La sociedad civil está sometida a una prueba sin precedentes debido a la aceleración de las crisis. En un contexto de conflictos y represión crecientes, en 2023 la sociedad civil se enfrentó a obstáculos cada vez mayores que dificultaron su labor vital de ayudar a las personas, hacer oír su voz y defender los derechos humanos. A pesar de todo, la sociedad civil consiguió mantenerse firme y ser decisiva para muchas personas. La forma de salir de las crisis es escuchar a la sociedad civil, trabajar con ella y potenciarla.

En medio de conflictos cada vez más profundos e intensos, la sociedad civil ofrece una respuesta crucial, proporcionando ayuda humanitaria, liderando los esfuerzos de reconstrucción, recopilando pruebas de abusos contra los derechos humanos, instando a la comunidad internacional a actuar y reclamando justicia así como el fin de la impunidad. Pero en lugar de escuchar, los responsables de los conflictos atacan a la sociedad civil, a los trabajadores humanitarios y a los periodistas. Todas las partes en conflicto deben respetar los derechos de la sociedad civil.

Las instituciones de gobernanza global están fallando debido a que los Estados toman decisiones que socavan el orden internacional basado en normas. Las múltiples crisis actuales están sacando a la luz los fallos fundamentales de diseño de las instituciones de la ONU, poniéndolas a prueba más allá de sus límites. La sociedad civil tiene soluciones que pueden reformar la gobernanza global, pero no participa en los debates. Los Estados y la ONU deben tomarse en serio las ideas prácticas de reforma de la sociedad civil.

La crisis climática es una emergencia mundial. 2023 fue el año más caluroso jamás registrado. Los llamamientos para un cambio urgente proceden sobre todo de la sociedad civil, que está logrando cambiar las cosas ganando casos en los tribunales, presionando a las instituciones para que pongan fin a las inversiones en combustibles fósiles y utilizando maniobras disruptivas para llamar la atención. Sin embargo, los activistas se enfrentan a una creciente represión, y muchos Estados están restringiendo el espacio para el activismo climático. La represión del espacio cívico debe reconocerse como una forma de negación del cambio climático.

Los ataques contra la democracia están dificultando la búsqueda de soluciones a las crisis actuales. Un número récord de países se desliza hacia el autoritarismo, mientras que el número de países que se democratizan es el más bajo en décadas. Los políticos contrarios a los derechos están ganando terreno fomentando los estereotipos y el odio, también contra los inmigrantes y las personas LGBTQI+. La sociedad civil trabaja para defender la democracia y exigir responsabilidades a los dirigentes, pero esto es cada vez más difícil porque el espacio cívico se está cerrando.

Ante los retrocesos, los movimientos de mujeres y LGBTQI+ han seguido reivindicando sus derechos en 2023. No obstante, los avances de la sociedad civil en materia de derechos de las mujeres y de las personas LGBTQI+, que tanto ha costado conseguir durante décadas, se han ralentizado ante la intensa oleada contraria al reconocimiento de los derechos. En muchos países, a medida que la reacción se instrumentaliza en beneficio político, aumentan los ataques contra los activistas. En todo el mundo, la sociedad civil ha resistido mediante manifestaciones públicas, la defensa de los derechos, las campañas, la solidaridad, el apoyo mutuo y los procedimientos judiciales.