En el marco de nuestro informe temático 2019, estamos entrevistando a activistas, líderes y expertos de la sociedad civil acerca de su experiencia frente al avance de los grupos anti-derechos y sus estrategias para fortalecer las narrativas progresistas y la capacidad de respuesta de la sociedad civil. En esta oportunidad, CIVICUS conversa con Teresa Fernández Paredes, abogada especializada en Derecho Público Internacional e integrante de la Dirección Legal de Women’s Link. Con oficinas en Colombia, España y Kenia, Women’s Link defiende y promueve los derechos de las mujeres y aspira a generar cambios estructurales a través del litigio estratégico.
¿A qué se dedica Women’s Link y cuáles son sus áreas de trabajo?
Women’s Link es una organización internacional que utiliza el derecho – en su mayoría somos abogadas – para promover cambios sociales estructurales que avancen los derechos de las mujeres y niñas, y sobre todo de las que se encuentran en mayor estado de vulnerabilidad, tales como mujeres migrantes o mujeres que ven limitado el ejercicio de sus derechos en razón de su etnia, edad o condición socioeconómica, entre otros factores.
Trabajamos desde Madrid, en España; Bogotá, en Colombia y Nairobi, en Kenia. Aplicamos al derecho un análisis de género y un análisis interseccional para ampliar y mejorar los derechos de las mujeres y las niñas. Trabajamos en algunas áreas específicas, como los derechos sexuales y reproductivos, donde combatimos a los grupos anti-derechos. También nos enfocamos en la trata de seres humanos, y sobre todo en la trata de mujeres con funciones de explotación sexual o servidumbre doméstica y en las vulneraciones de derechos que sufren las mujeres en contextos de migración o de justicia transicional. Y finalmente nos concentramos en la discriminación, como un tema transversal a todos los demás. Usamos varias estrategias: además de litigios estratégicos, hacemos capacitaciones judiciales y publicaciones, entre otras cosas.
¿Cuáles son actualmente sus principales ejes de trabajo en América Latina?
Una de nuestras principales líneas de trabajo en América Latina es el acceso a los derechos sexuales y reproductivos en sentido amplio. En este momento, en el contexto de la ola migratoria venezolana, estamos trabajando en el vínculo entre migración y falta de acceso a estos derechos. Concretamente, examinamos cuestiones tales como los efectos que tiene sobre el goce de estos derechos el estatus migratorio irregular, o la situación de las fronteras como espacios de no-derecho.
El trabajo en Venezuela ha sido un gran desafío, dada la situación que atraviesa el país. Lo que hacemos, en este y en todos los casos, es aplicar los estándares del derecho internacional al contexto local. Pero es importante tener en cuenta que generalmente el derecho – y no solamente el derecho interno de los países, sino también el derecho internacional de los derechos humanos - es muy androcéntrico. La normativa se ha ido desarrollando a lo largo de los años alrededor de la imagen del hombre blanco como sujeto universal.
Nuestra aproximación al derecho es estirarlo para que dé cabida a las experiencias de las mujeres, porque en el marco de los derechos humanos los temas de las mujeres suelen quedar de lado. En el contexto de Venezuela, trabajamos mucho con el sistema interamericano de derechos humanos. Por ejemplo, recientemente pedimos una medida cautelar para una maternidad en la que morían muchas madres y niños. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos emitió la cautelar, pero en el contexto actual parece es difícil que se cumpla. Sin embargo, sirve para llamar la atención sobre la situación específica que viven mujeres y niñas. Y todo este trabajo sirve también para entender porqué las mujeres se van de Venezuela - qué las impulsa a ellas, en tanto que mujeres, a iniciar los tránsitos migratorios; y qué necesidades tienen cuando llegan a países de tránsito y de destino.
Además de trabajar en Venezuela, varios de nuestros proyectos se centran en garantizar que las experiencias concretas de las mujeres y sus voces se escuchen en el proceso de paz en Colombia. Lo hacemos sobre todo desde nuestra oficina en Bogotá, y siempre en conjunto con organizaciones comunitarias, para intentar que las voces de las personas que están en las fronteras lleguen a los tomadores de decisiones.
En los últimos años se ha observado avances de los grupos anti-derechos, en América Latina y más allá. ¿Han enfrentado reacciones o ataques de estos grupos en el curso de su trabajo?
El contexto en que trabajamos está fuertemente marcado por el auge de grupos anti-derechos que se dicen movilizados contra lo que ellos llaman “ideología de género”. Pero no es un fenómeno nuevo: los grupos anti-derechos se han venido articulando con gran efectividad desde los años ’90. Tienen mucho dinero y una cosa que hacen mejor que los grupos de izquierda es articularse de manera muy efectiva entre ellos; aunque aborden distintos temas encuentran el punto en común. Por ejemplo, se han articulado muy bien para poner sobre la mesa el tema de la ideología de género, presentándolo en todos los espacios y consiguiendo que, algo que ni siquiera era un concepto, se convirtiera en un tema global. Han conseguido posicionarlo en la agenda, cosas que es más difícil de hacer desde la izquierda, donde hay más discusión en torno de los temas y cuesta más articularse y hablar con una sola voz. De ahí que todavía no tengamos una respuesta única y contundente para los embates en nombre de la “ideología de género”.
Los grupos anti-derechos buscan arrebatarnos derechos adquiridos. Y lo hacen utilizando el mismo discurso que han empleado con éxito los grupos de derechos humanos. Hablan de derechos humanos y se presentan como víctimas. Incluso presentan a las feministas como agentes diabólicos, dándole al feminismo más poder del que se podría creer que tiene en determinados espacios. Por nuestra ubicación en tres regiones, desde Women’s Link vemos claramente que las mismas estrategias se repiten en distintos lugares. Están utilizando estrategias coordinadas, alimentadas con muchísimo dinero y con apoyo global. Como utilizan el lenguaje de los derechos humanos, cada vez tienen más representación legal, y han comenzado a ocupar sitios en lugares estratégicos, donde están los tomadores de decisión, como en las Naciones Unidas y en la Organización de Estados Americanos.
¿Cómo puede actuar la sociedad civil progresista para poner freno a estos avances?
Frente a estos ataques es importante actuar rápido a través del derecho. Hay que seguir trabajando para fortalecer el marco de derechos, blindándolo frente a estos ataques. Debemos pensar no solo estrategias de defensa, sino también estrategias proactivas para ampliar el marco de derechos, o cuanto menos para quitarles a los grupos anti-derechos espacio para moverse.
Hay discusiones aún no saldadas sobre las que hay mucho que trabajar, como el tema de la libertad de expresión versus los discursos de odio. Paradójicamente, para difundir su mensaje los grupos anti-derechos se están apoyando en uno de los temas-estandarte de la izquierda, la libertad de expresión.
Con todo, para que se generen cambios sociales duraderos, no podemos quedarnos en el derecho y los tribunales. Lo que necesitamos son casos que movilicen, generen debate público e instalen un verdadero cambio en la sociedad. En ese sentido hay movimientos esperanzadores, como el #MeToo y la Marea Verde en Argentina. Es decir, estamos viendo dos procesos contrapuestos: por un lado, crecen los grupos anti-derechos; por el otro, se genera una fuerte movilización desde las bases y desde la juventud en torno de estos temas. Tal fue el caso de la Marea Verde, que generó una movilización sin precedentes mientras se tramitaba en el congreso argentino un proyecto de legalización del aborto. Sin duda, es muy posible que los procesos estén interconectados y uno sea consecuencia del otro.
Estos movimientos sociales generan un panorama esperanzador. Ante el intento de retroceder en derechos adquiridos, hay una masa muy activa que dice “mira, esto ya es un derecho adquirido, ya no lo puedes quitar”. Ya no se puede ir para atrás: en adelante puedes ampliar el marco, pero no lo puedes reducir.
Además de los ataques de los grupos anti-derechos, ¿qué otros desafíos enfrenta la sociedad civil que promueve derechos de las mujeres?
Para las organizaciones de base, la falta de recursos puede ser una gran limitación. Y a nosotras se nos presenta el desafío de cómo articularnos con estas organizaciones, sobre todo en contextos de gran urgencia como puede ser el de los movimientos masivos de movilidad humana.
Women’s Link se dedica a identificar situaciones estructurales donde se vulneran derechos de las mujeres y a diseñar estrategias jurídicas para generar un cambio estructural transformador. Mientras tanto, las organizaciones de base – por ejemplo, en la frontera entre Colombia y Venezuela – están asumiendo cada vez más, y en condiciones de urgencia, funciones que deberían ser desempeñadas por el Estado. En estos contextos, la mayor parte de la respuesta a los problemas está proviniendo de organizaciones de la sociedad civil.
Estas organizaciones de base están respondiendo a una situación muy urgente y las necesidades que tienen las mujeres con que ellas trabajan son muy inmediatas, y sin embargo lo que podemos hacer desde Women’s Link es apoyarlas desde el litigio estratégico, que suele llevar mucho tiempo.
Pero más allá de las dificultades de trabajar con recursos escasos, es vital articular esas relaciones, porque el aporte que Women’s Link tiene para hacer no serviría de nada sin el trabajo que hacen las organizaciones de base y sin, por supuesto, la voz y el apoyo de las mujeres.
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