igualdad

  • ESPAÑA: “Las manifestaciones explícitas de la violencia machista son apenas la punta del iceberg”

    IsabelAbellaCIVICUS conversa con Isabel Abella Ruiz de Mendoza sobre las violencias machistas de carácter sistémico que enfrentan las mujeres en el ámbito del deporte, evidenciadas en un reciente caso de abuso de poder que involucró a la mayor autoridad de la federación del fútbol español.

    Isabel es deportista y responsable de igualdad y de infancia y adolescencia de dos clubes de balonmano. Es socia fundadora y directora de Abella Legal, un despacho de abogadas y consultora de igualdad, especializada en el ámbito del trabajo y del deporte. De 2018 a 2023 lideró el Servicio Vasco ante el acoso sexual y el acoso por razón de sexo en el deporte en Euskadi.

    ¿Cuáles fueron las reacciones de la opinión pública frente al beso público no consentido del presidente de la federación de fútbol a la jugadora Jenni Hermoso?

    El beso no consentido que el presidente de Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, le dio a Jenni Hermoso durante la celebración de la victoria del equipo español en la Copa Mundial Femenina fue apenas una de las caras visibles, y aún normalizadas, de la violencia machista.

    En la tipología de las manifestaciones de la violencia machista que las mujeres enfrentan a diario en su ámbito laboral, en este caso el deportivo, se trata de una violencia de tipo sexual. Sin embargo, es importante tener presente que detrás de esta expresión de violencia es posible que se estén produciendo otras, de tipo psicológico, económico y social, tanto contra ella como contra su entorno cercano, así como contra muchas personas que la han apoyado, incluso en el entorno virtual.

    Frente a este hecho, la opinión pública se ha dividido. Hay quienes consideramos que tenemos la responsabilidad de trabajar por la igualdad en el deporte y por erradicar todas las expresiones de violencia machista. Sin embargo, otras personas han banalizado, minimizado, negado, ignorado o ridiculizado este episodio. Esta diversidad de reacciones refleja los distintos niveles de conciencia feminista de la población.

    ¿Por qué las autoridades del deporte tardaron tanto en condenar el hecho?

    ¿Qué formación en igualdad tienen las personas que lideran esas organizaciones? Siendo un sector muy masculinizado, ¿cuántos han tomado conciencia y desarrollado un pensamiento crítico frente a la masculinidad hegemónica y sus prácticas? ¿Cuántos han escuchado a las jugadoras y mujeres profesionales del sector? ¿Cuántos han renunciado a sus privilegios? ¿Cuántos se han comprometido con un proyecto personal de transformación? ¿Qué instrumentos para abordar y erradicar las discriminaciones contra las mujeres en el fútbol han diseñado y puesto en marcha? ¿Qué medidas efectivas han adoptado?

    Todas estas preguntas nos podrían acercar a las causas de los tiempos, reacciones y medidas adoptadas.

    ¿Piensas que este tipo de incidentes es indicio de problemas más profundos?

    Efectivamente, un beso no consentido es una manifestación visible y explícita de la violencia machista, es decir, parte de lo que se conoce como la punta del iceberg, y esconde la discriminación estructural que enfrentamos las mujeres en todos los ámbitos de la vida, incluidos el deporte y el trabajo.

    Este acontecimiento no es un hecho puntual. Las discriminaciones y las violencias machistas contra las mujeres en el deporte están presentes en todas las disciplinas y espacios deportivos y de trabajo.

    Debemos un profundo agradecimiento a las jugadoras de la selección porque están consiguiendo abrir importantes grietas en el machismo del deporte. Su lucha es una muestra más de todo lo que nos queda aún por recorrer para alcanzar un deporte justo y libre de discriminaciones.


    El espacio cívico en España es calificado como “estrecho” por el  CIVICUS Monitor.

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  • MÉXICO: “El cambio legal en favor de los derechos LGBTQI+ no trae consigo un cambio social instantáneo”

    Erika VenaderoCIVICUS conversa con Erika Venadero sobre la reciente extensión del derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo a todos los estados mexicanos y las asignaturas pendientes en materia de derechos de las personas LGBTQI+ de México. Erika es activista por los derechos humanos de la diversidad sexual del estado de Jalisco e integrante de la Red Nacional de Juventudes Diversas (RNJD), una coalición de grupos de defensa de los derechos de los y las jóvenes LGBTQI+ de todo México.

    ¿En qué consiste el trabajo de la RNJD?

    La RNJD es un espacio creado a partir del Parlamento Juvenil Consultivo de 2019, donde se discutió la Ley de Juventudes.

    En tanto que jóvenes no contábamos con reconocimiento legal. Nunca habíamos sido contemplados como sujetos de derechos. Las personas encargadas de hacer las leyes y dictar las reglas en función de las cuales debemos dirigir nuestras vidas son adultas, incluso bastante mayores, y sobre todo hombres. No resulta sorprendente que no comprendan ni prioricen nuestros intereses y necesidades y que, en cambio, legislen a medida de los adultos, y sobre todo de los hombres. De aquí la necesidad de exigir que se nos reconozca como la juventud y, sobre todo, como juventud diversa.

    Nuestra red es una asociación civil de creación muy reciente: estamos por cumplir apenas tres años. No obstante, hemos acompañado el proceso de legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo.

    Si bien la mayoría de nosotros y nosotras no desea concretar una unión civil, acreditando nuestra relación ante un funcionario, con firmas y demás formalidades, sabemos que hay personas que desean tener esta experiencia, y que la exclusión de este derecho viene acompañada de muchas otras exclusiones. Aunque nosotros y nosotras no lo deseemos, o no lo deseemos en este momento de nuestras vidas, sabemos que otras personas del colectivo LGBTQI+ sí lo desean, y que la denegación de este derecho es parte de lo que hace a las personas LGBTQI+ ciudadanas de segunda.

    ¿Cómo fue el proceso que condujo a la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo, y qué rol desempeñó la sociedad civil?

    La lucha por el reconocimiento de la unión simbólica entre dos personas que se aman –simplemente dos personas, como bien lo dice la ley actual, sin marcadores de género– comenzó hace muchos años, y avanzó gracias al trabajo de personas y colectivos interesados en extender este derecho a todos y todas.

    Las personas LGBTQI+ somos tratadas como ciudadanas de segunda simplemente porque no cumplimos con las normas socialmente establecidas que jerarquizan las relaciones heterosexuales. Las leyes son redactadas e implementadas, y todos los espacios políticos y sociales son creados, ocupados y dirigidos por personas heterosexuales. De ahí que esta lucha comenzara con una reflexión sobre nuestra falta de representación y visibilidad en diversos espacios: personales, políticos, sociales y laborales, entre otros. Tenemos derecho a vivir una vida plena, pero las prácticas hegemónicas que buscan imponérsenos nos impiden tener una vida libre por el simple hecho de ser quien somos y amar a quien amamos.

    La legalización del matrimonio igualitario en México ha sido una victoria de la sociedad civil, y específicamente de los colectivos de personas LGBTQI+ y sus aliados, que trabajan día a día con estas poblaciones. A partir del trabajo cotidiano en la calle y en todos los espacios se cambiaron opiniones y generaron acuerdos para que el reconocimiento de nuestros derechos se trasladara al plano político de la toma de decisiones.

    Es por eso que desde la RNJD hemos acompañado todo el proceso, desde los borradores de la ley hasta los debates y votaciones parlamentarias. Estos son debates que pueden prolongarse mucho; se trata de temas “delicados” por lo que ciertos sectores de políticos intentan aplazar las votaciones indefinidamente con la esperanza de que el tema se pierda en el olvido. Por eso fue importante que la RNJD se parara firme para exigir el tratamiento y la votación de estas leyes. Lo mismo vamos a seguir firmes para que las leyes se cumplan.

    ¿Enfrentaron campañas antiderechos o alguna otra forma de rechazo?

    Cada vez que sale una noticia relacionada con el colectivo LGBTQI+, la respuesta es una avalancha de comentarios diversofóbicos. Nuestra naturaleza incomoda. Todas nuestras vidas nos han obligado a vivir bajo la heteronorma por lo que hemos enfrentado expresiones antiderechos desde que tenemos memoria.

    En el proceso reciente para cambiar la ley hemos enfrentado una intensa campaña antiderechos. No solamente nos insultan y agreden; también denuncian nuestras publicaciones en redes sociales e incluso han logrado que fueran retiradas. Los y las activistas sufrimos constantes ataques personales y son frecuentes los bloqueos de cuentas en redes sociales. En mi caso, por ejemplo, una vez un grupo antiderechos me atacó tanto y reportó tantas veces mi perfil que Facebook me lo dio de baja. Es realmente difícil de entender qué es lo que tanto les molesta.

    Tenemos muchos haters, es decir, personas que expresan odio hacia nosotros. Hay muchos que están pendientes de cada cosa que hacemos y de todo lo que subimos, tanto en la página de la RNJD como en nuestros perfiles personales.

    Claramente la gente ya ubica quiénes somos y lo que hacemos. La red está sumamente activa y visible en ámbitos sociales, políticos y culturales. Hemos tenido discusiones internas muy tensas en relación con la doble cara de la visibilidad. Nuestro trabajo nos ha hecho visibles tanto para quienes nos odian como para quienes están abiertos a informarse, a conocer nuestro trabajo, a entender y eventualmente a apoyarnos. Yo prefiero enfocarme en quienes se acercan en busca de información antes que en quienes expresan su odio.

    Para hacer frente a los movimientos antiderechos y a los discursos de odio, nuestra estrategia es generar narrativas alternativas. Incluso utilizamos el humor para desarmar sus argumentos. Por ejemplo, decimos que a ellos les encanta tanto la familia tradicional heterosexual que por eso tienen dos – en referencia a las infidelidades y a lo que coloquialmente en México se conoce como la “casa grande” y la “casa chica”. Estos mecanismos de respuesta nos han permitido inducir al diálogo.

    ¿Cuáles son los próximos pasos tras la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo en Jalisco?

    Eso de que ahora el matrimonio igualitario es legal en todos los estados mexicanos y las personas LGBTQI+ nos podemos casar en todos los rincones de México es sencillamente falso.

    Aunque en Jalisco se ha votado la ley, el manual del registro civil continúa diciendo que la unión matrimonial es entre hombre y mujer. Mientras los y las diputadas locales no lo modifiquen, habrá muchos funcionarios en los registros civiles que se apoyarán en ese texto para negarnos el acceso al matrimonio igualitario.

    Además, muchos estados de México han aprobado leyes similares hace años y las han implementado, pero siguen existiendo muchísimas trabas. El cambio legal no trae consigo un cambio social instantáneo. De ahí la importancia de seguir enfocándonos en el cambio cultural. Las leyes pueden cambiar muy rápido, y de hecho cambian de un día para el otro, pero la cultura no, y no debemos olvidar que quienes atienden los registros civiles son personas socializadas en una determinada cultura. Aunque sean servidores públicos y tengan que aplicar las reglas emanadas del Estado, es posible que también tengan ciertas convicciones religiosas o morales. Cambiarlas lleva tiempo. El proceso de cambio cultural es sumamente lento, pero necesitamos que ocurra para abrir todos los candados.

    ¿Qué otros desafíos enfrentan las personas LGBTQI+ en México, y qué más debe cambiar?

    En México, las personas LGBTQI+ enfrentamos muchísimos retos, en gran medida como producto de la superposición de vulnerabilidades y desigualdades. Por ejemplo, las mismas problemáticas que afectan a las mujeres en general, también nos afectan a las mujeres del colectivo LGBTQI+: el hecho de ser lesbianas, bisexuales o transexuales no quita que seamos mujeres y podamos quedar embarazadas. Pero en la mayor parte de México todavía no es legal la interrupción voluntaria del embarazo, a pesar de lo que haya dicho la Corte Suprema.

    Otro enorme problema en México es el de las desapariciones forzadas. Jalisco, mi Estado, de hecho, es uno de los que lidera el ranking de personas desaparecidas– y a las personas LGBTQI+ también nos desaparecen.

    Otro asunto pendiente es la Ley de Cuidados, actualmente bloqueada en el Congreso. Las personas LGBTQI+ necesitamos un espacio seguro para vivir, crecer y envejecer. Todas nuestras investigaciones, todas las cifras indican que la comunidad LGBTQI+ en México está sola y sin apoyos.

    Un problema específico de las personas LGBTQI+ es el de las mal llamadas “terapias de reconversión”. Estas terapias consisten en actos inhumanos y denigrantes que tienen el fin de suprimir las orientaciones sexuales diversas, es decir, de eliminar nuestro verdadero ser. Yo personalmente he vivido una violación correctiva: mis agresores, personas que se dicen seguidoras de la palabra de Dios, me dijeron que pretendían “convertirme en mujer”.

    Los centros que ofrecen “terapias de reconversión” operan en todo México y lo hacen legalmente. Actualmente se está legislando a nivel nacional para acabar con estas terapias, pero entretanto siguen en funcionamiento. En Jalisco los centros que ejercen este tipo de prácticas solamente deben registrarse y pagar una mensualidad. Un simple trámite y un pago les habilita a cometer innumerables atrocidades.

    Otro tema pendiente es el del reconocimiento de la identidad de género, sobre todo de las infancias. Varios estados tienen leyes que otorgan a las personas trans el reconocimiento legal de su identidad autopercibida, pero muchos todavía no han avanzado en esa dirección.

    Tal vez por más de que sigamos luchando y movilizándonos no lleguemos a ver todos estos cambios. En ese caso lo estaremos haciendo por las generaciones que vendrán después. Estamos generando espacios para el futuro de la misma manera que otros lo hicieron por nosotras en los años 80. Nos aseguraremos de que el proceso siga avanzando.


    El espacio cívico en México es calificado como “represivo” por elCIVICUS Monitor.

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