Caribe
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CUBA: ‘Las únicas opciones posibles son la prisión, el exilio o la sumisión’
CIVICUS conversa con la activista cubana Carolina Barrero, exiliada en España desde febrero de este año, acerca de las circunstancias que llevan a cantidades cada vez mayores de cubanos y cubanas a salir del país.
Carolina es historiadora del arte e integrante del movimiento 27N, constituido a partir de las protestas realizadas el 27 de noviembre de 2020 frente a la sede del Ministerio de Cultura en La Habana para denunciar la falta de libertades, la represión del disenso y el acoso contra el Movimiento San Isidro, un movimiento de protesta formado por artistas. Fue obligada a salir de Cuba en represalia por su activismo en apoyo de familiares de presos políticos del 11J, las protestas del 11 de julio de 2021.
¿Por qué saliste de Cuba?
Mi historia como activista forzada al exilio sigue el patrón utilizado por el aparato de seguridad del Estado para neutralizar a la disidencia. Muchas veces me dijeron que debía irme o de lo contrario sufriría consecuencias penales y eventualmente iría a la cárcel. Ninguna de esas veces cedí. Actualmente tengo cuatro causas abiertas, por instigación a delinquir, conspiración contra la seguridad del Estado, desacato y clandestinidad de impresos. En cada uno de los casos fui amenazada con ser procesada y encarcelada si no cesaba mi activismo. Me instaban a quedarme “tranquila”, un clásico eufemismo que utilizan para decir “sometida”.
El 31 de enero de 2022 fui detenida en unaprotesta frente al Tribunal Municipal de 10 de Octubre, en La Habana. Era el primer día deljuicio de un grupo de manifestantes del 11J. Estaba con otros activistas como Alexander Hall, Leonardo Romero Negrín, Daniela Rojo y Tata Poet, acompañando a las madres de los presos políticos que esperaban para poder ver a sus hijos a la distancia cuando los llevaran al tribunal. Cuando eso ocurrió todos aplaudimos y gritamos “libertad” y “son héroes”. La seguridad del Estado nos detuvo a todos violentamente, a los golpes, y nos subió a un camión jaula para llevarnos a distintas estaciones policiales.
Al igual que las veces anteriores, la seguridad del Estado me dijo que tenía 48 horas para irme de Cuba. Pero esta vez me dijeron que, si no lo hacía, procesarían a doce madres de presos políticos por desorden público. En un primer momento creí que era solo una amenaza vacía, pero me dijeron ‘llevamos 20 años haciéndole esto a las Damas de Blanco’, que desde 2003 se movilizan por sus familiares detenidos. Es decir, estaban dispuestos a ir hasta el final.
La dictadura cubana conoce muy bien cómo presionarnos utilizando a nuestras familias y nuestras vidas privadas porque nos tienen bajo vigilancia y lo saben todo. Por ejemplo, saben si tu madre sufre del corazón y le hacen una visita para obligarte a que te quedes tranquila y no la mates de un infarto. Si cometiste una infidelidad, te amenazan con mostrarle fotos a tu pareja. Si estás en la universidad, te amenazan con la expulsión. Si vives en una vivienda rentada, presionan a tus caseros para que te echen. Su táctica es detectar tu debilidad y chantajearte para someterte. Al final uno se cansa de esta vida y prefiere autocensurarse.
Conmigo esas amenazas no tenían asidero, así que me amenazaron con atentar contra la libertad de terceras personas. Sabían de mis vínculos estrechos con las madres con hijos presos, y particularmente con Yudinela Castro y Bárbara Farrat. La mayoría de las madres vive en una situación de mucha precariedad y no puede denunciar las arbitrariedades que padecen. Muchas tienen a más de un hijo preso, o también a sus esposos, por lo que están bastante solas. Cuando me amenazaron con criminalizarlas y encarcelarlas, decidí que esta vez sí me tenía que ir.
¿Cuán diferente es la situación de los exiliados políticos de la de quienes emigran por razones económicas?
En principio parecería haber una gran diferencia entre el exilio resultante del uso de la represión sistemática para castigar o neutralizar la disidencia política, y la emigración motivada por la asfixia social y económica. Sin embargo, esta clasificación oscurece las causas últimas de los factores que llevan a la gente a irse de Cuba.
En una dictadura como la cubana, las razones profundas por las cuales la gente se va del país son siempre políticas. Todos los procesos de exilio cubanos, desde los años ‘60 hasta la fecha, tienen como trasfondo una causa política: la represión por parte del régimen. No solamente faltan las libertades políticas, sino todas las libertades necesarias para que uno pueda gestionarse su propio destino. En Cuba las personas no tienen agencia sobre ningún aspecto de su vida pública ni privada; todos los aspectos de la vida están controlados por el Estado cubano, que no es simplemente autoritario, sino totalitario.
Nadie huye del paraíso. Nadie decide dejar su vida, su trabajo, su profesión y sus afectos para perseguir el “sueño americano”. Aunque haya casos en que el carácter forzado del exilio parece más claro que en otros, al final del día todo exilio de Cuba es un exilio forzado. Huimos para sobrevivir y para poder tener la oportunidad de ser.
Muchos cubanos salen arriesgando sus vidas en el mar, cruzando selvas con sus bebés, para llegar a un lugar donde no conocen el idioma ni la cultura, todo para ser un poco más libres. En Cuba, si tú no encajas con el molde establecido por el Partido Comunista, el único partido autorizado y el que gobierna desde 1965, eres un criminal en potencia. Todo es determinado políticamente, desde el acceso a la educación y al sistema de salud hasta la posibilidad de ganarte la vida. La asfixia económica también tiene causas políticas: de ahí que sea engañoso distinguir tajantemente entre un exilio político y una migración económica.
Tras las protestas del 11 de julio de 2021 y su represión, quedó más claro que nunca que las únicas tres opciones posibles para los cubanos son la prisión, el exilio o la sumisión.
Al igual que otros activistas cubanos exiliados, desde que saliste de Cuba no has parado de hacer incidencia internacional. ¿Piensas que el Estado cubano podría replantearse su táctica de ofrecer la salida en vez de la cárcel?
Hoy por hoy, al Estado cubano le preocupa más tenernos dentro, encendiendo el fuego de la protesta, que afuera, denunciando la represión en foros internacionales. Pero creo que el régimen se equivoca en sus cálculos, porque quienes salimos al exilio no nos olvidamos de Cuba y no estamos dispuestos a abandonar la causa de la democracia. Y la incidencia internacional juega un importante rol en esta lucha.
Esto que al régimen le puede parecer inocuo es una parte fundamental del activismo para poner fin a la dictadura porque ataca uno de los pilares fundamentales que han sostenido al régimen: la eficacia de la propaganda internacional. El Estado cubano ha destinado una enorme cantidad de recursos a la diplomacia para que cada embajada sea un centro de propaganda que promueva el relato, la épica y el mito de la Revolución Cubana.
Para contrarrestar el efecto de esa propaganda sobre la opinión internacional, Cuba ahora tiene en nosotros un creciente ejército de embajadores que ha sido testigo y parte del último ciclo de protestas y puede dar cuenta en los foros internacionales de lo que realmente ocurre en Cuba. Creo firmemente que en buena medida la caída de la dictadura dependerá de la caída del mito. Esta es una labor importante para nosotros en el exilio.
¿Cuáles son las probabilidades de que se produzca una transición política en Cuba?
No me atrevo a hacer predicciones con un tema tan delicado y tan deseado por los cubanos a lo largo de décadas. Lo que sí puedo destacar es un hecho: el régimen cubano nunca ha estado tan débil como ahora. Tras las protestas masivas, el régimen ya no puede ocultar la amplitud del descontento, que históricamente ha adjudicado a cinco opositores sueltos que según su narrativa están financiados por “el imperio”. El descontento social es evidente y masivo, y alcanza a todos los rincones de la isla y a todos los sectores sociales. La dictadura ya no posee el apoyo de los más pobres o de aquellos a quienes dijo defender, sino apenas de la cúpula militar y burocrática.
También tiene un grave problema de sucesión. Desde que Miguel Díaz-Canel asumió el poder tras ser designado por Raúl Castro, no ha tomado ni una decisión administrativa que le haya valido un elogio. Todo ha sido un desastre y se le recordará como un dictador incompetente y con muy poco carisma. Creo que el régimen piensa las 24 horas del día en cómo solucionar esta especie de vacío de poder, ya que Díaz-Canel no tiene credibilidad alguna ni siquiera entre los funcionarios, y desmoraliza al propio aparato represor. El problema es que no tienen con quién reemplazarlo ni saben cómo. Podrían escenificar una votación, pero la situación está tan delicada que saben que todo podría salírseles de las manos muy fácilmente. Podrían incluso escenificar un autogolpe, pero este también es un camino muy delicado que podría ser letal.
En la actual coyuntura internacional, la posición de Cuba frente a la invasión rusa de Ucrania vuelve a la dictadura cubana, la más antigua del hemisferio occidental, aún más difícil de justificar ante la opinión internacional. Justificar a Cuba se ha vuelto un desafío incluso para quienes tienen un marcado sesgo ideológico. A estos factores se suman la crisis económica, social y humanitaria, todo lo cual amenaza al régimen y a su continuidad. Ante la crisis energética y el desabastecimiento de bienes básicos, el propio canciller cubano ha solicitado apoyo a la administración Biden, algo totalmente inaudito. La ironía es total: en Cuba hay personas presas acusadas de mercenarismo por haber recibido apoyo estadounidense, y resulta que ahora el propio gobierno cubano se ha convertido en mercenario según sus propias definiciones.
Lo que vaya a pasar o no, no me atrevo a pronosticarlo. Creo que las protesta no serán silenciadas y nuestras voces se seguirán escuchando. Solo espero que la transición democrática se produzca a través de un proceso pacífico y no de la violencia.
Más allá de derribar a la dictadura, el objetivo –y el desafío- es construir una democracia. Para ello necesitaremos el acompañamiento de organizaciones de la sociedad civil como CIVICUS. Tras seis décadas de anestesia cívica y política, en los últimos años la sociedad civil cubana ha despertado y demostrado que tiene la capacidad, la voluntad y la determinación de avanzar hacia la democracia. Tenemos abierta una ventana de la oportunidad y, como diría el escritor cubano José Lezama Lima, tenemos la potencia del cambio.
El espacio cívico en Cuba es calificado como “cerrado” por elCIVICUS Monitor.
Contáctese con Carolina Barrero a través de su página deInstagram y siga a@carolinabferrer en Twitter.
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CUBA: “Todas las tácticas que utiliza el activismo han sido transformadas en delitos”
CIVICUS conversa acerca de la reforma de los códigos Penal y de las Familias cubanos y de las reacciones del régimen a las grandes protestas de 2021 con Marta María Ramírez, periodista y feminista autónoma cubana.
Foto de María Lucía Expósito
¿Cuál es tu balance de la reciente reforma del Código Penal cubano?
La reforma del Código Penal no se entiende sin referencia a las protestas del año pasado. El argumento que se dio para justificar la reforma refirió a la reforma de la constitución: una vez actualizada la constitución en 2019, era necesario hacer esta reforma. Pero ya el proceso constitucional resultó engañoso: uno pensaría que una actualización constitucional es algo positivo, pero en Cuba no necesariamente es así. El proceso de reforma constitucional ya de por sí fue complicado: se hizo el ritual de la consulta pero fue básicamente impuesta. Y en términos de sustancia, la nueva constitución contiene muchos elementos cuestionables, que son los que debieran haberse reformado, pero se trasladaron intactos de la vieja constitución.
Por ejemplo, si bien la nueva constitución reconoce la existencia del mercado, continúa declarando que el sistema vigente es el de la economía socialista y subraya el carácter “irrevocable” del socialismo. El sistema de partido único continúa intacto, con el Partido Comunista Cubano reconocido como “la fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado” en función de “su carácter democrático y la permanente vinculación con el pueblo”.
Dicho esto, otras libertades que la Constitución también reconoce se vacían de sentido. Por ejemplo, la Constitución reconoce “los derechos de reunión, manifestación y asociación, con fines lícitos y pacíficos, […] siempre que se ejerzan con respeto al orden público y el acatamiento a las preceptivas establecidas en la ley” – la misma ley que establece que la única pertenencia política legítima es al Partido Comunista Cubano.
Lo mismo ocurre con la libertad de expresión y creación artística, reconocida si se ejerce “conforme a los principios humanistas en que se sustenta la política cultural del Estado y los valores de la sociedad socialista”, o sea, solo si se expresa aquiescencia, pero no si se expresa un pensamiento crítico.
Pero en función de esta reforma se sostuvo que se debía actualizar el resto del marco legal, incluidos el Código Penal y el Código de las Familias. En el caso del Código de las Familias, esto era realmente necesario, porque no se actualizaba desde 1975 y estaba totalmente desajustado en relación con la realidad de la sociedad actual. La reforma del Código Penal también se justificó por la necesidad de “modernizar” la legislación y codificar delitos que el anterior, que databa de 1987, no reconocía, como los delitos ambientales, la cibercriminalidad y la violencia de género. Pero desde mi perspectiva, esta reforma solo se entiende en referencia a las protestas de julio del año pasado y sus antecesoras: las del 11 de mayo de 2019, el 27 de noviembre de 2020 y el 27 de enero de 2021.
Con el objeto de proteger al régimen del disenso, todas las tácticas que utiliza el activismo han sido transformadas en delitos de desorden público y contra la seguridad del Estado y se penaliza la financiación extranjera de organizaciones de sociedad civil y medios de comunicación. Así se busca ahogar a los medios disidentes, porque ¿cómo se va a financiar en Cuba un medio que no esté alineado con el Estado?
También se han endurecido las penas para varios delitos. La pena de muerte no solamente no se ha eliminado, sino que se ha agregado para algunos delitos más. La edad de imputabilidad es de las más bajas del mundo ¿Qué clase de modernización es esta? Por algún motivo se decidió no someter esta reforma a ninguna clase de consulta.
Si se analiza la producción de leyes de los últimos años, es evidente que ha habido un proceso de blindaje del régimen, que además ha avanzado más allá de controlar las acciones, para intentar también controlar el pensamiento. Este blindaje se cierra con el Código Penal, que busca evitar que se repitan las protestas del año pasado y acallar cualquier disenso
¿Cómo se entiende la discrepancia entre esta reforma tan regresiva del Código Penal y la aparentemente progresista reforma del Código de las Familias, actualmente en curso?
El Código de las Familias también debió actualizarse tras la reforma constitucional, aunque en realidad hubiera debido –y hubiera podido– ser reformado mucho antes. La primera vez que oí hablar oficialmente en Cuba sobre el matrimonio igualitario fue en el año 2007. Ya desde entonces hubo peticiones de reforma surgidas de la academia, que es donde se concentraba el activismo vinculado a cuestiones de género, derechos de las mujeres y las minorías sexuales.
Pero hubo mucha resistencia y la excusa era que para reconocer el matrimonio igualitario se necesitaba reformar la constitución. Lo cual obviamente no era cierto: el matrimonio estaba regulado por el Código de la Familia y no por la constitución y cuando ésta se reformó, no se incorporó este derecho, sino que se lo excluyó y se lo dejó pendiente para cuando se reformara el Código de las Familias.
El tema del matrimonio igualitario volvió a quedar en el centro del debate desde el momento que, como consecuencia de la reforma constitucional, se debe reformar el Código de las Familias, y entonces recomenzaron las presiones para que este derecho que no se consagró constitucionalmente fuera incluido en el Código – cosa que se podría haber hecho en 2007, 15 años atrás. Pero claramente en Cuba se gobierna así.
En el Código de las Familias que se llevó a consulta no hay protección especial para las infancias trans. Nada, ni una mención, aunque sabemos que este grupo presenta altas tasas de abandono escolar, expulsión del hogar y bullying escolar, por parte tanto de alumnos como profesores, es decir, una total imposibilidad de vivir su identidad de género con garantías. Cuando crecen, las personas trans, y particularmente las mujeres trans, son las víctimas predilectas de disposiciones punitivas relativas a “conductas predelictivas”. Algo tan fascista que ya no está más con ese nombre en el actual Código Penal, pero que seguirá vigente en otras disposiciones, en el imaginario de los operadores del derecho y en los sesgos que de hecho seguirán existiendo.
¿Por qué estamos discutiendo estos temas ahora? Daría la impresión de ser una cortina de humo, una maniobra para aplacar una demanda sin hacer cambios profundos en el régimen político. Las dos estrategias que parecen ser contradictorias -una reforma regresiva del Código Penal y una reforma aparentemente progresista del Código de las Familias- apuntan en la misma dirección, la estabilización del régimen.
Digo “aparentemente progresista” porque después de todo un proceso de consultas, ahora el parlamento debe tomar las propuestas recibidas, reformular el proyecto y fijar una fecha para un referendo que lo convierta en ley. Todavía no sabemos qué va a quedar en ese proyecto y qué se va a diluir o a modificar. Tampoco se sabe cómo se traducirá ese documento a la vida cotidiana de las familias cubanas.
¿Cuáles son elementos positivos que se espera que entren en el nuevo Código de las Familias?
Uno de los temas incluidos en el proyecto del Código de Familias es el matrimonio entre personas del mismo sexo, con posibilidad de adopción. Otro tema que se ha incluido es el de la llamada gestación solidaria, o gestación subrogada, hasta ahora ilegal. Este último genera una preocupación enorme entre las activistas feministas. Recordemos que estamos en un contexto de machismo brutal y de feminización de la pobreza. ¿Cómo se regulará la gestación solidaria? Aunque la ley sea clara en relación con la prohibición de remuneración, ¿cómo se podrá evitar en este contexto el desarrollo de un mercado negro basado en la explotación de las gestantes?
Otro tema importante es el de los derechos de los abuelos a tener relación con sus nietos, que tiene su contraparte en algunas disposiciones sobre responsabilidad parental, entre las que se contarían la de respetar y facilitar el derecho de los hijos a mantener comunicación con sus abuelos y otros parientes cercanos.
Otro parteaguas es de hecho el tema de la responsabilidad parental, que viene a sustituir al concepto de patria potestad, con un desplazamiento interesante de la idea del poder de los padres y madres sobre los hijos a la idea de que los padres y las madres tienen una responsabilidad sobre los hijos e hijas. Esto es muy interesante, y sin embargo ha generado revuelo, no solo desde sectores socialmente conservadores, sino también por parte del activismo político.
Esto hay que entenderlo en el contexto político de Cuba. Los y sobre todo las activistas –no necesariamente conservadoras– piensan que el énfasis en la responsabilidad le permitiría al Estado aducir irresponsabilidad para quitarles a sus hijos, o utilizar esta amenaza para obligarles a desistir de su activismo. Muchos activistas, y en particular las mujeres con responsabilidad maternal, hemos recibido esta clase de amenaza, con comentarios tales como “cuida a tus hijos”, “sabemos que estás con tu hija”, “ten cuidado por tu hijo”.
Pero yo pienso que estas amenazas de hecho ya existen, y lo que podría ocurrir bajo el nuevo Código es que también los padres sean obligados a hacerse cargo de sus responsabilidades –algo que actualmente no sucede en Cuba, con la consecuente feminización de la pobreza. Al igual que en otras partes de la región, han aumentado masivamente los hogares monoparentales, liderados por mujeres, algo que las cifras oficiales no reconocen.
Otro asunto en que se ha centrado la discusión es el de la autonomía progresiva de los niños y niñas. Sabemos que el castigo –incluso físico– se encuentra normalizado en Cuba, y que los padres toman decisiones importantes por sus hijos, sin consultarles. La idea de que los padres tienen que decidir todo por sus hijos hasta que lleguen a la mayoría de edad ha cambiado con el tiempo, y ha sido reemplazada por el concepto de que los niños van adquiriendo progresivamente la capacidad de tomar sus propias decisiones. Personalmente creo que como padres ya no debemos hablar estrictamente de crianza, sino más bien de acompañamiento de nuestros hijos en el aprendizaje.
Un tema importante contenido en la versión del documento que se llevó a consulta fue el del matrimonio infantil, incorporado a último minuto como resultado de una fuerte presión del activismo feminista, medios independientes y personas aliadas. Es un tema vital pero las personas encargadas de legislar no lo habían visto.
Muchos de estos temas han generado controversia, pero no considero que haya habido un auténtico debate. En un marco de semejante polarización política, el país no está preparado para debatir. Como lo han reportado activistas que participaron como observadores independientes, los debates que han tenido lugar en las etapas consultivas han estado mal orientados y no han sido liderados por personas bien entrenadas para conducirlos. En Cuba realmente no existe el debate; simplemente se escuchan monólogos a favor y en contra.
¿Qué otros problemas has detectado?
En términos generales, el problema no está en el contenido del Código de las Familias. Las mujeres somos más de la mitad de la población, y si se cuenta también a niños, niñas, adolescentes y personas pertenecientes al colectivo LGBTQI+, el nuevo Código estaría respondiendo a las necesidades de una amplia mayoría.
Pero tenemos grandes dudas respecto de las razones por las cuales se lo está impulsando justo ahora, sobre todo por el modo en que se alentaron algunas controversias que sirvieron para oscurecer el hecho de que al mismo tiempo se nos estaba imponiendo, sin ningún debate, una reforma terriblemente regresiva del Código Penal.
En el nuevo Código Penal, todo lo que hacemos en tanto que activistas y ciudadanos está criminalizado. Es un código medieval. El Código de las Familias, en cambio, se nos presenta como ultramoderno y consensuado, lo cual también genera incertidumbre respecto de su implementación. Pero mientras de la implementación del Código Penal no nos quedan dudas –sabemos que será implementado a rajatabla– del Código de las Familias, si termina siendo todo lo moderno y progresista que se anuncia, tengo enormes dudas de que sea realmente aplicado.
En gran medida, quienes se verían beneficiados por el nuevo Código de las Familias son los mismos que serán reprimidos con el nuevo Código Penal. Quienes están protestando por liberar a los activistas encarcelados tras las protestas de 2021 son, en su mayoría, madres solas que reclaman la libertad de sus hijos. Quienes salieron a las calles a protestar eran pobres, afrodescendientes, personas trans e hijos de madres solas. Este problema existe desde hace mucho tiempo y no ha habido políticas públicas para resolverlo. No se ha hecho el más mínimo intento de hacer políticas públicas con un enfoque de género. Los cambios que puedan resultar del Código de las Familias, en este contexto, son más que relativos.
El espacio cívico en Cuba es calificado como “cerrado” por elCIVICUS Monitor.
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JAMAICA: “Tras 20 años de incidencia, hoy se habla públicamente de los derechos de las personas LGBTQI+”
CIVICUS conversa con Karen Lloyd, directora asociada de J-FLAG, sobre la situación de las personas LGBTQI+ en Jamaica y la significación de un reciente informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que responsabiliza al gobierno jamaiquino de la violación de derechos. J-FLAG es una organización de derechos humanos y justicia social que defiende los derechos, la vida y el bienestar de las personas LGBTQI+ en Jamaica.
¿Cuál es la situación de las personas LGBTQI+ en Jamaica?
La discriminación basada en el género y la sexualidad sigue siendo preocupante y afecta a las personas de muchas maneras, ya que dificulta su derecho al trabajo, a la educación y a la salud, e incluso los derechos a la vida y la igualdad ante la ley. La ley no protege a las personas de la discriminación por orientación sexual o identidad de género, y las relaciones íntimas entre personas del mismo sexo está penalizada.
En abril de 2011, el gobierno jamaiquino aprobó la Carta de Derechos y Libertades Fundamentales, pero los llamamientos para que incluyera garantías de no discriminación por orientación sexual e identidad de género no fueron escuchados. La Encuesta Nacional de 2012 sobre Actitudes y Percepciones hacia las Relaciones entre Personas del Mismo Sexo, encargada por J-FLAG, reveló que una de cada cinco personas en Jamaica respetaba a las personas LGBTQI+ y apoyaba la inclusión de la orientación sexual como motivo de no discriminación. Además, aproximadamente un tercio de la población creía que el gobierno no estaba haciendo lo suficiente para proteger a las personas LGBTQI+ de la violencia y la discriminación.
Las personas que integran la comunidad LGBTQI+ jamaiquina se ven sistemáticamente privadas de sus derechos humanos y sufren discriminación, exclusión, ataques violentos, abusos policiales, falta de empleo y una clara falta de protección legal, entre otros problemas generalizados. Muchas personas LGBTQI+ viven con miedo debido a las políticas, leyes y actitudes discriminatorias y a la falta de voluntad política para proteger sus derechos humanos. Desde 2009, J-FLAG recibió más de 600 denuncias de casos de abuso y violencia, y la Encuesta Nacional realizada en 2015 reveló que apenas el 12% de la ciudadanía manifestaba tolerancia hacia las personas LGBTQI+.
Un informe de 2016 reveló que de 316 jamaiquinos LGBTQI+, el 32% informó haber sido amenazado con actos de violencia física en los cinco años precedentes y el 12% dijo haber sido agredido; el 23,7% informó que había sido amenazado con violencia sexual y el 19% haber sido agredido sexualmente. Sin embargo, el 41% no había denunciado estos incidentes porque creía que la policía no haría nada al respecto, y el 30% consideró que lo ocurrido no era lo suficientemente importante. Uno de cada cuatro temió una reacción homofóbica de la policía y uno de cada cinco se sintió demasiado avergonzado y prefirió que nadie se enterara.
Esta realidad se ve agravada por la homofobia y la transfobia, así como por las leyes que criminalizan la intimidad homosexual entre hombres, una legislación antidiscriminatoria débil y en gran medida inaccesible, una débil protección contra la violencia sexual y doméstica y la falta de reconocimiento legal de las relaciones entre personas del mismo sexo.
En febrero de 2021, la CIDH publicó un informe sobre los derechos del colectivo LGBTQI+ en Jamaica. ¿Cuál fue su relevancia?
Varios artículos de la Ley de Delitos contra la Persona (OAPA, por sus siglas en inglés), que data de 1864, prohíben las actividades sexuales entre hombres. Su artículo 76 tipifica como delito la sodomía, su artículo 77 tipifica como delito a todo intento de sodomía y su artículo 79 tipifica como delito los actos de indecencia grave, que pueden incluir besos, cogidas de mano y otros actos de intimidad entre hombres. Los hombres condenados por sodomía se enfrentan a un máximo de 10 años de trabajos forzados. Esta y otras leyes relativas a delitos sexuales que preceden a la Carta de Derechos y Libertades Fundamentales están protegidas de desafíos legales fundados en derechos.
En los casos examinados por la CIDH, los peticionarios -el Sr. Gareth Henry, que es gay, y la Sra. Simone Edwards, que es lesbiana- alegaron que, al seguir criminalizando la actividad sexual privada consentida entre varones adultos y al proteger a estas leyes de toda impugnación, Jamaica estaba contraviniendo su obligación asumida en virtud de la Convención Americana de Derechos Humanos. Sostuvieron que esto contribuía a perpetuar la cultura de homofobia violenta de Jamaica y animaba al Estado y a la población en general a perseguir no solamente a los hombres homosexuales, sino también a la comunidad LGBTQI+ en su conjunto. Ambos afirmaron que habían sido víctimas de ataques homofóbicos.
El informe de la CIDH concluyó que el gobierno jamaiquino era responsable de estas violaciones de sus derechos. Lo último que supimos fue que el departamento del fiscal general había reconocido la decisión y estaba preparando una respuesta. Para la sociedad civil, el informe reforzó los llamamientos en curso a enmendar la OAPA y pasó a formar parte de la incidencia legislativa para lograr el cambio legal. Sin embargo, los esfuerzos de incidencia con legisladores han seguido siendo difíciles, ya que éstos no quieren que se los asocie públicamente con un llamamiento a derogar la OAPA, en previsión de una posible reacción de grupos extremistas religiosos y de algunos segmentos de la ciudadanía.
¿Cómo trabaja el J-FLAG para intentar mejorar la situación?
J-FLAG es la principal organización de derechos humanos y justicia social jamaiquina que aboga por los derechos, los medios de vida y el bienestar de las personas LGBTQI+ en Jamaica. Nuestro trabajo apunta a construir una sociedad que respete y proteja los derechos de todas las personas. Nuestra dirección y nuestro personal están comprometidos con la promoción del cambio social, el empoderamiento de la comunidad LGBTQI+ y el fomento de la tolerancia y la aceptación hacia las personas LGBTQI+. Promovemos los valores de la inclusión, la diversidad, la igualdad, la equidad y el amor. Estos valores están en el centro de todo lo que hacemos, ya que buscamos convertirnos en agentes eficaces de cambio social.
Para lograr nuestros objetivos, trabajamos en cuatro áreas principales. En primer lugar, tratamos de mejorar la prestación de servicios sanitarios no discriminatorios, de involucrar a las principales partes interesadas para hacer frente a la discriminación relacionada con el empleo y de ofrecer a los y las jóvenes LGBTQI+ una organización enfocada en las cuestiones que afectan directamente sus perspectivas de vida.
En segundo lugar, tratamos de aumentar la participación en los procesos de desarrollo y revisión de políticas, empoderando a la juventud LGBTQI+ y a los y las líderes juveniles y aumentando la colaboración entre jóvenes LGBTQI+ que participan en organizaciones juveniles convencionales.
En tercer lugar, creamos paquetes de servicios para jamaiquinos LGBTQI+ con el objetivo de aumentar su acceso a información y asesoramiento, reducir el número de personas sin hogar, incrementar el acceso a servicios sociales no discriminatorios, habilitar el acceso a un ocio seguro y alentar la creación de redes.
En cuarto lugar, defendemos los derechos humanos de las personas LGBTQI+ legitimando las necesidades de la comunidad, sensibilizando a la población y a los parlamentarios en materia de derechos humanos, estigma y discriminación, aumentando la capacidad de los y las líderes LGBTQI+, de las organizaciones de la sociedad civil (OSC) y de otras partes interesadas y titulares de obligaciones para que estén mejor equipados para responder a las necesidades de las personas LGBTQI+, y aumentando la visibilidad de las experiencias y los problemas que les afectan.
¿Cuáles han sido sus principales logros y lecciones aprendidas hasta ahora?
Nuestros logros en la última década incluyen la formación de más de 700 trabajadores de la salud, en colaboración con el Ministerio de Salud y Bienestar, sobre cómo tratar a pacientes LGBTQI+; exitosas campañas en los medios de comunicación, tales como We Are Jamaicans (“Somos Jamaiquinos”), #iChooseLove (“Yo elijo el amor”) y #OutLoudJA (“En vos alta”), que buscaban concientizar a la ciudadanía sobre la situación y los derechos de las personas LGBTQI+; nuestras celebraciones públicas del Orgullo; cuatro encuestas nacionales sobre las actitudes y percepciones de la ciudadanía sobre las personas y los temas LGBTQI+; la provisión de apoyo en desarrollo de capacidades para OSC y líderes juveniles; y la producción de numerosas investigaciones y publicaciones sobre temas LGBTQI+.
Desde nuestro evento inaugural del Orgullo en 2015, todos los años Jamaica ha tenido celebraciones durante el período de la “Emancipendencia”, que incluye celebraciones en conmemoración tanto del fin de la esclavitud como de la independencia del dominio colonial británico. Lo primero que hay que tener en cuenta es que el Orgullo de Jamaica ha sido conceptualizado e implementado en forma adaptada al contexto cultural; por ejemplo, no incluye un desfile y en cambio adopta la forma de un conjunto diverso de eventos y actividades que son relevantes para los jamaiquinos, entre las que se cuentan una jornada de deportes, un servicio religioso, una feria comercial, un concierto, eventos festivos y una jornada de servicio. En nuestro Orgullo inaugural de 2015, la oradora principal de la ceremonia de apertura fue la alcaldesa de Kingston, la Dra. Angela Brown-Burke, que constituyó una señal de que la comunidad tenía aliados en la cúpula política y parlamentaria.
Otro éxito ha sido contar en los actos del Orgullo con la participación de artistas de renombre, como Tanya Stephens, D'Angel, Jada Kingdom, Tifa, Ishawna, Yanique Curvy Diva y Stacious. Esto enfocó la atención nacional en nuestras celebraciones y supuso un cambio positivo en relación con espacios culturales que habían sido muy disputados.
Por primera vez este año, J-FLAG no estuvo al frente de la organización de todos los actos del Orgullo, sino que proporcionó apoyo financiero y logístico a integrantes de la comunidad para que lideraran sus propios actos. Bautizada como #PrideShare (“Orgullo compartido”), la iniciativa contó con actos dirigidos por miembros de la comunidad, incluidos eventos artísticos y una batalla de sincronización de labios, cuyo éxito indicó que nuestros esfuerzos constituyen un paso en la dirección correcta.
Tras 20 años de labor de incidencia, hoy se habla públicamente de los derechos de las personas LGBTQI+ y se observa un aumento de la tolerancia pública y una creciente voluntad entre representantes parlamentarios, líderes políticos y tomadores de decisiones de interactuar con la comunidad LGBTQI+ local, lo cual ha implicado avances en el trabajo con organizaciones y personas defensoras de los derechos LGBTQI+ para mejorar la vida de quienes integran esta comunidad. En particular, J-FLAG ha establecido y sostenido una importante alianza con el Ministerio de Salud que ha permitido formar y sensibilizar a más de 500 trabajadores de la salud para luchar contra el estigma y la discriminación en el sector sanitario.
A pesar de estos logros, el movimiento se ha visto afectado por la lentitud de las reformas legislativas y políticas, la escasa disponibilidad de espacios para la movilización y la participación de la comunidad, el escaso apoyo financiero para hacer frente a la falta de vivienda y al desplazamiento, y el escaso involucramiento de las personas LGBTQI+ que viven en zonas rurales. J-FLAG, en particular, ha subrayado la necesidad de mayores apoyos para fortalecer los sistemas comunitarios como medio para amplificar los esfuerzos de incidencia y garantizar un mayor alcance y un mayor impacto.
¿Cómo puede la sociedad civil internacional apoyar mejor la lucha de las personas LGBQTI+ en Jamaica, y en el Caribe en general?
La sociedad civil internacional puede apoyar al movimiento local y regional de muchas maneras. Por ejemplo, puede darnos un asiento a la mesa durante las conversaciones globales y partir de la base de que, en lo que atañe a lo que está sucediendo en nuestras sociedades, nosotros somos los expertos. En la medida de lo posible, también debería respaldar nuestros esfuerzos de financiación con los donantes internacionales. También puede ayudarnos compartiendo buenas prácticas e investigaciones pertinentes y concientizando a un público más amplio sobre los problemas que enfrentamos en Jamaica y en el Caribe.
El espacio cívico en Jamaica es calificado de “reducido” por elCIVICUS Monitor.
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