Reimaginando la relación entre la sociedad civil y el sector religioso en América Latina: nuevas alianzas para enfrentar viejos retos

Contribución de membresía, por Gina Romero (Redlad) y Nicolás Panotto (GEMRIP)

Reimaginar la democracia implica actualizar de forma permanente el análisis de los problemas que limitan o desafían las prácticas, actores y procesos democráticos, empujando sus fronteras. Este artículo presenta el estudio de un caso en el cual, desde una perspectiva latinoamericana, se logró construir una práctica democrática plural mediante la visibilización de identidades políticas y voces silenciadas, y la complejización de los modos de comprender la incidencia ciudadana y de la sociedad civil en escenarios multilaterales, y en particular en la Organización de Estados Americanos (OEA), a partir de la articulación con discursos, prácticas y espacios que se inscriben en una mirada religiosa alineada con los derechos humanos.

El contexto

Durante los últimos 15 años, América Latina ha visto una creciente presencia de un sector de iglesias cristianas –evangélicas y católicas- que han alcanzado notoriedad en el espacio público mediante diversas intervenciones: desde movilizaciones callejeras hasta lobby político, pasando por propuestas de proyectos de ley y campañas de comunicación. La movilización de estos sectores, grupos cristianos neo-conservadores, ha resultado en la obstaculización de potenciales avances en materia de políticas públicas inclusivas, leyes sobre igualdad de género y diversos temas de derechos humanos, y en la promoción de una visión reduccionista sobre el campo religioso que ha invisibilizado la diversidad de voces progresistas en su interior y creado una pugna latente entre el sector religioso y un amplio sector de organizaciones de la sociedad civil (OSC).

En los escenarios oficiales de diálogo en la OEA, por su parte, se observa un creciente enfrentamiento entre organizaciones y actores sociales que defienden los derechos sexuales y reproductivos y de las personas LGBTIQ+, y aquellos que se autodefinen como ‘provida’ y ‘pro-familia’, y que en gran medida cuentan con el apoyo de actores religiosos. Este enfrentamiento, visible en por lo menos las cinco últimas Asambleas Generales, ha aumentado la desconfianza de otros actores sobre la posibilidad de articulación de la sociedad civil como grupo de presión eficaz y ha resultado en restricciones y amenazas de cierre de los espacios de diálogo y participación en el marco de la OEA.

La génesis

La Red Latinoamericana y del Caribe por la Democracia (Redlad) ha dedicado muchos esfuerzos nacionales y hemisféricos al empoderamiento de diversos grupos poblacionales, incluyendo a líderes LGBTIQ+, y a la promoción de políticas de reconocimiento de sus derechos. En lo que respecta a las personas LGBTIQ+, un balance de las acciones ejecutadas y las coyunturas nacionales realizado a mediados de 2016 mostró un panorama de retroceso y amenaza a las libertades y derechos adquiridos. El análisis concluyó que la movilización y la incidencia de muchos grupos religiosos neoconservadores guardaba directa relación con estos procesos. Se planteó así la necesidad de ampliar la visión para abarcar un sector completo que nuestras acciones hasta entonces no habían tomado en cuenta, a pesar de su clara injerencia sobre la problemática: el sector religioso.

A partir del reconocimiento de esa falencia Redlad emprendió la tarea de comprender mejor el fenómeno y convocar a nuevos actores. Así llegó al Grupo de Estudios Multidisciplinarios sobre Religión e Incidencia Pública (GEMRIP). A finales de noviembre de 2016 tuvo lugar una mesa de diálogo para abrir un canal de intercambio y reconocimiento entre dos mundos que hasta ese entonces parecían enfrentados: el mundo religioso y el activismo LGBTIQ+. En ese marco, ambas organizaciones entendieron que se requería nuevas líneas de estudio, diálogo, articulación e incidencia para echar luz sobre el fenómeno, visibilizar actores, y tender puentes entre los dos sectores.

Las estrategias y sus éxitos

Hasta entonces, Redlad sabía poco del fenómeno religioso, mientras que GEMRIP no tenía contacto con grupos más amplios de OSC, ni articulación con la OEA. Se decidió entonces establecer una alianza que se inició con la redacción, por parte de GEMRIP, de un documento de caracterización de la coyuntura, identificación de actores portadores de una ‘religiosidad alternativa’, y formulación de propuestas de acción conjunta.

Así se inició un camino conjunto, en el curso del cual se utilizaron diversas estrategias para visibilizar los matices del sector religioso (que hasta entonces la sociedad civil percibía como homogéneo y monolítico), dar voz a actores hasta entonces silenciado, propiciar diálogos y alianzas entre ‘diferentes’ y amplificar y profundizar el diálogo sobre la incidencia política y el fenómeno religioso en el espacio público.

  1. Profundización de la comprensión del papel de lo religioso en el espacio público

Una de las primeras iniciativas fue la divulgación en formato libro de un documento concebido conjuntamente por Redlad y GEMRIP, titulado ‘Religiones, política y Estado laico: nuevos acercamientos para el contexto latinoamericano’. Asimismo, a través de decenas de artículos de GEMRIP que fueron difundidos por Redlad, se logró avanzar en la cobertura de diferentes coyunturas regionales, tales como procesos electorales en Costa Rica y Colombia, cambios legislativos en Bolivia y Argentina, y acciones legislativas en Brasil.

Adicionalmente, se produjeron un libro, Sin tabú, religiones y diversidad sexual en América Latina, y una cartilla resumen (‘12 mitos acerca de las religiones y la diversidad sexual’) que no solo constituyeron hitos en la producción académica regional, sino que también se convirtieron en material de consulta y apoyo para las acciones de diálogo entre LGBTIQ+ y sectores religiosos que tuvieron lugar en varios países.

Finalmente, en alianza con actores nacionales se celebraron diálogos, bajo la forma de foros y seminarios, en Bogotá (octubre de 2017), San José de Costa Rica (en vísperas de la segunda vuelta presidencial, febrero de 2018) y Lima – en este último caso, acompañado de un acto en un parque público, en abril de 2018.

  1. Creación de una coalición y participación en la Asamblea de la OEA y la Cumbre de las Américas (2018)

En vistas de los enfrentamientos que tenían lugar en las Asambleas Generales de la OEA entre sectores progresistas y conservadores de la sociedad civil, que estaban conduciendo al cierre de los espacios de participación, Redlad invitó a GEMRIP a participar en la Asamblea de 2017, celebrada en el mes de junio en Cancún, México.

Tras esta experiencia, GEMRIP produjo un análisis sobre los avances de las voces religiosas en el espacio público. En función de la fórmula priorizada por la OEA para la participación de la sociedad civil en asambleas y cumbres, en el segundo semestre de 2017 GEMRIP entró en diálogo con instituciones religiosas, ecuménicas, promotoras de los derechos humanos y participantes en instancias de diálogo interreligioso, para invitarles a integrar un grupo que pudiera articularse en torno a la incidencia regional, en diálogo con otros actores de la sociedad civil, incluyendo a grupos LGBTIQ+.

En noviembre de 2017, en el marco de la preparación para la Cumbre de las Américas 2018 (Lima, Perú, abril de 2018), nació la coalición Religiones, Creencias y Espiritualidades en Diálogo con Sociedad Civil. Se trató de un hito en la OEA: era la primera vez que un actor de este tipo lograba tener voz en los espacios formales de participación para sociedad civil y actores sociales.

Esta coalición, que representa fundamentalmente a actores del mundo religioso progresista de la región, logró insertarse en el escenario hemisférico como un actor que intencional y públicamente defiende, entre otros, los derechos sexuales y reproductivos y la diversidad sexual, creando una alianza con grupos y movimientos LGBTIQ+ regionales. Para la Asamblea de la OEA de 2018 (Washington, DC, junio de 2018), la articulación se profundizó y fue el grupo LGBTIQ+ al interior de la coalición quien la inscribió oficialmente y tomó su vocería.

En suma, la coalición marcó un hito de colaboración entre ‘diferentes’ que resultó en la producción de reflexiones profundas sobre el papel de lo religioso en el espacio público y llevó esperanza a cientos de actores que encontraron potenciales nuevos aliados en un grupo al que hasta entonces veían como un enemigo. Desde entonces, el mundo religioso empieza a ser visto como un posible aliado incluso en procesos de incidencia nacional. De ese modo se logra superar, en parte, la desconfianza que existe entre ambos mundos, eliminando estigmas y ampliando el diálogo democrático.

  1. Incidencia en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos

Como estrategia de incidencia hemisférica, desde mediados del 2016 algunas OSC que trabajan temas de derechos sexuales y reproductivos y de las personas LGBTIQ+ comenzaron a pedir audiencias ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para denunciar la forma en que la injerencia religiosa estaba generando retrocesos en el disfrute de derechos.

Como resultado del esfuerzo conjunto de varias organizaciones, la CIDH convocó a una audiencia sobre el Estado laico en el marco de sus sesiones extraordinarias realizadas en Santo Domingo en mayo de 2018. En ese marco, ambas organizaciones presentaron un posicionamiento conjunto fundamentado en dos reclamos centrales.

En primer lugar, sostuvieron la necesidad de fomentar el establecimiento de Estados realmente laicos en la medida en que, aunque la mayoría de los Estados latinoamericanos se declaran laicos, en la práctica mantienen una relación orgánica con la Iglesia Católica y ciertos sectores evangélicos, que vulnera la neutralidad en materia de manejo de fondos públicos y obstaculiza el avance de las políticas públicas inclusivas.

En segundo lugar, hicieron un llamado a la construcción de espacios de diálogo con voces religiosas críticas y alineadas con agendas de derechos humanos, para de esa manera quitar a las perspectivas neoconservadoras el monopolio de lo religioso.

Gracias a esta audiencia -la primera en tratar de forma amplia el tema de Estado laico y el pluralismo religioso en la región- quedó en evidencia la necesidad de profundizar en este campo.

Obstáculos, retos y próximos caminos

Este ejercicio conjunto estuvo motivado por la intención de promover un pilar básico de la democracia, la pluralidad y la diversidad, y confrontar con, deconstruir y retrotraer las visiones y prácticas monopólicas, excluyentes y homogeneizadoras. El reconocimiento de la pluralidad de voces y de la complejidad dentro del campo religioso permitió crear un frente de incidencia y resistencia, en conjunto con otras organizaciones de sociedad civil, para dar cuenta de la parcialidad, particularidad y limitación de los sectores neoconservadores, que dicen hablar por la totalidad cuando en realidad sólo representan una voz más entre muchas.

En lo sucesivo, continuaremos realizando las siguientes tareas. En primer lugar, trabajaremos con los miedos internos de la sociedad civil ya que, a pesar del terreno ganado, aún se evidencian resistencias frente a la articulación con espacios religiosos críticos. Se requiere de este trabajo mancomunado para impedir que las voces religiosas neoconservadoras ganen más protagonismo. Segundo, buscaremos nuevas estrategias para enfrentar a los nuevos actores presentes en los escenarios de la OEA, y más concretamente a las iglesias y pastores vinculados al mundo político que están logrando grandes niveles de organización y formalización en sus proyectos de incidencia. Tercero, avanzaremos en el diálogo y la construcción de instancias de incidencia a nivel nacional, focalizando herramientas desarrolladas a nivel regional para aplicarlas a problemáticas más concretas en terrenos específicos. Cuarto, trabajaremos sobre las dificultades para obtener financiamiento, resultantes de la escasa priorización de estas estrategias en la cooperación regional. Quinto, buscaremos espacios de diálogo e intercambio de información y aprendizajes con actores de otras regiones del mundo que tienen experiencias con problemáticas y prácticas de incidencia similares. Finalmente, construiremos instancias más amplias de visibilización y comunicación de estos esfuerzos y resultados para lograr llegar a un público más amplio.

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