CIVICUS conversa con Alicia Pantoja, cofundadora de Manos Veneguayas. Basada en Montevideo, Uruguay, Manos Veneguayas es una organización de la sociedad civil (OSC) liderada por venezolanos para dar contención a sus compatriotas que llegan a Uruguay. Trabaja en alianza con otras organizaciones y con los aportes de ciudadanos uruguayos y venezolanos residentes en Uruguay. Desde 2014, 2,3 millones de venezolanos han abandonado su país escapando de la represión política, la escasez de alimentos y medicamentos, la violencia en las calles y la falta de oportunidades. Mientras que algunos gobiernos latinoamericanos los han rechazado en las fronteras, otros - como el de Uruguay, y otros países miembros del Mercosur - han apostado a una política de brazos abiertos. En Uruguay son actualmente más de 8000 los venezolanos que han tramitado la residencia legal.
¿Cómo ves la situación de Venezuela, y cómo piensas que está alimentando la emigración?
Pienso que la situación en mi país es crítica: literalmente, la gente se está muriendo de hambre. Ha aumentado la desnutrición; se ven cada vez más casos de niños que no son más que piel y huesos. Mueren adultos mayores; mueren niños en los hospitales, por simples infecciones completamente evitables, porque están contaminados. Veo un futuro muy duro, ya que es difícil que esa generación que se está criando ahora en Venezuela tenga fuerzas para sacar el país adelante.
No es un secreto para nadie que el venezolano no está emigrando en busca de mejores oportunidades; está emigrando para salvar su vida. Desde 2014 para acá, la calidad de vida en Venezuela ha desmejorado hasta niveles inimaginables. Para quienes tenemos a nuestra familia allá, esto es muy duro. Cuando estás en la noche en tu casa y suena el teléfono se te para el corazón. Siempre temes recibir una llamada en la que te digan que fulano se murió o que a fulano lo mataron.
Más que lograr que otros países se abran para que siga llegando una migración venezolana masiva, habría que hacer algo para cambiar la situación que hace que semejante cantidad de gente abandone Venezuela. Pero entretanto, desde Manos Veneguayas buscamos ayudar a los venezolanos que llegan a Uruguay.
¿Qué hace tu organización para ayudar?
Manos Veneguayas funciona como organización de apoyo para los migrantes venezolanos en Uruguay desde noviembre de 2016. Somos un equipo de nueve fundadores y unos 40 voluntarios. Tenemos autonomía en nuestras decisiones, pero contamos con el apoyo de otras organizaciones. El Instituto de Estudios Cívicos (IEC) e Idas y Vueltas, dos OSC constituidas desde hace mucho tiempo, son algo así como nuestros padrinos. El IEC nos presta la sede y nos apoya en cada evento. Con Idas y Vueltas hemos aprendido a trabajar en conjunto. Ellos siguen trabajando en la contención de los migrantes en general y nosotros nos volcamos específicamente hacia los venezolanos. Claro que si bien somos una organización de venezolanos y para venezolanos, atendemos a todos los migrantes que llegan a nuestra puerta pidiendo una mano; no le negamos ayuda a nadie.
Inicialmente nuestra idea era dar contención emocional: estaba llegando gente que no sabía cosas tales como que este país es frío en invierno y caluroso en verano, no tenía idea de lo que es vivir en un país de cuatro estaciones. Los recién llegados no sabían siquiera cómo vestirse para las bajas temperaturas o cómo protegerse del sol, y muchas veces tampoco tenían las vestimentas adecuadas. Muchos llegaban sin nada, así que hemos hecho colectas, por ejemplo de ropa de abrigo.
Entonces, la idea inicial era acompañar a los recién llegados en la adaptación al país, para que sintieran que no estaban solos en el proceso migratorio. Como la principal urgencia para los que llegan es conseguir un empleo, primero creamos un banco de trabajo, Clasificados Veneguayos.
Al principio nos desgastábamos las pestañas cazando ofertas en internet, pero tuvimos la enorme suerte de que en una de nuestras primeras jornadas un diario nos hizo una tremenda entrevista que tuvo mucha difusión, e hizo que Manos Veneguayas quedase en el radar de muchos empresarios. Desde entonces las ofertas comenzaron a llegarnos directamente, y tenemos una base de centenares de currículums que facilitamos a posibles empleadores. Y si bien mucha gente solicita empleadas de servicio doméstico, nosotros tratamos de que las personas se inserten dentro de sus profesiones. Aunque lo más importante es que al menos uno de los integrantes de la familia tenga ingresos. Todos los trabajos dignifican. Nosotros damos charlas para que los recién llegados conozcan sus derechos respecto a la salud y el trabajo, y los ayudamos a preparar un currículum o una entrevista de trabajo. Los apoyamos para que puedan obtener su documentación.
Hemos hecho una especie de censo, básicamente a través de Facebook, para relevar las necesidades de los venezolanos que están llegando a Uruguay. Para los que están llegando ahora, a la búsqueda de trabajo se suma el problema de la vivienda. La desesperación en aumento está haciendo que migren grupos familiares completos, lo que vuelve más difícil el proceso. Antes venía primero el jefe de familia, generalmente un hombre solo que llegaba a una residencia, trabajaba y al cabo de tres o cuatro meses podía conseguir una garantía para alquilar un monoambiente, traer a la esposa y después trabajar los dos y conseguir algo más grande. Pero ahora están llegando familias de cuatro o cinco personas, y lo que les cobran las residencias y pensiones las dejan fuera de su alcance. Legalmente, la garantía para alquilar solo se consigue luego de estar empleado un mínimo de tres meses. Caso contrario, se necesita traer mucho dinero, y en el caso de los venezolanos que están emigrando, si digo que el 1% trae algún respaldo económico, ya estoy exagerando. Los refugios están a reventar porque además, no solo están llegando venezolanos, sino también dominicanos y cubanos.
El éxodo venezolano ha suscitado algunos casos de discriminación y xenofobia en la región. ¿Han experimentado esto en Uruguay?
Un sociólogo con quien hablaba recientemente me comentó sobre algunos casos. Pero pienso que son casos puntuales. En los cuatro años que tengo viviendo en el Uruguay yo personalmente no he visto ningún tipo de discriminación ni por el color de la piel ni por la nacionalidad.
Por supuesto que hay gente que piensa que el venezolano le viene a quitar oportunidades al uruguayo. Y obviamente no es cierto: simplemente hay un abanico de ofertas y hay quien encaja y quien no. Si bien hay muchos profesionales venezolanos trabajando como conductores de Uber, meseros, vendedores y cadetes, también hay profesionales empleados dentro de su área: enfermeros, fisioterapeutas, ingenieros, incluso algunos arquitectos que han podido revalidar sus títulos. De hecho, la migración de profesionales venezolanos ha sido muy importante para Uruguay, ya que el país está accediendo a un personal muy bien preparado en cuya formación no ha tenido que invertir nada.
Sabemos que con los inmigrantes es común que la reputación de todos quede en entredicho por las acciones de unos pocos. Cuando un venezolano mete la pata, luego resulta que todos los venezolanos son incumplidos o no tienen palabra. Así que para ayudar a la gente a ubicarse en un empleo somos muy cuidadosos. Cuando llegan y nos dicen ‘estoy desesperado, quiero trabajar en lo que sea’, les pedimos que piensen cuál es su límite, porque se necesita un compromiso, no pueden estar en un empleo dos semanas y luego irse. Lo mismo ocurre con los tiempos: en Venezuela si te quedas parado te pasan por encima, pero aquí todo sucede más lentamente, y el venezolano no está acostumbrado a eso. Nuestra tarea es calmar a esa juventud que llega con ansias de comerse el mundo porque en Venezuela estaban comiendo aire. Hay que calmarlos y enseñarles que este país es maravilloso y nos está abriendo sus puertas, pero que tenemos que ir a su ritmo.
¿Cuál es la perspectiva para los venezolanos que emigran: hacer su vida afuera o retornar a Venezuela?
Esa es una de las cosas que siempre hablamos acá. Hay algunos que consideran que su vida ahora está aquí y han venido para quedarse, pero un alto porcentaje tiene la visión de que está aquí para aprender porque el plan es volver para reconstruir nuestro país. Yo misma tengo ganas de volver, y creo que la mayoría de la gente piensa que esto es algo temporario, que nuestro país va a salir adelante y nos va a necesitar. Entretanto, lo mejor que podemos hacer es tratar de dejar una honda huella en este país que nos está recibiendo para que el día mañana puedan decir que Venezuela hizo su aporte.
El espacio cívico en Venezuela es clasificado como ‘represivo’ por el CIVICUS Monitor.
Contáctese con Manos Veneguayas a través de su página de Facebook.