, en español) es un ejemplo. La idea de crear esta organización panafricana dirigida por jóvenes nació en 2010 cuando su fundador, el Prince Ifoh, estaba escribiendo su proyecto de investigación final de pregrado sobre el desarrollo africano. Él vio la necesidad de crear un espacio por y para jóvenes, donde se pudieran empoderar para participar y liderar los asuntos prioritarios para la juventud.

    Curiosamente, aunque África es hogar de la población más joven del mundo ya que el 60% de su gente es menor de 25 años, la edad promedio de los líderes en este continente es de 62 años.

    La idea de Ifoh era prometedora, pero como muchos otros activistas jóvenes, no tenía los recursos ni el apoyo para lanzarla. Fue hasta el 2014 que YALF arrancó como un humilde grupo de chat en WhatsApp. "En ese momento, pensar en cualquier otra cosa era un sueño", recordó Ifoh, quien trabajaba en una compañía editorial y se dedicaba al activismo luego de las horas de oficina.

    Impulsado por su pasión, más tarde renunció a su trabajo, se convirtió en un activista a tiempo completo (haciendo trabajos independientes para generar dinero) e invirtió sus ahorros en la iniciativa. Con tiempo y mucho esfuerzo, YALF se convirtió en una organización que cuenta con más de 500 miembros de 20 naciones africanas.

    La mayoría de los miembros de YALF son estudiantes de bajos ingresos, provenientes de áreas rurales y urbanas. Pocos miembros son profesionales y trabajan en instituciones públicas y privadas en África. La organización está gobernada por cinco funcionarios de nivel continental, incluido Ifoh como presidente, y tiene un coordinador nacional en cada país.

    El trabajo de YALF incluye organizar las Cumbres Panafricanas anuales (conocidas como #YALFPAS), que brindan capacitaciones para desarrollar habilidades y formar líderes juveniles en todas las regiones de África. También publican el Young African Leaders Journal of Development (YALJOD), la primer revista en África producida por jóvenes, en la que comparten desafíos del desarrollo e ideas para atenderlos, dirigida a jóvenes y líderes políticos. También dirigen varios proyectos para promover la educación, el emprendimiento, la tecnología, la salud y el medio ambiente, que son la base de su ambiciosa iniciativa ‘Impact 5000’, lanzada en el 2018 con el objetivo de mejorar la calidad de vida y las oportunidades para 5000 mujeres, niños y jóvenes de comunidades africanas en desventaja, hasta el 2020.

    Sobrevivir y crecer sin financiación estable

    YALF opera con recursos limitados que provienen principalmente de apoyos en especie o patrocinios de entidades como la Unión Africana, la (EE. UU.), Hausa Television (Ghana) y la organización Fahamu Networks for Social Justice (Kenia). En el 2018, comenzaron a recaudar contribuciones de los miembros (USD 5 por persona, cada dos meses) que, por lo general, suman si acaso UD 200 por bimestre. El principal activo de YALF son sus miembros, quienes invierten su tiempo, capacidad, experiencia y dinero en estas iniciativas.

    “Nos acercamos a empresas, organizaciones, al público e incluso solicitamos subvenciones de donantes más grandes, pero, cuando tenemos suerte, lo que recibimos es apoyo en especie o técnico. A menudo escuchamos que la organización es "demasiado nueva" para solicitar fondos, que deberíamos probar después de cumplir 5 años", dijo Ifoh.

    A pesar de las limitaciones financieras, YALF estima haber beneficiado directa e indirectamente a más de 2.000 personas a través de sus capacitaciones para jóvenes y mujeres en temas de emprendedurismo e informática, de los patrocinios escolares para niñas e incluso ayudando directamente a las mujeres a crear un medio de vida. Por ejemplo, han ayudado a mujeres a montar una pequeña granja avícola o una peluquería que les proporcionan ingresos para sus familias. Pero Ifoh enfatiza que algunos esfuerzos son intermitentes o no progresan como desean porque no cuentan con la financiación adecuada.

    Por ejemplo, tener copias impresas de las revistas YALJOD les permite llegar a los jóvenes en lugares donde el acceso a Internet es bajo (solo una sexta parte de los africanos son usuarios de Internet), así como a los estrategas políticos en los que quieren influir, quienes –resaltan Ifoh– son de mayor edad, utilizan poco la tecnología y prefieren leer publicaciones impresas. En 2016, YALF imprimió 1000 copias de la primera revista gracias a que fueron donadas por el antiguo empleador de Ifoh. Pero la edición de 2018 se publicó solo en línea porque no encontraron patrocinadores para la impresión. Ifoh imprimió solo 25 copias con sus propios ahorros.

    Su iniciativa Impact 5000 también ha enfrentado barreras. Comenzaron una campaña colectiva y pública de recaudación de fondos (crowdsourcing) en un par de plataformas globales en línea, como Gofundme.org, con la meta de recaudar USD 100.000, pero no han recibido donaciones. Ifoh cree que su falta de visibilidad en el extranjero los ha afectado. Tampoco han tenido suerte con donantes grandes.

    En el lado positivo, la Unión Africana los apoya para organizar un evento de lanzamiento para cada edición de YALJOD, en Adís Abeba, Etiopía, y encontraron aliados que promueven la publicación en línea incluso fuera de África, como Kennesaw States University, en Georgia, Estados Unidos. Además, YALF está convencido de lograr las metas de Impact 5000.

    Ifoh cree que las entidades donantes deberían adaptar los requisitos de apoyo para las organizaciones de la sociedad civil (OSC) juveniles y promover criterios de selección más claros y públicos. Además, resalta que es necesario crear fondos semilla para las OSC juveniles y nuevas, como los que están ampliamente disponibles para las “start-ups” o empresas emergentes.

    “Los donantes deben ver que muchos jóvenes y organizaciones juveniles están haciendo grandes cosas, generando un gran impacto a nivel de comunitario, en lugares donde los donantes no van o no pueden llegar, y que están aportando más de lo que tienen para lograrlo... Pero no tenemos el apoyo, los fondos, las redes y las conexiones para tener un mayor impacto ", destacó el activista. "Tienen que darle una oportunidad a los jóvenes".

    YALF es miembro de CIVICUS desde el 2017. Contáctelos a través de su sitio web, página de Facebook o siga a @YalfAfricaen Twitter.

    Conozca más sobre Impact 5000

    La iniciativa Impact 5000 de YALF busca empoderar a 5 000 niñas, jóvenes y mujeres en África al impulsar la educación de las niñas, el desarrollo de habilidades de las mujeres, capacitaciones vocacionales, seminarios de finanzas, simposios empresariales,programas de apoyo informático y el desarrollo de PYMEs para mujeres y  jóvenes, entre otros. Mire este video para aprender más y, si desea apoyarlos, comuníquese con .

  • Ghana: “La gente quiere que las OSC sigan trabajando y prosperen, no que cierren”

    Este artículo es parte de la serie #HistoriasDeResiliencia, coordinada por CIVICUS para destacar los esfuerzos de grupos y activistas que promueven mejores prácticas de financiación y movilización de recursos valiosos para la sociedad civil.

    Omolara WACSIEn los últimos cinco años, el West Africa Civil Society Institute (WACSI) ha promovido incesantemente la sostenibilidad de las organizaciones de la sociedad civil (OSC) en África Occidental, especialmente en Ghana, luego de ver varias OSC cerrando sus puertas por limitaciones financieras.

    CIVICUS conversó con Omolara Balogun, quien lidera la unidad de Influencia en Políticas y Abogacía de WACSI, sobre sus esfuerzos para apoyar la resiliencia de las OSC en esta región, que incluyen realizar estudios y establecer alianzas con actores regionales e internacionales –como el Grupo de Afinidad de Asociaciones Nacionales (AGNA, por sus siglas en inglés) apoyado por CIVICUS– para concientizar, diseminar aprendizaje, crear capacidades y promover mejores condiciones para que la sociedad civil pueda mantenerse a flote y prosperar.  

     

    ¿Cómo se involucró WACSI en promover la sostenibilidad de las OSC en África Occidental?

    Nuestro interés empezó en el 2014, al ver cambios contundentes en el contexto de financiación para el desarrollo, específicamente, una baja en los fondos aportados por los donantes extranjeros “tradicionales” para la sociedad civil. Antes, WACSI tenía suficientes recursos para proveer de forma gratuita sus servicios de capacitación, abogacía, investigación y documentación del trabajo de la sociedad civil; sin embargo, ese esquema de trabajo gratis dejó de ser sostenible cuando empezamos a recibir menos fondos. Entonces decidimos solicitar una pequeña contribución a quienes atendían nuestras capacitaciones, pero para nuestra sorpresa, muchas personas y organizaciones no podían pagarlo. Escuchamos quejas constantes sobre donantes que redujeron sus aportes o imponían requisitos más estrictos para aplicar por financiamiento, una mayor “proyectización” de los fondos y menor disponibilidad de fondos básicos para cubrir gastos administrativos y la formación del personal de las organizaciones. Nuestro interés en el tema creció mientras esta tendencia continuaba, así que decidimos facilitar un debate sectorial sobre la sostenibilidad de las OSC en África Occidental.

    Uno de los primeros pasos que tomaron fue investigar la situación financiera de las OSC en Ghana. ¿Cuáles fueron los hallazgos principales?

    Ese mismo año recibimos fondos iniciales de STAR-Ghana y comisionamos el estudio piloto llamado “El estado de la sostenibilidad de las organizaciones de la sociedad civil en Ghana”, publicado en el 2015. El estudio involucró a OSC de distintas categorías para identificar y entender quiénes estaban ‘luchando’, ‘sobreviviendo’ o ‘prosperando’ en cuanto a su sostenibilidad financiera, operativa, de intervención y de identidad. Los resultados indicaron que la minoría de las OSC estaban prosperando en todas las áreas y eran aquellas con acceso estable a fondos de donantes internacionales tradicionales. La mayoría estaba apenas sobreviviendo con fondos para cubrir sus gastos administrativos y realizar actividades en el presente, pero no sabían si lograrían obtener recursos para mantenerse trabajando y relevantes el día de mañana. Por último, una cantidad significativa estaban luchando hasta para terminar de implementar proyectos, pagar alquileres y salarios. De hecho, vimos aliados con una misión valiosa y con intervenciones reconocidas en el tema de paz y conflicto, quienes tuvieron que cerrar sus puertas.

    También se encontró que las OSC sufren retos de sostenibilidad en diversas áreas. Algunas pasan por crisis de identidad al tener que abandonar su misión, visión, estrategia y alianzas originales para buscar dinero otras áreas donde hay más financiamiento. A nivel del sector, aumentó la competencia entre OSC por fondos pequeños, reduciendo las oportunidades de colaboración y de lograr impacto colectivo. Si estas dinámicas no se corrigen, representan una amenaza de extinción para más organizaciones.

    La conversación sobre la sostenibilidad de la sociedad civil ha ganado terreno. ¿Cómo logró WACSI comprometer a distintos actores en una agenda positiva y proactiva?

    Desarrollamos un programa integral de sostenibilidad para integrar a diversas OSC en diálogos sistemáticos entre nuestro sector, donantes locales e internacionales, y el gobierno sobre las amenazas, retos y oportunidades para la sostenibilidad de la sociedad civil. Asimismo, promovimos el diseño de un programa de fortalecimiento para todas las OSC, en especial para las que están sobreviviendo y luchando. Esta fase piloto en Ghana ha sido positiva. Las principales reacciones que recibimos indican que la gente quiere que las OSC sigan trabajando y prosperen, no que cierren. Los donantes, las comunidades representadas, el sector privado y hasta el gobierno reconocen el trabajo y el valor que traemos al sector de desarrollo. Todos están interesados en la sostenibilidad de las OSC.

    WACSI recibió apoyo de la red AGNA para establecer diálogos nacionales sobre movilización de recursos locales. ¿Cómo les ayudó a avanzar sus esfuerzos?

    La ayuda de AGNA fue instrumental para involucrar a las OSC, donantes, el sector privado y, pronto, a representantes del gobierno en explorar qué condiciones se deben crear o mejorar para que las OSC movilicen recursos domésticos como una alternativa de ingresos que apoye su sostenibilidad financiera.

    Los diálogos con las OCS nos permitieron mapear sus principales fuentes de ingresos en la actualidad, ver qué opciones podrían explorar para diversificar sus recursos y qué habilidades, conocimientos y herramientas necesitan. Así identificamos dos alternativas fuertes: promover más filantropía local y los emprendimientos sociales (algunas OSC ya están haciéndolo). Sin embargo, encontramos varios retos: la mayoría de OSC están frustradas con estos cambios luego de trabajar siempre bajo modelos caritativos, otras resaltan que hacen falta capacidades en el sector para explorar dichas alternativas y algunas organizaciones dedicadas a la abogacía, los derechos humanos y temas políticos dicen que generar ingresos va contra su misión, enfoque e identidad.

    Hablamos con actores del sector privado para entender cómo las OSC podrían acceder a recursos de sus programas de Responsabilidad Social Corporativa y de sus fundaciones privadas. Aprendimos que este sector está enfocado en hacer inversiones, por lo que las CSO debemos adaptarnos y desarrollar habilidades de negocios, una mentalidad de lucro y formas de proveer visibilidad a las alianzas con entidades privadas. Pero también vemos la necesidad de educar al sector privado sobre el rol de la sociedad civil en asegurar un ambiente de estabilidad social, justicia y paz y otras condiciones que les permiten hacer negocios sin barreras, lo cual es una buena razón para invertir en las OSC.

    Adicionalmente, tuvimos conversaciones honestas con donantes tradicionales (bilaterales, multilaterales, embajadas) sobre sus recortes en el financiamiento, prioridades cambiantes y requisitos más estrictos de las subvenciones, y expresamos preocupación sobre el creciente uso de intermediarios (como firmas consultoras del Norte) que representan una pérdida de dinero para el sector y relega a las OSC al rol secundario de sub-beneficiarios. Los donantes representados señalaron que esto obedece a decisiones de sus gobiernos, alineadas con las agendas de política exterior, y llamaron la atención sobre la falta de capacidades en las OSC para absorber el financiamiento existente y presentar ideas innovadoras en las propuestas. Es claro que, para mejorar las probabilidades de acceder fondos tradicionales y alternativos, la sociedad civil debe invertir en fortalecer sus capacidades y en mejores sistemas de rendición de cuentas.

    ¿Cuál será el enfoque de los diálogos con el Gobierno?

    Principalmente la necesidad de marcos legislativos que les permitan a las OSC diversificar sus ingresos sin trabas o contradicciones legales, que habiliten las condiciones aptas para la movilización de recursos domésticos y que remuevan leyes represivas o en contra de su sostenibilidad operativa y financiera. En este sentido, se debe crear una legislación para emprendimientos sociales adaptada a las OSC porque, con las leyes actuales, las organizaciones pueden perder su estatus de entidad sin fines de lucro al generar ingresos o movilizar cierto tipo de recursos, o pueden pedirles registrar sus emprendimientos sociales como empresas lucrativas que deben pagar impuestos sobre el dinero generado para causas caritativas, lo que no tiene sentido. También abogaremos por incentivos fiscales para promover la filantropía local dirigida a OSC. Finalmente, debemos discutir cómo el Gobierno puede proveer directamente más recursos para las OSC y dejar de competir con nuestro sector por fondos tradicionales, ya que los donantes tienden a privilegiar a los gobiernos debido a que esas alianzas les brindan más visibilidad que trabajar con OSC.

    Los emprendimientos sociales son una tendencia muy fuerte, ¿pero son en realidad una alternativa de ingresos que sirve a la mayoría de OSC?

    Es una posibilidad más apta para organizaciones ya dedicadas a proveer servicios. A las OSC que trabajan influenciando políticas, en abogacía o derechos humanos se les dificulta más vender algún servicio y, además, son las más preocupadas sobre comprometer su misión y valores al generar ingresos. Este es un reto que debemos atender de forma colectiva porque estas organizaciones son las que promueven cambios sociales críticos y deben tener apoyo para sostenerse.

    ¿Cuáles son las siguientes acciones clave para avanzar esta agenda de sostenibilidad del sector?

    Es primordial arreglar la legislación conflictiva sobre empresas sociales, crear incentivos fiscales y recursos como capital inicial para que las OSC inicien emprendimientos sociales. Para las OSC, la prioridad es adquirir conocimiento y capacidades en emprendimiento social, innovación, inversiones de impacto y alianzas corporativas, así como cambiar la mentalidad caritativa y crear planes viables de diversificación de ingresos. Adicionalmente, para movilizar recursos y apoyo local, muchas OSC deben construir o fortalecer relaciones con las poblaciones que representan, que se han descuidado al priorizar la agenda de los donantes por años. Será más difícil para la gente apoyar a la sociedad civil si no están conectados con nuestra misión, visión, trabajo y el valor que aportamos para mejorar sus condiciones de vida.

    WACSI también está practicando lo que predica. Cuéntenos sobre sus esfuerzos para generar ingresos alternativos para la organización.

    WACSI adoptó un enfoque basado en los activos para recortar costos y generar ingresos. Por ejemplo, estamos rentando nuestras salas de conferencias y el equipo de interpretación a otras organizaciones, a precio subsidiado. Además, hemos ahorrado miles de dólares en traducciones en los últimos tres años mediante una alianza con el Ghana Institute of Languages (Instituto de Lenguas de Ghana), permitiendo a sus estudiantes hacer una pasantía de un mes en WACSI para adquirir experiencia laboral mientras nos ayudan con traducciones e interpretaciones. Aunque estas iniciativas no son suficientes para dejar de requerir financiamiento externo, son un paso firme en la dirección correcta.

    Contacte a WACSI mediante susitio web, página deFacebook o siguiendo a@WACSI en Twitter.

  • Lecciones clave de probar métodos de desarrollo no tradicionales en Malawi

    Por Dinah Sandoval y Alexis Banks,Root Change

    Este artículo es parte de la serie #HistoriasDeResiliencia, coordinada por CIVICUS para destacar los esfuerzos de grupos y activistas que promueven mejores prácticas de financiación y movilización de recursos valiosos para la sociedad civil.

    El cambio real ocurre cuando las comunidades locales están liderando, aprovechando sus recursos, ideas y experiencia para implementar soluciones a sus propios problemas. Desafortunadamente, con mucha frecuencia, las iniciativas de desarrollo subestiman a las comunidades y los recursos locales en el diseño y ejecución de sus programas. En Root Change deseamos romper este patrón dentro del sector del desarrollo y gracias a nuestro trabajo reciente con el programa “Local Works”, financiado por USAID, tuvimos la oportunidad probar enfoques alternativos al modelo de desarrollo tradicional en Malawi.

    Durantes dos años, trabajamos junto a Keystone Accountability, una organización innovadora, y a Youth and Society (YAS), una organización de la sociedad civil líder en Malawi, para implementar dos laboratorios sociales en este país africano. Los laboratorios reunieron a diversos actores locales para crear, probar y reflexionar sobre experimentos a corto plazo para atender desafíos locales, integrar las voces de la comunidad y mejorar la confianza y la responsabilidad a nivel local.

    Este trabajo nos dejó lecciones importantes sobre la importancia de escuchar a las comunidades antes de implementar acciones, de establecer relaciones locales basadas en la confianza y la responsabilidad mutua, y de crear un entorno apto para que las comunidades reconozcan y aprovechen los recursos locales. A continuación, compartimos los métodos que utilizamos y las lecciones clave que aprendimos.

    Gira de escucha

    Group 3 meeting Malawi

    Para comprender mejor el clima sobre la ayuda extranjera y el desarrollo en Malawi, nuestro trabajo comenzó con una visita a 120 actores ​​diversos en todo el país, a quienes les hicimos esta simple pregunta: "¿cómo se siente ser el receptor de este tipo de ayuda?"

    Los participantes expresaron su frustración con la naturaleza "extractiva" de interminables encuestas, evaluaciones de necesidades y visitas de campo realizadas por los donantes y organizaciones internacionales. La mayoría no pudo recordar un momento en que les compartieron algún resultado o se exploraron junto ellos mediante el diálogo y la reflexión. Algunos creen que estas actividades de aprendizaje y evaluación son simplemente formas de validar las agendas preexistentes de quienes ostentan el poder.

    En este tour de escucha identificamos cuatro "trampas" recurrentes en los esfuerzos de desarrollo:

    1. el financiamiento restrictivo ha generado dependencia;
    2. faltan canales establecidos para la participación y retroalimentación de los constituyentes; 
    3. los esfuerzos para desarrollar capacidades ignoran la complejidad; y
    4. las prácticas extractivas de medición impiden que las comunidades se beneficien de los datos que ellas mismas producen.

    Una alianza local basada en la responsabilidad mutua

    La idea de crear los laboratorios sociales nació de la gira de escucha. Sin embargo, los comentarios que habíamos recibido dejaron en claro que, como ONG internacionales, debíamos replantearnos radicalmente la forma en que nos relacionamos con los actores locales. Para hacer los laboratorios necesitábamos un socio local de confianza y establecer una alianza bajo un modelo no tradicional.  

    YAS fue nominado por muchos durante la gira de escucha como un dinámico actor local que tiene una red social profunda y confiable en Malawi. A diferencia de las relaciones de financiamiento tradicionales y altamente directivas, Root Change y Keystone Accountability establecieron con YAS una alianza centrada en respeto, responsabilidad mutua, toma de decisiones conjunta, transparencia financiera y dignidad. YAS estuvo involucrado a lo largo de todo el proceso de toma de decisiones: facilitando las actividades del programa, creando herramientas y participando como un socio equitativo en las discusiones sobre el presupuesto y la planificación del proyecto. El "valor de la igualdad radical estuvo presente en nuestra alianza y en el laboratorio social", confirmó el fundador de YAS, Charles Kajoloweka.

    Para lograr esto, los equipos de Root Change y Keystone Accountability debimos desarrollar un conjunto de habilidades nuevas, soltar el control y estar cómodos con ello, involucrarnos de manera auténtica, creer genuinamente en la capacidad del socio local y aceptar que hay muchas maneras de alcanzar los objetivos compartidos.

    Laboratorios sociales y subvenciones para ‘microacciones’ 

    Juntos, lanzamos dos laboratorios sociales –uno en Rumphi en el norte del país y otro en Mulanje en el sur– con un taller de diseño de 5 días que convocó a representantes de la sociedad civil, gobiernos distritales, líderes comunitarios y ciudadanos. Más de 60 personas participaron en cada laboratorio para identificar problemas locales, diseñar y probar soluciones a través de experimentos de dos meses llamados microacciones. Se conformaron 11 equipos para dirigir microacciones que incluían desde incorporar la opinión ciudadana en la toma de decisiones del gobierno local, hasta crear una carta de servicios para responsabilizar a las ONG locales por los proyectos que implementan. Cada dos meses, los equipos se reunían para reflexionar sobre los resultados y aprendizaje de sus microacciones, e iterar sobre sus diseños.

    Cada equipo recibió micro subvenciones de US$500 para gastos de transporte y las reuniones relacionados con sus microacciones. En lugar de solicitarles reportes tradicionales sobre las subvenciones, se utilizaron encuestas cortas de retroalimentación para permitirle a los participantes del laboratorio debatir sobre el uso de los fondos por parte de todo el laboratorio social. A través de estas discusiones, ellos mismos revelaron y resolvieron problemas de desconfianza y mal uso de los fondos, creando responsabilidad interna.

    El desafío “Changemakers Innovation Challenge”

    En el proceso de experimentación, los equipos de los laboratorios sociales encontraron un desafío sistémico y cultural creado por el sistema de ayuda exterior: al inicio fue difícil involucrar a las comunidades en sus actividades de microacción porque las personas estaban acostumbradas a pedir remuneraciones o compensaciones monetarias por participar.

    Los equipos decidieron buscar una solución de manera colectiva: publicaron un anuncio en el periódico nacional para solicitar ideas innovadoras que aumentaran la participación sin remuneraciones, y lo llamaron “Changemaker Innovation Challenge” (en español: Reto Artífices de Cambio). Seleccionaron tres ganadores entre varios que enviaron propuestas desde todo el país, quienes se unieron a los laboratorios para probar sus ideas. Los tres propusieron involucrar a los miembros de la comunidad desde el inicio y en todo el ciclo de vida de los experimentos, desde la identificación del proyecto hasta la implementación, porque esto es fundamental para fomentar la transparencia, la responsabilidad y la apropiación de los experimentos, anticipando que impulsaría la participación sin pagos. Sus enfoques se están probando y la respuesta inicial indica que la demanda por remuneraciones ya no es un gran obstáculo. "Esto dice que ya tenemos soluciones a nivel local", dijo Kajoloweka.

    A través de Local Works, hemos tenido la oportunidad de explorar modelos alternativos de desarrollo que resaltan y aprovechan los recursos locales. Mientras reflexionaba sobre la sostenibilidad de los laboratorios sociales y sus participantes, Kajoloweka dijo: "hoy ya no son ‘participantes’, son actores activos, dueños del laboratorio social. Incluso han abierto su propia cuenta bancaria y comenzaron a reunir sus propios recursos para esta iniciativa".

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  • México: Más que una tendencia, la filantropía comunitaria ha sido esencial para empoderar al pueblo

    Este artículo es parte de la serie #HistoriasDeResiliencia, coordinada por CIVICUS para destacar los esfuerzos de grupos y activistas que promueven mejores prácticas de financiación y movilización de recursos valiosos para la sociedad civil.

    En América Latina hay una tradición fuerte de generosidad y solidaridad entre vecinos, comunidades y pueblos quienes no dudan en unir esfuerzos y recursos para ayudar a un individuo o solucionar problemas colectivos. En varios lugares siempre ha existido lo que ahora llamamos filantropía comunitaria, aunque de manera informal. Pero en las últimas décadas, esa filantropía comunitaria se ha formalizado con el establecimiento de fundaciones comunitarias que se han convertido en un pilar para la sociedad civil y el desarrollo.

    México es el país de la región que tiene más fundaciones comunitarias. La mayoría está consolidada y lidera esfuerzos de filantropía comunitaria, inversión social estratégica, desarrollo e incluso de acción humanitaria. Por ejemplo, tras los devastadores terremotos ocurridos en el 2017, muchas fundaciones fueron centrales para atender las emergencias y reconstruir las zonas afectadas. Su labor es ampliamente reconocida, gozan de sólida legitimidad entre sus poblaciones y de la confianza de donantes nacionales e internacionales.

    Comunalia es una alianza conformada por 14 fundaciones comunitarias de 13 estados de México, la cual lleva nueve años apoyando su trabajo y fortalecimiento. Conversamos con Mariana Sandoval, directora ejecutiva, e Ixanar Uriza, exvicepresidenta*, sobre la importancia de estas fundaciones y de la filantropía comunitaria para la sociedad civil mexicana.

    ¿Cuáles son las características de una fundación comunitaria que la diferencian de otras fundaciones filantrópicas?

    Uriza: Son fundaciones de las comunidades que recaudan recursos de varias fuentes, propios y externos, para invertirlos en beneficio local, gestionados por organizaciones de la sociedad civil (OSC) locales y las comunidades. Se caracterizan por cubrir una zona geográfica específica; por ser expertas en conocer las características y necesidades de su comunidad; por tener liderazgo y defender los intereses y prioridades de la comunidad, y por tener capacidad de aliarse con otros actores por el bien común.

    Hay mucho interés alrededor del mundo en expandir la filantropía comunitaria. ¿Cómo han logrado estas fundaciones en México posicionarse como un canal sólido y legítimo para movilizar recursos para la sociedad civil local?

    Sandoval: La reputación y legitimidad se ha construido tras muchos años de trabajo. Algunos miembros de Comunalia tienen más de 20 años operando. Además, es clave que las fundaciones son más que un intermediario de fondos; son una fuente experta de conocimiento del contexto social, necesidades y prioridades de las comunidades. Esto le da confianza a las comunidades que saben que se está velando por su agenda y que en cierta forma orientamos a los donantes externos sobre estas prioridades. Por su parte, los donantes encuentran en las fundaciones el mejor asesor para reconocer las áreas más aptas para hacer inversión social y establecer alianzas con OSC locales.

    Hay muchos ataques contra las OSC en América Latina. ¿Cómo pueden ayudarles las fundaciones comunitarias a enfrentar estos retos además de los financieros?

    Sandoval: Aparte de ser asesoras, filtros y puntos de enlace entre los donantes y las organizaciones locales, las fundaciones comunitarias cumplen un rol clave de fortalecimiento. Muchas fundaciones trabajan con grupos y colectivos que no están establecidos formalmente y, además de ayudar a conseguirles fondos, les dan asistencia técnica mientras se consolidan. Las organizaciones ya establecidas también consideran a las fundaciones como su primer punto de apoyo cuando tienen retos en general, convirtiéndose en aliados estratégicos. Además, el hecho de que las fundaciones se dedican a movilizar los recursos les permite a las OSC enfocarse en hacer su trabajo de campo, mejorarlo y multiplicar su impacto. Nos queda por delante el reto de ofrecer más y mejor apoyo en incidencia en políticas públicas para mejorar las condiciones en que se desarrollan las OSC en México.

    ¿Se podría decir entonces que están empoderado a la sociedad civil?

    Uriza: Las fundaciones no solo fortalecen a la sociedad civil, de alguna forma también le han posibilitado crecer. Un ejemplo concreto es el de la Fundación Comunitaria Malinalco, la cual empezó a apoyar proyectos hace diez años cuando no había OSC en ese municipio, mientras que ahora hay 23. La presencia de la fundación ayudó a despertar a la sociedad civil en este lugar.

    ¿Están las fundaciones comunitarias adelante de la tendencia de los últimos años de “transferir el poder a las comunidades” (conocido en inglés como Shift the Power)?

    Uriza: La filantropía comunitaria ha existido desde siempre en América Latina, es una práctica prehispánica. Mientras que la idea de transferir el poder a las comunidades se ha convertido en una tendencia reciente, para las fundaciones comunitarias ha sido siempre nuestra metodología de trabajo; no concebimos la idea de movilizar y dar un fondo sin escuchar primero a la comunidad y priorizar sus necesidades e intereses.

    ¿Qué metas nuevas tienen las fundaciones comunitarias parte de Comunalia?

    Sandoval: Como dijimos antes, tenemos robustecer el apoyo en incidencia política y social que brindan las fundaciones las OSC, que ha cobrado relevancia frente a las crecientes amenazas sobre el espacio cívico. La mayoría de las fundaciones ya está haciendo muy bien su trabajo de movilización y manejo de recursos, pero sabemos que en este contexto no es suficiente, en especial para las organizaciones que trabajan en justicia social. Algunas fundaciones están avanzadas en este trabajo de incidencia en sus territorios, pero a muchas les falta desarrollar esta función.

    * Ixanar Uriza era la vicepresidenta de Comunalia cuando se realizó la entrevista.

    Contacte a Comunalia mediante susitio web y siga sus cuentas deFacebook yTwitter.

  • República Dominicana: grandes oportunidades pero mayores retos para la movilización de recursos domésticos

    Este artículo es parte de la serie #HistoriasDeResiliencia, coordinada por CIVICUS para destacar los esfuerzos de grupos y activistas que promueven mejores prácticas de financiación y movilización de recursos valiosos para la sociedad civil.

    AddysEl término sostenibilidad se utiliza cada día más por las organizaciones de la sociedad civil (OSC) en América Latina y el Caribe, las cuales se sienten crecientemente desafiadas por los constantes cambios en la arquitectura de financiación que da soporte a la región. Primero, la crisis financiera global que sumergió al mundo hace una década redujo significativamente la cooperación internacional que era la fuente principal de fondos para la mayoría del sector. Luego, las nuevas realidades producto de las economías en desarrollo también han afectado la cantidad y el tipo de fondos accesibles para las OSC. Y no se puede dejar de mencionar la presión en el financiamiento impuesta por el auge del populismo en muchos países. Bajo estas circunstancias, un número creciente de OSC se preguntan si podrán asegurarse un futuro.

  • Sociedad civil en América Latina se abre paso en la economía colaborativa

    Este artículo es parte de la serie #HistoriasDeResiliencia, coordinada por CIVICUS para destacar los esfuerzos de grupos y activistas que promueven mejores prácticas de financiación y movilización de recursos valiosos para la sociedad civil.

    En junio del 2017, las organizaciones de la sociedad civil (OSC) que conforman el Centro Regional de Innovación para el Cambio en América Latina y el Caribe –Innovación para el Cambio (I4C) es una red global apoyada por CIVICUS y Counterpart International– lanzaron una plataforma de economía colaborativa para encontrar recursos alternativos en momentos que la cooperación internacional se debilita en la región. La plataforma, llamada ComuniDAS, facilita el trueque de servicios entre OSC latinoamericanas, pero su enorme potencial está seduciendo también al sector privado y a OSC fuera de la región.  En mayo, la iniciativa ganó el premio de voto popular en la SID-Washington Innovation Competition 2019y pronto será replicada por el Centro Regional de I4C en Medio Oriente y el norte de África. 

    Gerardo TorresHablamos con Gerardo Torres, vocero de ComuniDAS, sobre la experiencia de crear esta plataforma, sus retos y fortalezas.

    ¿Cómo nació la idea ComuniDAS?

    Nació en el 2016, cuando nos reunimos 45 OSC para formar el Centro Regional de Innovación para el Cambio en América Latina y el Caribe. Estábamos discutiendo los principales retos de financiación para OSC en la región y qué podíamos hacer al respecto; entonces salió el tema de economía colaborativa, el cual resonaba internacionalmente y según la revista Times era una de las 10 ideas que cambiaría el mundo. En América Latina había algunos casos de éxito como una plataforma que surgió en Chile después del terremoto, mediante la cual las comunidades afectadas se organizaban para recolectar recursos y comprar artículos de necesidades comunes, y varias iniciativas relacionadas con el medio ambiente.  Así vimos la oportunidad de mapear nuestras necesidades y en qué éramos buenos cada uno, con la idea de intercambiar recursos bajo el modelo de economía colaborativa, fortalecer la solidaridad entre OSC y luego atraer solidaridad de otros sectores.

    ¿Qué retos de acceso a recursos para las OSC desean atender con ComuniDAS? 

    Identificamos tres retos principales. Primero, se necesitan alternativas de financiación porque la cooperación internacional –una fuente principal de recursos para la sociedad civil– se está retirando de la región para enfocarse en otras áreas del mundo. También notamos que las OSC más tradicionales, como las que nacieron en la década de 1970 entre guerras civiles y enfocadas en derechos humanos, tienen dificultades para crear alianzas con el sector privado sin sentir que pierden su autonomía. Por último, el World Giving Index señala que América Latina y el Caribe tiene una de las culturas filantrópicas más débiles del mundo, lo que se refleja en la escasa solidaridad dentro del sector de sociedad civil. Las OSC casi no comparten conocimientos ni recursos a pesar de que muchas tienen grandes fortalezas y capacidad para hacerlo.

    ¿Cuáles facilidades y dificultades han enfrentado al implementar un proyecto con conceptos innovadores para el sector?  

    Encontramos mucho interés tanto en la economía colaborativa como en que la sociedad civil lidere proyectos de innovación. Esto facilitó obtener apoyo, asesoría y herramientas de expertos en el tema, como el renombrado Albert Cañigueral, de entes que están impulsando la economía colaborativa, como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) e, incluso, del sector privado.  

    Hallamos varias dificultades. Al inicio pensamos que la plataforma podría basarse en la solidaridad para que una OSC grande con más recursos y capacidades ayude a una OSC pequeña a cambio de otro servicio. Sin embargo, en la práctica, el éxito de estos intercambios reside en asegurar la confianza y la reciprocidad entre los miembros para que provean los servicios prometidos y a tiempo, y no teníamos cómo hacerlo. Otro desafío es evitar agudizar la brecha entre las OSC más fuertes que tienen algo que intercambiar y capacidad participar en este tipo de iniciativas de innovación y las otras más pequeñas y de base que tienen necesidades, pero quizá no pueden ofrecer algo a cambio. Contar con la tecnología para la plataforma también ha sido difícil porque no existía en la región algo listo para usar, entonces tuvimos que desarrollarlo.

    ¿Cómo han resuelto la necesidad de asegurar la reciprocidad y la confianza? 

    Hay mecanismos como permitir a los usuarios publicar evaluaciones o críticas de miembros con los que han hecho intercambios, pero no son suficientes. Revisamos cómo lo abordan otras plataformas del sector privado y encontramos una plataforma de economía simbiótica en Estados Unidos, llamada Simbi, en la cual se acumulan créditos virtuales por un servicio prestado, que pueden canjearse por varios servicios de otros miembros de la comunidad. Esto nos llamó la atención porque permitiría a los miembros de ComuniDAS ofrecer un servicio y guardar sus créditos si no necesitan recibir un servicio de inmediato, también resultaría más útil para atraer a empresas privadas que operan con parámetros precisos. Con esta idea en mente, estamos desarrollando una moneda social que marcará otra etapa para ComuniDAS. En este momento conectamos los usuarios, pero los intercambios ocurren afuera de la plataforma, con la moneda social todo ocurrirá dentro de la comunidad.   

    Con respecto al segundo desafío, ¿cómo se podría ayudar a las OSC más pequeñas con necesidades urgentes de recursos a beneficiarse de plataformas como ComuniDAS?

    Una plataforma como esta no resuelve urgencias como pagar gastos operativos, pero puede facilitar que estas OSC exploren alianzas que les ayuden a seguir cumpliendo su misión. Estamos intentando atraer apoyo del sector privado que sea apto para OSC de base que trabajan en temas más abstractos como derechos humanos, y estamos promoviendo el valor del retorno social. También seguimos pensando en cómo hacer el puente entre las OSC grandes, las más tecnológicas, las que apuestan al emprendimiento social –que están capitalizando más los fondos de grandes donantes– y esas OSC pequeñas y de base que tienen la ventaja de llegar a poblaciones y sectores que las OSC más “cool” no alcanzan. No tenemos todo resuelto, pero buscamos opciones. Lograr que la innovación sea inclusiva es un reto para todo el sector.

    ComuniDAS ganó un premio de innovación y pronto será replicada en Medio Oriente y el norte de África, ¿cuáles fortalezas le han facilitado este éxito?

    Primero, el hecho de ser un esfuerzo regional e innovador creado y liderado por la sociedad civil para buscar recursos alternativos a la cooperación internacional. Estamos pasando de la idea de que los donantes tienen que financiarnos a promover un modelo en que las OSC capitalizan sus propios recursos y además saben vender su propuesta y demostrar valor afuera del sector, lo que requiere no satanizar la rentabilidad, promover la transparencia y la rendición de cuentas y contar con un plan estratégico. Esto nos has permitido lograr alianzas exitosas con el sector privado, municipalidades y otros actores. Otra fortaleza es que la tecnología de ComuniDAS se adapta a las necesidades del sector porque fue desarrollada por OSC.  Y al ser de código abierto puede ser replicada, como lo está haciendo el centro de I4C en Medio Oriente y el norte de África, que lanzará la plataforma en unos cuatro meses. Nuestro sueño es que en el futuro existan intercambios globales, por ejemplo, entre OSC de Honduras, Egipto y de otros países. Esto multiplicaría los recursos y la solidaridad para la sociedad civil en el mundo.

    Contacte o únase a ComuniDAS a través de su página web. En este video puede ver un demo de la plataforma.

     

  • Transferir el poder y recursos a los movimientos de base

    Lograr que los activistas y grupos de base o comunitarios ubicados en el sur global puedan movilizar el apoyo adecuado para enfrentar los crecientes problemas ecológicos, sociales, políticos y económicos que los afectan es un reto muy serio que requiere toda nuestra atención. Estos grupos tienen dificultades significativas para acceder a recursos financieros y de otros tipos que les permitan sostener su trabajo.

    Como respuesta a este reto, CIVICUS emprendió un proceso de consulta para identificar, de forma participativa, mecanismos potenciales que aumenten la escala y calidad de los recursos nacionales e internacionales disponibles para estos grupos y movimientos. Durante cinco meses, tuvimos el privilegio de aprender de activistas, organizadores, líderes juveniles y donantes progresistas de varios países sobre los retos en el acceso a recursos para actores de base, de probar soluciones potenciales y de cocrear escenarios con base en sus experiencias, ideas audaces y profundo entendimiento de los problemas sociales.

    Esta consulta es un intento para aterrizar las conversaciones a un nivel práctico y explorar opciones que, en conjunto, podrían ayudar a empezar una transformación radical en la gama y calidad de recursos accesibles a los grupos de base. El proceso permitió comprobar la relevancia, atractivo y factibilidad de cuatro mecanismos de financiación potenciales que emergieron de la consulta. Las exploraciones integraron a los grupos que se desea beneficiar, incluyendo activistas de base de varios frentes, a instituciones financiadoras que los apoyan y a otros aliados estratégicos.

    Estos documentos presentan los principales insumos y resultados del proceso.

    “Transferir el poder y recursos a los movimientos de base: hallazgos de consultas con activistas y donantes”. Folleto que resume los mecanismos de financiación propuestos, así como los principales hallazgos y lecciones de las consultas.

    Understanding the Resourcing Landscape for Small and Informal Civic Society Groups in the Global South. Estudio bibliográfico preliminar elaborado para la investigación. Disponible en inglés.

    Addressing the Resourcing Problem: Strategic Recommendations on Mechanisms to Increase Resources Going to Civil Society Groups in the Global South. Reporte detallado sobre del proceso; incluye reacciones de los actores consultados. Disponible en inglés.

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