1. El nacimiento de un nuevo activismo cívico

El nombre de nuestra organización, «CIVICUS», se inspira de la palabra latina que hace referencia a la comunidad. Hoy, cuando celebramos el 25 aniversario de nuestra alianza, la comunidad se ha vuelto más importante que nunca. Tanto si se trata de resolver problemas locales como de abordar los principales desafíos mundiales, necesitamos que la gente se una para expresarse, organizarse y actuar. Necesitamos adoptar una idea más colectiva de la humanidad y una visión más avanzada de la solidaridad. Debemos utilizar todos los medios posibles para promover la justicia social y el desarrollo sostenible.

El presente puede parecerse a un período oscuro de la historia de la humanidad. Incluso un rápido vistazo al Monitor CIVICUS supone un duro recordatorio de cómo las libertades cívicas, componentes básicos de una comunidad que funciona, están siendo atacadas en casi todos lados.

Sin embargo, me inspira ver el trabajo que se está realizando a través de nuestra alianza. Así, tanto desde ONG establecidas como desde el activismo, pasando por las coaliciones de la sociedad civil, los movimientos sociales, los organismos voluntarios, las plataformas de campañas en línea, los grupos religiosos, los sindicatos, las fundaciones filantrópicas y hasta los líderes juveniles, nuestros miembros y socios siguen trabajando incansablemente en una gran variedad de temas. En su trabajo, percibo ya los albores de un nuevo activismo cívico.

Tomemos por ejemplo las campañas #MeToo y Time's Up. Muy pocos de nosotros, de entre aquellos que han estado trabajando por la igualdad de género dentro de las instituciones tradicionales y con herramientas convencionales durante décadas, en algunos casos, habríamos pronosticado el empuje actual de de esta campaña mundial por la igualdad de género. Esta dinámica no solo ha resultado en un nuevo debate en el los países del norte. Por ejemplo, en Senegal, donde la violencia sexual es omnipresente, se ha publicado que algunas mujeres afirmaron que este movimiento había dado lugar a sus primeras conversaciones sobre el tema.

Y todo esto se ha logrado no sólo a través de la distribución panfletos y de comunicados de prensa por parte de activistas, sino también gracias a la utilización de nuevos medios, de un hashtag, de la participación de famosos y de la movilización pública.

Luego están las reuniones de La marcha por nuestras vidas en Estados Unidos (The march for our lives, en inglés) y la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo en Australia. El Salvador hizo historia cuando se convirtió en el primer país del mundo en prohibir la minería de metales. Esta acción requirió años de reivindicaciones por parte de la sociedad civil. Kenia fue testigo de una sorprendente e inhabitual muestra de independencia judicial cuando la Corte Suprema del país dictaminó que las elecciones presidenciales debían repetirse. Cuando México y el Caribe fueron azotados por devastadores terremotos, los primeros en actuar fueron el personal de primera intervención de la sociedad civil. En Corea del Sur, numerosos manifestantes se movilizaron contra la corrupción y ganaron.

Estos momentos, entre muchos otros, nos permiten constatar que a pesar de las acciones de los gobiernos y de otras fuerzas para sofocar las voces de los ciudadanos, están surgiendo nuevas formas de organización y de movilización, las cuales están produciendo efectos incalculables e inesperados. Esto tiene que darnos alguna esperanza: podemos presionar y lograr un cambio social progresivo en diversas cuestiones a través de muchas maneras diferentes.

Quienes nos preocupamos por la acción ciudadana y por la comunidad tenemos ahora la responsabilidad de reclamar el rol que le corresponde a la sociedad civil. Muchos ven nuestro trabajo simplemente como una simple oferta de servicios que llenan en silencio los vacíos dejados por el Estado o por el mercado. Dicha tarea es importante, pero no suficiente. Necesitamos proteger e invertir en el papel de la sociedad civil en la construcción de la democracia y en el impulso para un cambio sistémico. Esto puede requerir nuevos modelos económicos para las organizaciones de la sociedad civil, la necesidad de que seamos más «políticos» o que los donantes financien los puntos fuertes de las organizaciones de la sociedad civil. Se trata de ver a la sociedad civil como un bien en sí mismo y no como un medio para otros fines.

Así pues, para conmemorar nuestro 25 aniversario lanzaremos 25 Years: Reimagining Democracy, una colección de veinticinco entregas que recogerán las opiniones y las perspectivas expresadas por los líderes, el personal, los socios y los miembros de CIVICUS, en las cuales reflexionaremos sobre varios aspectos de la sociedad civil mientras esperamos el próximo cuarto de siglo. Cada entrega ahondará en un tema específico a partir de la experiencia de CIVICUS y de la sociedad civil durante los últimos veinticinco años (aquello que hemos aprendido, cómo han cambiado o no las cosas) y analizará los desafíos para los próximos veinticinco años.

Todos mis agradecimientos a nuestros miembros, socios, miembros de la Junta Directiva y compañeros, de ayer y de hoy, que han dado forma a CIVICUS durante los últimos veinticinco años. ¡Sigamos trabajando muchos años más para fortalecer la acción ciudadana en todo el mundo!

Danny Sriskandarajah es el Secretario general de CIVICUS. Este artículo forma parte de una serie para celebrar el 25 aniversario de CIVICUS y proporciona perspectivas e ideas sobre la acción ciudadana en todo el mundo.

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