Honduras: Presentación al Comité de Derechos Humanos de la ONU sobre el deterioro del espacio cívico

Un nuevo informe presentado por CIVICUS y el Bufete Justicia para los Pueblos (BJP) al Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas expone serias preocupaciones sobre la situación del espacio cívico en Honduras. En dicho informe se destacan los desafíos existentes a pesar del marco jurídico destinado a proteger las libertades cívicas fundamentales. El informe se enmarca en la tercera revisión periódica de las obligaciones de Honduras bajo el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) en la 141ª sesión del Comité.

Honduras Country BriefPrincipales preocupaciones

El informe expone serias preocupaciones sobre la violencia y el acoso que enfrentan periodistas, personas defensoras de derechos humanos (PDDH) y organizaciones de la sociedad civil (OSC). A pesar de los mecanismos nacionales de protección, estos grupos siguen estando en un riesgo significativo.

La Ley de Protección para las y los Defensores de Derechos Humanos, Periodistas, Comunicadores Sociales y Operadores de Justicia, aprobada en 2015, junto con el Sistema Nacional de Protección establecido en 2016, fueron diseñados para proteger a este grupo de personas. Sin embargo, este sistema presenta deficiencias críticas, incluyendo una inadecuada financiación, así como carencias en la dotación de personal y en la coordinación. 

En 2023, al menos 13 PDDH fueron asesinadas y la mayoría de estos ataques letales estuvieron relacionados con conflictos sobre tierras y medio ambiente. En particular, personas defensoras como Óscar Oquelí Domínguez y Juana María Martínez fueron asesinadas en medio de una violencia y amenazas persistentes. La criminalización de PDDH, particularmente a través del delito de “usurpación” ha intensificado los desalojos y acciones legales contra quienes defienden los derechos de la tierra y el territorio. Además, los ataques a la comunidad Garífuna y a personas integrantes de OFRANEH ilustran la violencia sistémica e impunidad que enfrentan las PDDH. 

Aunque la Constitución hondureña garantiza la libertad de expresión, las y los periodistas operan en un entorno hostil con una impunidad generalizada en los casos de violaciones a los derechos humanos. Incidentes recientes, incluidos los asesinatos de periodistas y trabajadores de medios, amenazas y campañas de difamación, subrayan los graves desafíos a la libertad de prensa.

La situación se ve agravada por el estado de excepción en curso declarado por la Presidenta Xiomara Castro en noviembre de 2022, el cual ha sido renovado de manera persistente. Inicialmente dirigido a abordar la violencia de las pandillas, este estado de excepción ha conducido a la suspensión de derechos fundamentales, como las libertades de asociación y de reunión, y permite arrestos y allanamientos sin orden judicial. En este contexto, las autoridades han fallado en la protección de estas libertades, como lo evidencian los casos reportados de intimidación y vigilancia dirigida a los defensores de derechos humanos durante las protestas.

Además, el estado de excepción ha sido utilizado como una herramienta de represión, especialmente contra las comunidades rurales y PDDH. Por ejemplo, en el informe se detalla cómo la policía y el ejército han usado los poderes excepcionales para acosar a la comunidad campesina y pesquera de Tulito en Choluteca. Estas acciones han llevado a un estado de angustia perpetua y criminalización de PDDH, quienes enfrentan acusación por el delito como “usurpación”.

Recomendaciones

El informe concluye con varias recomendaciones para que el Comité de Derechos Humanos exhorte al Estado hondureño a tomar medidas, que incluyan:

  • Prevención y rendición de cuentas: El Estado debe tomar medidas efectivas para prevenir la violencia contra periodistas y PDDH, así como asegurar que tales actos sean investigados y que los perpetradores rindan cuentas.
  • Fortalecimiento de los mecanismos de protección: Debe reforzarse el Sistema Nacional de Protección para proteger eficazmente a periodistas y PDDH.
  • Levantamiento del estado de excepción: El Estado debe levantar el estado de excepción y restablecer las garantías constitucionales, asegurándose de que las medidas que se tomen para la seguridad pública no vulneren las libertades cívicas.

El espacio cívico en Honduras está calificado como Represivo by the CIVICUS Monitor.

Sobre el CIVICUS Monitor

Más de veinte organizaciones colaboran en el CIVICUS Monitor con el fin de proporcionar una base empírica para la acción encaminada a mejorar el espacio cívico en todos los continentes. Las libertades cívicas en 198 países y territorios se clasifican como ‘cerrado,’ ‘represivo,’ ‘obstruido,’ ‘estrecho ’ o ‘abierto ,’ basándose en una metodología que combina varias fuentes de datos sobre las libertades de asociación, reunión pacífica y expresión.

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Evaluación global del derecho a la protesta

Los manifestantes fueron detenidos en más de 90 países en el último año, revela un nuevo informe mundial

  • Hubo manifestaciones en más de 130 países.
  • Las manifestaciones fueron restringidas tanto en Estados autoritarios como en democracias maduras.
  • El coste de la vida, la corrupción y las restricciones por la pandemia fueron algunos de los catalizadores de las manifestaciones.

Desde Irán hasta Italia, la gente salió a las calles para exigir cambios políticos y sociales. Manifestantes y militantes se enfrentan a una serie de restricciones, según el nuevo estudio mundial del CIVICUS Monitor, una plataforma de investigación digital que hace un seguimiento de las libertades fundamentales en 197 países y territorios. La Evaluación Mundial de los Derechos de Manifestación de 2022 constató que, a pesar de estar amparados por el derecho internacional, estos derechos se vulneraron en más del 75 % de los países en los que se documentaron manifestaciones.

Los datos del CIVICUS Monitor demuestran que en por lo menos 100 países se aplicaron restricciones a la libertad de reunión pacífica entre octubre de 2021 y septiembre de 2022. Esta investigación estableció una cronología de las violaciones habituales que se produjeron tanto antes como durante y después de las manifestaciones. En numerosos países, se usaron leyes restrictivas o disposiciones de emergencia para dificultar la movilización ciudadana, por ejemplo, mediante la imposición de tasas o la exigencia de autorizaciones. Para impedir que se organicen movilizaciones, las autoridades recurrieron a la prohibición de todas las manifestaciones, a menudo aduciendo el riesgo de alteración del orden público, problemas de seguridad o motivos de salud pública, entre otras razones.

La detención de manifestantes fue la violación más frecuente. El año pasado, quienes ejercieron sus libertades fundamentales fueron detenidos en por lo menos 92 países. Los periodos de detención pueden durar unas horas o prolongarse indefinidamente. Los manifestantes pacíficos que se movilizaron contra la guerra en Ucrania y en solidaridad por los derechos de las mujeres iraníes, al igual que los militantes esrilanqueses que reclamaron un cambio de gobierno, permanecieron detenidos durante largos periodos.

El uso excesivo de la fuerza también fue recurrente durante las manifestaciones de este año. En más del 40 % de los países en los que registraron manifestaciones, se emplearon cañones de agua, porras, gases lacrimógenos y la fuerza bruta para reprimir a los manifestantes. Los casos de violencia policial fueron más frecuentes en las Américas y en la región de Asia-Pacífico.

El fenómeno más preocupante es la ejecución extrajudicial de manifestantes, la cual se produjo en por lo menos 24 países. Los manifestantes perdieron la vida en países de todo el mundo, desde Birmania a Estados Unidos. En muy pocos países, las autoridades llevaron a cabo investigaciones independientes y exigieron responsabilidades a los autores de los homicidios.

«Durante este año, la evolución de los derechos de manifestación ha sido desoladora en la mayoría de las regiones. El espacio para manifestarse está siendo fuertemente restringido en un momento en que los derechos cívicos son más que nunca necesarios para exigir responsabilidades a los gobiernos. Necesitamos que los gobiernos respeten el derecho de reunión pacífica, investiguen los abusos perpetrados por las fuerzas de seguridad y colaboren estrechamente con la sociedad civil para frenar esta espiral perversa y combatir las fuerzas autoritarias», afirma Julieta Zurbrigg, asesora de investigación del CIVICUS Monitor.

SOBRE EL CIVICUS MONITOR

Más de 20 organizaciones colaboran en el CIVICUS Monitor, una plataforma digital que hace un seguimiento de las restricciones a las libertades cívicas en todo el mundo. La coalición de investigación rastrea un total de 33 restricciones relacionadas con la libertad de asociación, la libertad de expresión y la libertad de reunión pacífica. Esas informaciones también sirven de base para la clasificación del espacio cívico de cada país, el cual puede ser calificado ya sea como cerrado, represivo, obstruido, estrecho o abierto.


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Recomendaciones para promover la justicia climática a través de un mayor reconocimiento y protección de las personas defensoras de la tierra

A medida que la crisis climática se agrava, también lo hace la violencia contra quienes protegen nuestro medio ambiente, lo que incluye los bosques en situación de riesgo climático. Para lograr una verdadera justicia climática, tenemos que abordar la situación de quienes trabajan en primera línea para exigir acciones climáticas. En todo el mundo, las personas que defienden el medio ambiente y trabajan por la justicia climática son objeto de una violencia, un acoso y una criminalización cada vez mayores. La mayoría de estas agresiones están relacionadas con conflictos territoriales en los que están implicadas industrias causantes de daños al medio ambiente -desde la deforestación por parte de las agroindustrias hasta la minería-, y sin embargo las empresas no rinden cuentas por estos daños.

COP27 Joint Brief ES

En este informe destinado a los responsables políticos que asisten a la reunión de las Naciones Unidas sobre el clima en Egipto (COP27), las organizaciones de la sociedad civil: EarthRights, Global Witness, Natural Justice, Sociedad Peruana de Derecho Ambiental, CIVICUS y la Coalición Internacional para el Acceso a la Tierra comparten sus recomendaciones para proteger a quienes están en la primera línea de la crisis climática y permitir la participación diversa, segura y efectiva de los observadores de la sociedad civil durante las COP y otras negociaciones internacionales sobre el clima.

 

Libertad de expresión y pandemia de COVID-19: panorama de restricciones y ataques

COVIDGraphics

Nuevo reporte del Monitor de CIVICUS señala:

  • Nuevos controles de censura han sido implementados durante la pandemia. 
  • La pandemia ha expandido el uso de leyes que criminalizan la desinformación – más de 35 países han adoptado o modificado medidas. 
  • Periodistas detenidos en más de 30 países por su cobertura de la pandemia. 

Ha pasado un año desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la pandemia global por COVID-19. Durante este período, CIVICUS ha documentado restricciones a las libertades cívicas persistentes e injustificadas. La más reciente investigación se enfoca en el estado de la libertad de expresión y las violaciones cometidas como respuesta directa a la pandemia.

La investigación abarca el período entre enero de 2020 y febrero de 2021 y señala dónde los gobiernos están usando al COVID-19 como un pretexto para censurar a los medios de comunicación y silenciar el disenso. En algunos países, los gobiernos han aprobado leyes y regulaciones que imponen restricciones indebidas a la libertad de prensa y acceso a la información. 

La censura y la detención de periodistas son algunas de las violaciones cubiertas en este reporte. Desde Tanzania hasta Turkmenistán, los gobiernos han prohibido y bloqueado la cobertura de los medios sobre la COVID-19. Mientras que en Chile y China, los gobiernos han llevado a la cárcel a los periodistas por su cobertura de la pandemia. 

La investigación demuestra como los periodistas, trabajadores de medios de comunicación y organizaciones de la sociedad civil han sido objeto de los excesos de los gobiernos y brinda más de 60 casos de estudio que ilustran tres tendencias: 

  • El uso de legislación restrictiva para silenciar las voces críticas, incluso mediante legislación sobre la desinformación. 
  • Censura y restricciones al acceso a la información, incluyendo la suspensión de medios de comunicación por su cobertura de COVID-19. 
  • Ataques a periodistas debido a su cobertura de la pandemia, a través de ataques físicos y arrestos. 

LEA EL ANÁLISIS

Libertades Cívicas y Pandemia de COVID-19: Panorama de restricciones y ataques

 

El 11 de marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud declaró que el brote de COVID-19 se había convertido en pandemia. La propagación de la pandemia y la respuesta de los Estados a esta crisis han provocado una modificación sin precedente de las condiciones de vida de gran parte de la población mundial. Para contener esta pandemia se ha impuesto una serie de restricciones a las libertades. Sin embargo, algunas de estas limitaciones han tenido efectos preocupantes sobre los derechos humanos y el espacio de la sociedad civil. En muchos casos estas medidas han continuado y reforzado las restricciones existentes en el espacio cívico.

El espacio cívico es la base de cualquier sociedad abierta y democrática y tiene su origen en las libertades fundamentales de las personas para asociarse, reunirse de forma pacífica y expresar libremente sus puntos de vista y opiniones. Desde 2016 el CIVICUS Monitor ha documentado y analizado el estado del espacio cívico en 196 países.

Distintos Estados han tomado medidas que incluyen la aprobación de leyes de emergencia, cuarentenas nacionales y restricciones de desplazamientos. Sin embargo, un mes después de la declaración de la pandemia, CIVICUS ha documentado varias tendencias alarmantes en el espacio cívico, a saber:

  • Restricciones injustificadas al acceso a la información y censura;
  • detención de activistas por la difusión de información esencial;
  • represión de los defensores de los derechos humanos y de los medios de comunicación;
  • violación del derecho a la privacidad y atribución de poderes excepcionales excesivamente amplios.

El derecho internacional de los derechos humanos reconoce que en el marco de emergencias públicas declaradas de forma oficial, incluidas las relacionadas con la salud pública que pongan en peligro la vida de un país, la restricción de algunos derechos puede justificarse, pero estas medidas deben contar con una base legal, ser estrictamente necesarias, tener una duración limitada, respetar la dignidad humana, estar sujetas a revisión, ser proporcionales a la consecución del objetivo, excluir cualquier tipo de discriminación y emplearse únicamente en la medida requerida por la emergencia en cuestión. Incluso cuando ha habido una declaración oficial del estado de emergencia, no deben infringirse los derechos fundamentales inderogables, como el derecho a la vida y a no ser sometido a tortura ni a tratos crueles, inhumanos o degradantes. Cuando no ha habido una declaración oficial del estado de emergencia, los derechos solo pueden restringirse durante la existencia de una amenaza para la salud pública, de acuerdo con las limitaciones vigentes en tiempos normales según lo establecido en las disposiciones correspondientes del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.

El derecho internacional es claro, pero existe preocupación por la posibilidad de que algunas de las medidas aplicadas por algunos Estados puedan exceder las restricciones justificables y afectar de forma negativa a las libertades cívicas. CIVICUS ha compilado información sobre cuestiones clave para el espacio cívico que han surgido debido a la respuesta de los gobiernos y de otros grupos a la pandemia de COVID-19. Estos datos plantean serias preocupaciones sobre el estado del espacio cívico en estos momentos. Esta información procede de grupos de la sociedad civil, activistas, medios fiables y documentos oficiales. Estas restricciones se están imponiendo en una gran variedad de países con diversas clasificaciones de su espacio cívico. A partir de ahora, cuando hagamos referencia a un país en este informe también mostraremos el color correspondiente a su calificación tal y como sigue:

  ABIERTO ESTRECHO OBSTRUIDO  REPRIMIDO CERRADO

Censura y restricciones al acceso a la información

En China, al principio el gobierno respondió al brote ocultando información a la población, subestimando el número de infectados y minimizando la gravedad de la infección. Las autoridades también censuraron numerosos artículos y publicaciones sobre la pandemia en las redes sociales, incluidos aquellos publicados por familias de personas infectadas que buscaban ayuda y por residentes de ciudades acordonadas que documentaban su vida diaria. En Brasil, mediante la aprobación de un decreto, el presidente Jair Bollonado eximió a los funcionarios del gobierno de responder a toda solicitud relacionada con la libertad de información durante el brote. Posteriormente, el Tribunal Supremo suspendió dicho decreto. El CIVICUS Monitor demostró que la censura fue la táctica más utilizada en 2019 por parte de los Estados para eliminar la información crítica y para silenciar a activistas, periodistas y críticos del gobierno. Los grupos de derechos humanos han documentado varios intentos de censura o de restricción de la información sobre la pandemia de COVID-19. Estas tentativas podrían haber impedido que los ciudadanos accedieran a información sobre la pandemia que podría haberles ayudado a protegerse a ellos mismos y a sus familias, y a hacer preguntas fundamentadas sobre las decisiones de las autoridades en respuesta a la pandemia.

En Turkmenistán el gobierno del presidente Gurbanguly Berdymukhamedov limita el uso de la palabra "coronavirus" tanto como le es posible con el fin de impedir la difusión de información sobre la pandemia. De hecho, ha ordenado la eliminación de esta palabra de los impresos sanitarios distribuidos en hospitales, escuelas y lugares de trabajo. En El Salvador, a los periodistas no se les ha permitido hacer preguntas relacionadas con la crisis y la respuesta del gobierno durante las ruedas de prensa.

En Vietnam, país en el cual el Estado controla todos los medios tradicionales y aplica una estricta censura en las redes sociales, las autoridades han reprimido a usuarios de Facebook y a blogueros que buscan comunicar información útil y oportuna sobre la pandemia. Hasta el 17 de marzo al menos 654 personas habían sido convocadas a las comisarías de policía para ser interrogadas por su publicaciones sobre el brote en Facebook, de entre estas, 146 recibieron una multa.

Durante esta crisis, los cortes de Internet perjudican directamente la salud y la vida de las personas, y socavan los esfuerzos para controlar la pandemia. El corte de Internet en la zona de Cachemira administrada por la India está impidiendo que los médicos accedan a información sobre el virus y que puedan informar a la población. En el estado de Rakáin, en Birmania, se han planteado inquietudes similares ya que allí también se ha producido un corte de Internet.

Amenazas y detenciones por críticas contra la respuesta estatal

También se han señalado detenciones y amenazas por críticas contra la respuesta del Estado o por la difusión de información sobre la pandemia.

En Irán, militantes de derechos civiles, periodistas, un concejal municipal y un futbolista fueron detenidos o convocados para ser interrogados después de criticar la gestión de la pandemia por parte del gobierno iraní en sus publicaciones en las redes sociales. Algunas de las personas convocadas fueron acusadas de dar una mala imagen del país y fueron presionados para apoyar la respuesta del gobierno frente al brote.

En las Islas Salomón, el Ministerio de Sanidad envió una circular en la que amenazaba con el despido inmediato a los miembros del personal que publicaran en Internet críticas a la respuesta del gobierno frente a la pandemia. Dicho documento aseguraba que estas disposiciones estaban amparadas por la declaración del estado de emergencia pública. En Sri Lanka, el 1 de abril el inspector general de policía instruyó a todos los agentes de policía para que emprendieran acciones legales contra aquellos que publicaran contenidos en las redes sociales en los que se criticara a las autoridades gubernamentales.

La policía de Pakistan han detenido a decenas de médicos y miembros del personal sanitario que protestaron por la falta de equipos de protección individual durante su lucha contra la pandemia. En Tailandia, el 23 de marzo un artista fue acusado de violar la draconiana Ley de Delitos Informáticos debido a una publicación en Facebook en la que criticaba la ausencia de medidas para la detección de la COVID-19 en el aeropuerto.

Restricciones a los medios de comunicación

Los periodistas y los medios de comunicación desempeñan un papel fundamental en la difusión de información oportuna sobre la pandemia. Sin embargo, algunos Estados están clausurando los medios de comunicación, restringiendo su funcionamiento y criminalizando a los periodistas.

El 17 de marzo nos informaron que los gobiernos de Jordania, Marruecos, Omán y Yemen habían publicado decretos que suspendían la impresión y la distribución de periódicos en respuesta a la pandemia. Estos decretos afectaban tanto a los medios de comunicación independientes como a los estatales. Las autoridades habrían impuesto esta medida para evitar la posible propagación del virus durante la impresión, entrega y distribución de los rotativos.

El 5 de marzo las autoridades de Niger detuvieron a Kaka Touda Mamane Goni en su casa en Niamey, capital de Níger. Kaka Touda trabaja como periodista independiente y publica noticias en sus páginas de Facebook y Twitter. Su detención se debió a una queja presentada por el Hospital General de Referencia local en la que alegaba que sus publicaciones en las redes sociales sobre un presunto caso de COVID-19 en dicho hospital representaban una amenaza para el orden público.

En Kenia, el bloguero Robert Alai fue detenido el 20 de marzo por publicar información falsa sobre el virus. Alai había denunciado que el gobierno estaba ocultando información crucial sobre la propagación del virus y que su incidencia era mucho mayor que la reconocida por el gobierno. Se le acusa de infringir la Ley sobre Delitos Informáticos y el Uso Indebido de Material Informático de 2018.

En Venezuela, el 21 de marzo agentes de las Fuerzas de Acciones Especiales de la Policía Nacional Bolivariana allanaron el domicilio del periodista Darvinson Rojas y procedieron a su detención por informar sobre la pandemia en el país. En la audiencia del 23 de marzo, Rojas fue acusado de instigación al odio y de instigación pública.

El 26 de marzo, el presidente de Vanuatu ratificó la declaración del estado de emergencia en respuesta a la pandemia. Dicha declaración establece que todos las noticias sobre el virus tienen que ser examinadas por la Oficina Nacional de Gestión de Desastres previa consulta con el Ministerio de Sanidad.

En diversas ocasiones los periodistas también han sido objeto de agresiones físicas o de acoso mientras cubrían noticias relacionadas con la cuarentena por la COVID-19. Por ejemplo en la República Democrática del Congo, donde el 22 de marzo dos agentes de policía habrían perseguido y empujado de una mototaxi al periodista Tholi Totali Glody en Likasi, provincia de Alto Katanga. Como consecuencia de la caída el periodista sufrió varias heridas, entre ellas, la fractura de una pierna.

Aprobación y uso de leyes restrictivas para combatir las noticias falsas

A la propagación de la pandemia le ha acompañado la proliferación de información errónea sobre el virus. Si bien la información errónea constituye un problema grave, algunos Estados han recurrido a leyes excesivamente represivas sobre las noticias falsas que podrían tener una amplia repercusión.

El 18 de marzo el gobierno de Sudáfrica aprobó una nueva legislación que penaliza las declaraciones que busquen llevar a engaño a toda persona en cuanto a la COVID-19 o la respuesta del gobierno contra dicha enfermedad. La nueva normativa fue publicada en el Diario Oficial del Gobierno bajo la Ley de Gestión de Desastres de 2002 y establece sanciones que incluyen multas y penas de prisión.

En respuesta a la pandemia el gobierno de Filipinas declaró el estado de emergencia el 25 de marzo y aprobó una ley que incluía disposiciones que penalizan la difusión de información falsa en las redes sociales y en otros espacios. Aquellos que violen dichas disposiciones podrían enfrentarse a una pena de dos meses de prisión o una multa de al menos de 10 000 PHP (unos 196 USD). Los tribunales también podrían imponerles una multa de hasta un millón de pesos filipinos (alrededor de 19 642 USD). El 28 de marzo la Fiscalía General de Egipto anunció que aquellos que difundan noticias falsas y rumores sobre el virus podrían enfrentarse a una pena de cinco años de prisión y a multas de 20 000 EGP (aproximadamente 1 266 USD).

El Ministerio del Interior de Turquía anunció el 23 de marzo que se habían emprendido medidas legales contra 316 titulares de cuentas en las redes sociales que habían difundido información sobre el virus con el fin de «suscitar preocupación entre la población, infundir miedo y terror a la ciudadanía, e instigar a ataques contra personas e instituciones». El 11 de marzo las autoridades de Malasia informaron que habían abierto 37 investigaciones penales relacionadas con la difusión de noticias falsas sobre el virus.

Persecución de los defensores de los derechos humanos

También hay datos que demuestran que los gobiernos y otros grupos están utilizando la pandemia para atacar a los defensores de los derechos humanos.

En Honduras la policía detuvo de forma arbitraria a Evelyn Johana Castillo el 24 de marzo por estar en la calle durante el estado de emergencia. Su detención se produjo cuando regresaba a su domicilio tras comprar comida junto con su esposo y su hija mayor. Evelyn es subcoordinadora de la Red de Mujeres de Ojojona y miembro de la Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos en Honduras. Evelyn declaró que podría tratarse de una represalia.

Una defensora de los derechos humanos de El Salvador fue objeto de una campaña de difamación después de denunciar el 13 de marzo en Facebook las condiciones de hacinamiento y de la falta de higiene en las que se hallan las personas en cuarentena durante la pandemia. Recibió mensajes de odio y amenazas, incluidos insultos misóginos y burlas hacia su activismo feminista.

Según los grupos nacionales de la sociedad civil, en Colombia los escuadrones de la muerte están aprovechando la cuarentena para asesinar a activistas campesinos. Marco Rivadeneira, un destacado activista, fue asesinado en la provincia sureña de Putumayo; Ángel Ovidio Quintero fue asesinado a tiros en la región occidental de Antioquia; Ivo Humberto Bracamonte fue asesinado en la frontera oriental con Venezuela.

Abusos policiales durante la cuarentena

Grupos de la sociedad civil y periodistas han expresado su preocupación por el uso excesivo de la fuerza o por el trato inhumano y degradante por parte de los agentes encargados de hacer cumplir la ley contra las personas que han violado la cuarentena en varios países. La relatora especial sobre ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias expresó su preocupación al respecto.

Según Human Rights Watch, la policía y las autoridades de Filipinas han confinado en jaulas para perros a los detenidos acusados de violar la normativa gubernamental contra la COVID-19. Entre otros abusos, también los obligaron a sentarse bajo el sol de mediodía como castigo. En India han circulado videos en los que se ve a agentes de policía golpear con violencia a quienes no respetan las restricciones. Los infractores también han sido humillados en público al ser obligados a hacer sentadillas, flexiones, andar a gatas o revolcarse en el suelo.

En Sudáfrica han aparecido numerosos videos que parecen mostrar a agentes de policía y soldados mientras patean, abofetean, azotan e incluso disparan a las personas que infringen la cuarentena. En Sudáfrica durante el primer día de la cuarentena la policía disparó balas de goma contra la periodista de News24, Azarrah Karrim, a pesar de haber gritado «soy periodista» mientras cubría la dispersión de transeúntes por parte de las fuerzas de seguridad en Johannesburgo.

En Kenia también se grabó a agentes de policía en varias localidades mientras azotaban a personas que no respetaron el toque de queda. Los videos y las fotos también mostraban a la policía lanzando botes de gas lacrimógeno y aporreando a varias personas para despejar las calles antes del toque de queda en la ciudad de Mombasa.

Vigilancia y violaciones del derecho a la privacidad

Hay numerosos ejemplos de Estados que han multiplicado las medidas de vigilancia intrusivas. Las medidas de vigilancia y las restricciones al derecho a la privacidad aprobadas en respuesta a la pandemia deben estar recogidas en la legislación, ser necesarias, proporcionadas, temporales y aplicadas con transparencia y con la supervisión adecuada. Asimismo, deben ser los menos intrusivas posible para lograr el resultado deseado. Es evidente que la realidad no ha estado a la altura de estos estándares.

Las autoridades de China son conocidas por su uso de la tecnología para la vigilancia, libre de las restricciones impuestas por la legislación sobre la privacidad. Su sistema universal de videovigilancia callejera, utilizado por primera vez durante los Juegos Olímpicos de Pekín de 2008, ha sido desplegado en las principales áreas metropolitanas del país y recientemente se le ha incorporado un sistema de reconocimiento facial. Las autoridades han utilizado este sistema para atrapar, humillar y multar a los ciudadanos que salen a la calle sin mascarillas, así como para identificar y poner en cuarentena a las personas con síntomas.

La decisión de las autoridades de Israel de permitir que sus servicios de seguridad utilicen los datos de los teléfonos celulares de personas infectadas también ha generado preocupación en cuanto a la privacidad. Al parecer este sistema ya está en funcionamiento y 400 personas ya habrían recibido mensajes de texto advirtiéndoles de un posible contacto con personas infectadas.

El 31 de marzo el parlamento de Armenia aprobó varias enmiendas legislativas que amplían los poderes de vigilancia con el fin de facilitar el uso de los datos de los teléfonos celulares para rastrear los casos de COVID-19. Estas enmiendas imponen restricciones al derecho a la privacidad y permiten a las autoridades acceder a información médica confidencial sobre las personas expuestas al virus. La sociedad civil de Fiyi planteó sus inquietudes sobre la privacidad después de que el Ministerio de Sanidad difundiera información privada en la que quedaban recogidos los nombres y direcciones de los pasajeros que estuvieron en el mismo vuelo que el primer paciente confirmado con COVID-19 del país. La lista con 82 nombres incluía las direcciones de sus domicilios.

Leyes de emergencia demasiado amplias y nueva legislación restrictiva

La sociedad civil internacional ha documentado que una serie de países han declarado el estado de emergencia o han aprobado leyes o regulaciones de emergencia para combatir el virus que otorgan poderes demasiado amplios al Estado y que ponen en peligro las libertades cívicas. El derecho internacional de los derechos humanos es claro: toda nueva medida debe estar sujeta a una adecuada supervisión por parte del parlamento y de los tribunales, no ha de ser discriminatoria y deberá tener una duración determinada.

Entre los casos emblemáticos destacados por los socios de CIVICUS se encuentra el de Hungria. Su nuevo Proyecto de Ley para la Protección contra el Coronavirus o Proyecto de Ley T/ 9790, aprobado el 30 de marzo, extiende el poder del gobierno para gobernar por decreto y lo sustrae del escrutinio parlamentario durante un tiempo ilimitado. Esta nueva ley también modifica el Código Penal en lo relativo al delito de «comunicación y difusión de información falsa»: cualquier persona que publique hechos falsos o distorsionados que interfieran con la «protección eficaz» de la población o que pudieran alarmar o perturbar a la población podría ser condenado a una pena de hasta cinco años de prisión.

El gobierno de Camboya redactó un proyecto de ley sobre el estado de emergencia con disposiciones numerosas, demasiado amplias y ambiguas que facultarían al primer ministro Hun Sen para derogar las protecciones de los derechos humanos fundamentales. Esta ley incluye un poder de vigilancia ilimitado de las telecomunicaciones, el control de los medios de comunicación y de las redes sociales, y la plena autoridad para restringir las libertades de movimiento y de reunión. Los artículos 1 y 4 de este proyecto de ley permitirían su aplicación incluso una vez finalizada la crisis.

Algunos Estados también han utilizado esta crisis para aprobar de manera discreta leyes restrictivas sin el escrutinio adecuado. Por ejemplo, en medio del caos de la pandemia en los Estados Unidos, al menos tres estados han aprobado leyes que imponen nuevas sanciones penales por las manifestaciones contra infraestructuras de combustibles fósiles.

Recomendaciones para los gobiernos

Dadas las inquietudes antes descritas, queda claro que los gobiernos deben hacer mayores esfuerzos para respetar las libertades cívicas mientras responden a la pandemia de COVID-19. Los gobiernos deben poner en práctica las siguientes recomendaciones para garantizar que las libertades fundamentales no sean otra víctima del virus:

  • Salvaguardar la libertad de expresión en todas sus formas mientras se combate la pandemia y evitar censurar las redes sociales y los medios de comunicación tradicionales. Toda restricción ha de establecerse en cumplimiento de una orden procedente de una autoridad judicial independiente e imparcial, en conformidad con las debidas garantías procesales y con los estándares de legalidad, necesidad y legitimidad, y según el derecho y las normas internacionales.
  • Mantener un acceso constante y sin restricciones a Internet y poner fin a todos los cortes de Internet que impiden que la población acceda a información y servicios esenciales durante la crisis.
  • Investigar las violaciones cometidas contra los defensores de los derechos humanos y contra los periodistas durante la pandemia, y asegurarse de que quienes cometan violaciones sean investigados de manera independiente y oportuna, y de que los perpetradores sean llevados ante la justicia.
  • Respetar y proteger la libertad de los medios de comunicación durante la pandemia, tal y como garantiza el derecho internacional de los derechos humanos.
  • Cambiar de enfoque en cuanto a la desinformación sobre la pandemia y pasar de estrategias basadas en la censura y las sanciones penales a otras que pongan énfasis en la transparencia y en la libertad de los medios.
  • Asegurarse de que las medidas de vigilancia adoptadas para combatir la pandemia sean legales, necesarias y proporcionadas. En este contexto, asegurarse de que todos los poderes extraordinarios de seguimiento y vigilancia sean temporales y de que solo estén vigentes durante el tiempo necesario para afrontar la crisis actual.
  • Garantizar que la recopilación, retención y agregación de datos personales adicionales, incluidos los datos de carácter sanitario, solo se utiliza para combatir la pandemia.
  • Controlar que los agentes encargados de hacer cumplir la ley respetan la legislación, que no incurren en conductas abusivas para hacer respetar la cuarentena y los toques de queda, que se investigan a los sospechosos de dichos abusos y que se lleva ante la justicia a los responsables.
  • Velar por que las nuevas leyes y decretos de emergencia puestos en marcha para combatir la pandemia no restrinjan en ningún caso ciertos derechos fundamentales, incluido el derecho a la vida; la prohibición de la tortura u otros castigos crueles, inhumanos o degradantes; el igual reconocimiento ante la ley y la presunción de inocencia. Comprobar que dichas leyes o decretos no sean discriminatorios de ninguna manera, ya sea por motivos de raza, origen étnico, sexo, identidad sexual, idioma, religión u origen social; que sean temporales y que estén sujetos a una supervisión adecuada por parte de los órganos legislativo y judicial. 

Seis de cada diez países reprimen duramente las libertades cívicas

 

Estos resultados se basan en los datos publicados hoy por el Monitor CIVICUS, un proyecto global de investigación colaborativo cuyo objetivo es la evaluación y el seguimiento del respeto de las libertades fundamentales en 196 países. 

CIVICUS acaba de publicar hoy El Poder Ciudadano Bajo Ataque, un nuevo informe que pone de manifiesto que casi seis de cada diez países están restringiendo gravemente las libertades fundamentales de asociación, reunión pacífica y expresión de las personas. Esta proporción refleja la crisis continua a la que se enfrentan las organizaciones de la sociedad civil y los activistas de todo el mundo y, además, pone en relieve el hecho de que el espacio para el activismo cívico se ve con frecuencia socavado a través de la censura, los ataques contra periodistas y el acoso a defensores y defensoras de los derechos humanos. 

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Estos resultados se basan en los datos publicados hoy por el Monitor CIVICUS, un proyecto global de investigación colaborativo cuyo objetivo es la evaluación y el seguimiento del respeto de las libertades fundamentales en 196 países. 

CIVICUS acaba de publicar hoy El Poder Ciudadano Bajo Ataque, un nuevo informe que pone de manifiesto que casi seis de cada diez países están restringiendo gravemente las libertades fundamentales de asociación, reunión pacífica y expresión de las personas. Esta proporción refleja la crisis continua a la que se enfrentan las organizaciones de la sociedad civil y los activistas de todo el mundo y, además, pone en relieve el hecho de que el espacio para el activismo cívico se ve con frecuencia socavado a través de la censura, los ataques contra periodistas y el acoso a defensores y defensoras de los derechos humanos. 

El informe se basa en datos del Monitor CIVICUS – un proyecto de investigación colaborativo – y muestra que la sociedad civil es objeto de graves ataques en 111 de los 196 países analizados, es decir, casi seis de cada diez países de todo el mundo. Esta cifra es superior a la de nuestra última actualización de marzo de 2018 en la cual se contabilizaban 109 países. En la práctica, esto significa que la represión del activismo cívico pacífico sigue teniendo nefastas consecuencias para la sociedad civil en todas partes del mundo, ya que sólo el 4 % de la población mundial vive en países donde los gobiernos respetan debidamente las libertades de asociación, reunión pacífica y expresión.

La clasificación del espacio cívico de nueve países ha empeorado en esta última actualización mientras que ha mejorado la de otros siete. La situación se ha degradado en Austria, Azerbaiyán, Gabón, Kuwait, Italia, Nauru, Papúa Nueva Guinea, Tanzania y Senegal, y ha mejorado en Canadá, Ecuador, Etiopía, Gambia, Liberia, Lituania y Somalia. 

El informe El Poder Ciudadano Bajo Ataque, también ofrece un análisis sobre los tipos de violaciones más frecuentes registradas en el Monitor CIVICUS durante los últimos dos años. A nivel mundial, los ataques contra periodistas y la censura representan los dos tipos de violaciones más comunes, lo que indica que los que tienen el poder están haciendo todo lo posible por controlar el discurso colectivo y reprimir la libertad de expresión. El hostigamiento de activistas y el uso excesivo de la fuerza por parte de las fuerzas de seguridad durante las manifestaciones son el tercero y cuarto tipo de violación más común registrada en el Monitor CIVICUS desde octubre de 2016.

«Aunque existe una gran preocupación por la proliferación de leyes restrictivas y no sin razón, nuestros datos muestran que no son más que la punta del iceberg. Las medidas extrajudiciales, como los ataques contra periodistas o manifestantes, son mucho más comunes», declaró Belalba.. «Estas tácticas han sido concebidas de forma cínica y pretenden crear un efecto disuasivo y evitar que los demás se expresen o se conviertan en ciudadanos activos».

Los datos publicados hoy por CIVICUS también traen buenas noticias. Tanto en los siete países en los que mejoró la clasificación del espacio cívico como en otros lugares, vemos pruebas claras de que el activismo pacífico puede obligar a los gobiernos represivos a seguir un camino diferente. En Etiopía, por ejemplo, tras años de disturbios y una fuerte represión de todas las formas de disidencia, el 2018 supuso un giro notable. El nuevo primer ministro, Abiy Ahmed, ha liberado a presos políticos, ha suavizado las restricciones impuestas sobre las comunicaciones electrónicas y ha logrado importantes avances en la reforma de algunas de las leyes más represivas del país. Los cambios en el liderazgo político en Gambia y el Ecuador también han conducido a un mejor entorno para el ejercicio de las libertades fundamentales. 

«Las recientes mejoras en Etiopía muestran lo que se puede lograr cuando existe voluntad política y cuando los líderes toman decisiones valientes para responder a los llamamientos de la sociedad civil», afirmó Belalba. «Este debería ser un ejemplo para los países represivos de todo el mundo. Al eliminar las restricciones y proteger el espacio cívico, los países pueden aprovechar el verdadero potencial de la sociedad civil y acelerar su progreso en una gran cantidad de frentes».

Más de veinte organizaciones colaboran en el Monitor CIVICUS con el objetivo de proporcionar una base empírica para llevar a cabo acciones destinadas a mejorar el espacio cívico en todos los continentes. El Monitor ha publicado más de 1,400 actualizaciones sobre el espacio cívico en los últimos dos años y dichos datos son analizados en el informe El Poder Ciudadano Bajo Ataque. El espacio cívico de 196 países queda clasificado en una de las cinco categorías disponibles –  cerradoreprimido, obstruido , estrecho or abierto – siguiendo una metodología que combina varias fuentes de datos sobre las libertades de asociación, reunión pacífica y expresión. 

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