No quedan palabras para describir la brutalidad de la junta militar birmana

Myra Dahgaypaw

Myra Dahgaypaw, Washington D.C., EE.UU.

Myra Dahgaypaw es la directora de la Campaña estadounidense por Myanmar, una organización que trabaja para concienciar a la población acerca de las violaciones de los derechos humanos y los crímenes masivos cometidos por el ejército birmano contra las minorías étnicas y religiosas. Pertenece a la comunidad Karen, un grupo perseguido que vive en el este de Myanmar, y conoce de primera mano las violaciones cometidas por la junta militar.


Esta es su historia:

"Hablar de lo que le ocurrió a mi familia todavía me trae muchos recuerdos dolorosos.

Las tropas birmanas llegaron a mi pueblo, quemaron mi casa hasta los cimientos y nos obligaron a mi familia, a los del pueblo y a mí a huir en plena noche. Fui testigo de bombardeos aéreos como los que se están produciendo ahora en el estado de Kachin. Recuerdo que mi escuela estaba rodeada de trincheras para que pudiéramos saltar a ellas en cuanto oyéramos los cazas. Vi morir a mucha gente, incluidos mis propios compañeros de clase. 

Temiendo por mi vida, hui sólo con la ropa que llevaba puesta, algo parecido a lo que muchos Karen están viviendo ahora. Recuerdo que cuando era niña y estaba agotada de andar de la mano de los adultos, no se me permitía llorar, por miedo a alertar a los militares birmanos de nuestra ubicación. Tenía que dormir bajo una lona de plástico que no era lo suficientemente grande para cubrir mi cuerpo tan pequeño. Mi familia y yo apenas teníamos comida para sobrevivir y la mayoría de las veces no comíamos. Al ser la más joven, era la única que podía comer algo al día: un puñado de arroz. 

Mi tía más joven fue víctima de una violación en grupo por las tropas birmanas. Luego se la llevaron a rastras a otra ciudad. Durante el interrogatorio, la colgaron boca abajo por los pies mientras las tropas le llenaban la piel de quemaduras de cigarrillos hasta que diera las respuestas que ellos querían. Nuestra familia tardó más de una década en volver a encontrarla. 

Su marido, mi tío, fue encarcelado sin motivo aparente. Mientras estaba detenido fue brutalmente torturado durante el interrogatorio. Los militares birmanos le cortaron la piel en tiras y la frotaron con sal para que se desangrara dolorosamente. Cuando llegaron a un arroyo, las tropas realizaron una especie de waterboarding, ahogando parcialmente a mi tío para obtener las respuestas que querían aprovechándose de su confusión. Cuando terminaron, las tropas lo apuñalaron y lo dejaron desangrándose hasta morir. 

Ha sido una auténtica pesadilla en vida hasta que me refugié en Tailandia.

Lo que está ocurriendo en Myanmar ahora no dista mucho del Myanmar que yo conocí cuando era niña, todavía se producen terribles violaciones de los derechos humanos y crímenes en masa, algunos de ellos, equivalen a crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y al genocidio. La situación va más allá de lo que yo puedo expresar, no quedan palabras para describir la brutalidad de la junta militar birmana. 

Nuestro grupo, junto con muchos otros activistas en Birmania y en todo el mundo, está tratando de hacer llegar las voces de los que se encuentran en el terreno. Protestamos ante la oficina del agregado militar birmano, las embajadas chinas, rusas y otras, especialmente las que apoyan al ejército birmano vendiendo armas letales o entrenándoles. 

También hacemos peticiones a nuestros responsables de gobierno y enviamos cartas con importantes y relevantes recomendaciones con la esperanza de que el Congreso nos ayude a traer el cambio a Myanmar. Además de esto, también contamos con partidarios que utilizan los canales de las redes sociales para ayudar a compartir información sobre la situación actual en Myanmar, a la vez que piden a sus senadores y representantes que contribuyan a aumentar el interés al respecto en las reuniones del Congreso. 

La perseverancia, resistencia y coraje de los que están sobre el terreno son mi inspiración. Los desplazados internos, los refugiados y ahora los manifestantes del movimiento de desobediencia civil tienen que vivir entre armas y disparos como una amenaza constante en sus vidas, pese a ello, encuentran formas de sobrevivir a este sufrimiento atroz. Son ellos los que tienen que vivir con el temor de lo que les sucederá mañana, pero viven con una dignidad y un orgullo que son sumamente inspiradores.

Myra Dahgaypaw protest

Amigos y compañeros de todo el mundo - el pueblo de Myanmar es el que se juega la vida para luchar contra la brutal junta militar birmana. No tienen tiempo para averiguar qué les depara el futuro. Tú y yo tenemos tiempo, y si podemos dedicar algo de él a amplificar las voces de las comunidades afectadas en Myanmar, así como a informarnos e informar a quienes nos rodean y a los responsables de tu gobierno, será de gran ayuda. 

Por favor, sigue presionando para que los responsables de los gobiernos pasen de las palabras a los hechos: las condenas no significan nada para la junta. Necesitamos acciones tangibles. Tus peticiones, cartas, llamadas telefónicas, correos electrónicos y el intercambio de información en tus respectivas redes sociales marcarán la diferencia. 

En definitiva, ahora más que nunca, Myanmar te necesita. Necesito tu ayuda para que te unas a mí en esta lucha contra el régimen militar birmano. Digamos a la junta militar birmana de una vez por todas "NUNCA MÁS”.


Pie de foto: Myra Dahgaypaw; Myra, a la izquierda, organizando una concentración multiétnica frente a la oficina del agregado militar birmano. (Derechos de autor: Myra Dahgaypaw.)