Por Michael Silberman
Cómo los sobrevivientes de los tiroteos escolares en los EE.UU. y en otros países están cambiando el guión, soñando a lo grande y construyendo movimientos que se adaptan al rápido ritmo del cambio actual
Es difícil pensar en algo más embarazoso que vomitar delante de millones de personas, pero eso es exactamente lo que hizo Sam Fuentes durante la Marcha por nuestras vidas (March for Our Lives, en inglés) que ella había contribuido a organizar en Washington, DC. Aquí está el truco: la sobreviviente al tiroteo en la escuela no se mostró avergonzada en absoluto. En lugar de salir corriendo del escenario (como la mayoría de nosotros habríamos hecho) dio un discurso apasionado que conmovió a la multitud.
Fuentes y otros líderes jóvenes de la Escuela Secundaria Marjory Stoneman de Parkland, Florida, han superado continuamente las expectativas tras el asesinato de diecisiete de sus compañeros en febrero. Convirtieron su trauma en un movimiento de masas contra la violencia armada. En tan solo cinco semanas organizaron una marcha nacional sin infraestructura ni personal remunerado. Pero lo más importante fue, que contra todo pronóstico, lograron arrebatarle el tema al campo proarmas, un sector muy poderoso y con una gran cantidad de recursos financieros.
Entre los escépticos se encontraban activistas de larga data y demás activistas profesionales que habían conocido las trincheras de las organizaciones durante años y cuya experiencia no hacia falta demostrarla. Aunque estaban entusiasmados por el éxito del movimiento, sentían que algo había cambiado. ¿Estamos ante el nacimiento de un nuevo tipo de organización y de una nueva manera de hacer campañas?
En pocas palabras, sí. Y la Marcha por nuestras vidas es sólo un ejemplo de esta nueva ola de acciones impulsada por los ciudadanos.
Herramientas como el correo electrónico, los mensajes de texto, YouTube y Snapchat han otorgado a los ciudadanos la capacidad de desafiar el status quo de maneras que antes solo eran posibles con la ayuda de expertos e instituciones profesionales implicados en el cambio; por no hablar de los meses (y a menudo años) de planificación, organización y recaudación de fondos.
Pero antes de escribir los obituarios de las organizaciones de la sociedad civil más formales, recordemos que el hecho de que algo sea nuevo no significa que pueda o deba reemplazar lo precedente Los periodistas ciudadanos no han suplantado a los periodistas profesionales. Wikipedia no ha vuelto obsoletos a los profesores.
Hoy los nuevos movimientos están trabajando con organizaciones ya establecidas con el objetivo de capitalizar sus amplias redes y su capacidad para mantener la actividad tanto durante como después de los momentos de auge. Organizaciones de todos los tamaños están aprendiendo a adoptar las tácticas tecnológicas que los estudiantes de Parkland utilizaron con gran destreza. Eche un vistazo a cuatro de estas tácticas.
1. Hable con el corazón; tire el guión
Durante la Marcha por nuestras vidas en Washington, Emma González, estudiante de último año de centro de Parkland, subió al escenario y, acto seguido, permaneció en silencio. Después de permanecer de pie en el podio durante cuatro minutos y veintiséis segundos, informó a la multitud de que todo su discurso había durado el mismo tiempo que el tiroteo que vivieron ella y sus compañeros.
De esta manera logró captar la atención, no sólo hablando con el corazón, sino mostrando y no contando lo que vivió. González y sus compañeros líderes estudiantiles nos parecen convincentes porque tienen lo que Frank Sesno, presidente de la Escuela de Medios de comunicación y Relaciones públicas de la Universidad George Washington, designó como los tres pilares de las buenas historias: personajes convincentes, que han superado obstáculos y que han logrado un resultado digno.
Esto es algo que los activistas experimentados ya sabían desde hace mucho tiempo: los mensajeros y los organizadores más eficaces son aquellos que tienen más en juego o, como en el caso de los estudiantes de Parkland, poco que perder.
2. Retroceda para que otros puedan avanzar
Todos queremos reconocimiento por el trabajo que hemos hecho, especialmente cuando se trata de temas que nos apasionan. A veces, ese deseo de hallarse siempre al frente puede ser contraproductivo e impedir el avance de un movimiento o de una misión.
Por ejemplo, durante la Marcha por nuestras vidas en Washington, la exrepresentante de los Estados Unidos, Gabby Giffords, una sobreviviente de la violencia armada y reconocida a nivel nacional, se quedo entre la multitud en lugar de subir al escenario. Ella se había echado a un lado para dejar que los estudiantes pudieran expresarse y para que nosotros pudiéramos oír lo que tenían que decir. Al mismo tiempo, colaboró de otras maneras; pagando el viaje de muchos estudiantes a Washington, por ejemplo.
En conclusión: los cambios sociales transformadores vendrán de aquellas organizaciones que ven a las personas como agentes de cambio y no sólo como simples animadores o soldados de a pie que ejecutan los planes diseñados por aquellos «al mando».
3. Sea rápido
Cuando la presentadora de Fox News, Laura Ingraham, se burló del organizador estudiantil y sobreviviente de Parkland, David Hogg, por no haber sido aceptado en ciertas universidades, Hogg no pasó los siguientes días convocando reuniones de personal para elaborar una respuesta.
En su lugar, publicó enseguida una lista de los anunciantes de Ingraham en Twitter y pidió a sus indignados seguidores que hicieran saber a esas empresas cómo se sentían. Como resultado, más de una docena de anunciantes abandonaron su programa.
Las organizaciones para el cambio social más eficaces saben que a medida que la tecnología lo mueve todo a una velocidad vertiginosa, la capacidad para responder de forma rápida y ágil importa más que nunca.
¿El secreto? Acordar una visión y un mensaje globales. Esto proporciona a los miembros del equipo la autonomía necesaria para responder rápida y creativamente cuando surge la ocasión.
4. Sueñe a lo grande para llegar lejos
En una de las charlas de TED más vistas de todos los tiempos, el investigador del comportamiento y autor, Simon Siekn, utiliza el famoso discurso de Martin Luther King Jr. para explicar por qué una idea grande y audaz es un elemento clave en la construcción de movimientos y de cambios sociales.
Durante su discurso dijo tengo un sueño, no tengo un plan. Describió un mundo diferente y la manera en la hacerlo realidad. Además, lo hizo de una forma muy bella, apunta Sinek.
La visión de King de un futuro positivo movilizó a un 250 000 personas que acudieron a Washington DC, ¡mucho antes que existiera Internet! Los estudiantes de Parkland animaron a más de un millón de personas a oponerse a la violencia armada en Washington DC y en otras ciudades de los Estados Unidos.
A su vez, la Marcha por nuestras vidas inspiró una huelga escolar aún mayor en todo el país con el objetivo de mantener la presión sobre los políticos y para seguir construyendo el poder local.
Las grandes ideas producen grandes acciones porque si su visión es lo suficientemente inspiradora, la gente verá cómo el camino hacia la victoria requiere su participación y la de los demás.
Michael Silberman es director mundial de Mobilisation Lab, una red internacional que presta su apoyo a activistas, organizaciones reivindicativas y líderes para adaptarse y prosperar en la era digital. Sígalo en Twitter a través de su cuenta @silbatron y @mobilisationlab. Esta es una versión editada de un artículo publicado previamente.